Ciudad de México— La sociedad durante décadas se quejó de que los jueces y magistrados respondían a interés personales y políticos por su forma de elección, pero hoy cuando por fin tiene ese derecho de elegir, muchos prefieren no participar. Existen preocupaciones y resistencia por parte de algunos sectores de la oposición quienes invitan a no acudir a votar, lo que podría afectar la participación ciudadana.
El 1 de junio iniciará la jornada electoral para elegir a jueces y magistrados, en un horario de 8:00 a 18:00 horas. El escrutinio y cómputo de votos estará a cargo de los Consejos Distritales del INE, bajo la supervisión de consejeros electorales ciudadanos seleccionados mediante convocatoria pública, quienes garantizan transparencia. Sin embargo, persiste la desconfianza en algunos sectores de la sociedad, pues el proceso de conteo se extenderá varios días después del cierre de casillas. Aunque los avances de los resultados se publicarán en el portal del INE, incluidos los resultados por casilla, la lentitud dejará dudas sobre la imparcialidad.
Anteriormente, los jueces y magistrados se elegían mediante una carrera judicial y concursos de oposición, donde los poderes Legislativo y Ejecutivo tenían influencia. Esto generaba descontento social, pues se percibía que los nombramientos respondían a intereses políticos y no a méritos o a la voluntad ciudadana. El proceso actual busca democratizar el sistema al permitir la elección directa mediante voto libre y secreto. No obstante, algunos sectores la califican de «farsa», argumentando que Morena, desde el Legislativo y Ejecutivo, busca debilitar al Poder Judicial para imponer figuras afines.
Así como los ciudadanos elegimos a los representantes en los poderes Ejecutivo y Legislativo, no tiene nada de malo que también se decida quién integra el poder Judicial. Esta elección, aunque muchos no lo vean así, rompe con prácticas como el nepotismo y la corrupción histórica que ha prevalecido, en donde algunos jueces han protegido impunemente a poderosos incluidos delincuentes de cuello blanco. Aunque es justo reconocer que muchos jueces y magistrados han actuado con ética.
El objetivo es democratizar la justicia, transformándola de un beneficio exclusivo para las élites económicas y políticas en un derecho para toda la sociedad. La elección directa pretende eliminar un sistema que por muchos años ha excluido a la mayoría. El tiempo nos dirá si fue lo correcto o no, y si no lo va a hacer, entonces el pueblo podrá tener la posibilidad en las próximas elecciones de elegir un poder legislativo que modifique o elimine estos procedimientos. Por lo pronto, hoy tenemos ese derecho; será su responsabilidad ejercerlo o no.
Ciertamente, la prolongación del conteo genera sospechas de la legitimidad. La ciudadanía desconoce los perfiles de los candidatos; algunos candidatos tienen compromisos con estructuras políticas. Estos factores generan desconfianza y apatía por acudir a votar. Se estima será de un 8% al 10%. Hay quienes dicen será del 5%.
La sociedad siempre exige ser escuchada, y hoy tenemos esa oportunidad. Es válido que algunos prefieran no participar o cuestionar el proceso, pero si realmente queremos transformar este país, debemos involucrarnos activamente, vigilar cada etapa y exigir transparencia total. Además, es justo reconocer que, por primera vez, hay candidatos preparados y sin afinidad política que antes no tenían oportunidad y hoy pueden competir en igualdad de condiciones. Participar debe ser el primer paso para construir un mejor País.