Como si se tratase de los planos de una casa, lo que ocurre en los primeros mil días de cualquier persona va a condicionar de forma significativa el resto de su vida.
Es un periodo fundamental donde, no obstante, lejos de recibir el cuidado cariñoso y sensible necesario para el correcto desarrollo de la primera infancia, numerosas niñas y niños que crecen en contextos hostiles están siendo severamente vulnerados, advierte la pediatra y neonatóloga Lama Charafeddine.
«La falta de cuidados receptivos, la pobreza, la exposición a la violencia, ya sea en el hogar o en países con conflictos, especialmente conflictos armados, y lo que viven los refugiados, por ejemplo, todos estos desafíos afectan profundamente a los niños, ya que los primeros años son los más importantes.
«Son los años en que se desarrolla el cerebro y los que marcarán toda su vida», subraya en entrevista la especialista libanesa, recientemente de visita en el País para participar en el 31 Congreso de la Asociación Pediátrica Internacional (IPA, por sus siglas en inglés).
Para Charafeddine son claras las consecuencias de esto, siendo Líbano una nación históricamente azotada por la violencia bélica, la más reciente provocada por las hostilidades entre el grupo armado libanés Hezbolá e Israel.
En una encuesta realizada a nivel nacional, tanto entre libaneses como entre refugiados palestinos y otros grupos residentes en este país árabe de Oriente Medio, los resultados arrojaron que el desarrollo de poco más de un tercio de la niñez está comprometido; «se ha visto muy, muy profundamente afectado, y será algo que marque a muchas generaciones futuras», advierte la pediatra y neonatóloga.
A nivel nutrimental, por ejemplo, apenas 10.7 por ciento de las y los menores entre cero y 2 años recibe una dieta mínima adecuada; el 30 por ciento, en contraste, vive en pobreza alimentaria severa. Esto se ve reflejado en índices preocupantes de desnutrición, con casos registrados de anemia y deficiencias de zinc o vitamina D, por dar un ejemplo.
«El hallazgo más alarmante fue que más de la mitad de las madres mostraron signos de depresión severa, y el 9 por ciento tuvo ideación suicida», compartió Charafeddine ante colegas que en esa misma jornada ya habían escuchado sobre la importancia de cuidar a los cuidadores, en especial en lo referente a su salud mental (REFORMA 9/05/2025).
Si bien toda esta evidencia corresponde a la situación específica de Líbano, tanto Charafeddine como Sheila Manji, especialista en Desarrollo de la Primera Infancia de la OMS, coinciden en que el impacto negativo en las y los menores no es exclusivo de las naciones en guerra.
«Ya sea que hablemos de un niño en Gaza, un niño en Líbano o un niño en México, la historia es la misma», asegura Manji a REFORMA.
«Cuantas más experiencias adversas, cuantos más factores negativos haya en la vida de ese niño, más difícil será que aprenda, y veremos problemas en su salud; problemas para relacionarse y lidiar con el conflicto, y hasta problemas sociales, como dificultades para mantener un trabajo. Es la misma historia una y otra vez».
Esto se debe, explica la especialista de la OMS, a que a mayor falta de cuidados o más experiencias traumáticas, ciertas partes del cerebro no se activarán ni se lograrán las conexiones neuronales esenciales para el desarrollo.
«A medida que se establecen esas conexiones, se fortalecen y refuerzan ciertos patrones de pensamiento, ciertas formas de ser, ciertas habilidades y destrezas. (…) Y entonces se espera que ese niño vaya a la escuela y aprenda, pero el modelo de quién será esa persona ya está creado», expone Manji.
«Por lo tanto, cuanto más expuestos estén los niños a conflictos o circunstancias adversas, más difícil les resultará alcanzar la estabilidad posteriormente. Es posible, pero requiere mucho más dinero y mucha más intervención», agrega.
Al margen de la violencia derivada de la profunda desigualdad social, la impunidad y la presencia extendida del crimen organizado, entre otras problemáticas nacionales, se estima que en México 6 de cada 10 niños, niñas y adolescentes han sufrido métodos de disciplina violentos por parte de sus padres, madres, cuidadores o maestros, de acuerdo con la Unicef.
A manera de sugerencia, Charafeddine insta a la creación de políticas nacionales que promuevan el desarrollo de la primera infancia, no nada más a partir de las consultas médicas en el sector público, sino en las comunidades mismas, en guarderías, estancias infantiles, preescolares y demás espacios.
«Cualquier puerto de entrada puede ser utilizado por el Gobierno para apoyar el desarrollo de la primera infancia, y tener una política para abordar eso será muy importante para contribuir a que quienes tomarán las riendas del País en el futuro alcancen todo su potencial, y ayudar a las familias a lograr esos objetivos», exhorta la especialista libanesa, segura de que «no podemos controlar la guerra, pero sí sus consecuencias».