En el marco de la controvertida Operation Lone Star (Operación Estrella Solitaria), la Guardia Nacional de Texas ha intensificado el uso de drones equipados con cámaras térmicas e infrarrojas para vigilar y disuadir cruces irregulares a lo largo del río Grande. Esta estrategia se suma a la instalación de muros y concertinas como parte del plan del gobernador Greg Abbott para contener el flujo de personas y drogas desde México.
Sin embargo, esta modernización tecnológica no es exclusiva del Estado. Mientras Texas recurre a drones como parte de su despliegue militar, organizaciones delictivas también han incorporado esta tecnología para facilitar sus operaciones.
De acuerdo con datos del gobierno federal, entre 2023 y 2025 las autoridades de Estados Unidos incautaron más de 155,000 drones vinculados al crimen organizado en la frontera con México.
Estos dispositivos han sido empleados para contrabando de drogas, monitoreo de patrullas fronterizas e incluso para guiar a grupos de migrantes a través de rutas menos vigiladas.
Frente a esa amenaza tecnológica, la Guardia Nacional ha respondido con su propio sistema aéreo. Según comunicados oficiales, drones del Ejército Tecnológico Modular (M2S2) han detectado migrantes y narcóticos ocultos entre la vegetación en zonas como Eagle Pass y Brownsville. En uno de estos operativos, un equipo aéreo identificó personas intentando cruzar la frontera y rastreó paquetes sospechosos.
El seguimiento vía GPS facilitó la intervención de unidades terrestres, con resultados en incautaciones de droga y detenciones. La vigilancia nocturna es uno de los elementos más efectivos, según el sargento Daniel Moya-Rivera, desplegado en El Paso.
Los drones utilizados por la Guardia Nacional permiten identificar movimiento en la oscuridad y coordinar acciones con tropas en tierra mediante la transmisión de coordenadas precisas. “Si se detecta actividad, como personas cortando el alambre de púas, se avisa por radio a las unidades terrestres con la ubicación exacta”, explicó el militar.
Desde el lanzamiento de la operación en 2021, Texas ha desplegado hasta 10,000 efectivos de la Guardia Nacional, incluyendo operadores de drones, aunque el número se ha reducido en momentos a unos 6,000. El Departamento Militar de Texas ha sumado a su fuerza 45 nuevos pilotos de drones certificados por la FAA bajo el reglamento Part 107, fortaleciendo la capacidad de vigilancia aérea en zonas críticas.
De acuerdo con cifras oficiales, Operation Lone Star ha resultado en la aprehensión de más de 531,000 migrantes, más de 50,900 arrestos por delitos diversos y la incautación de más de 625 millones de dosis letales de fentanilo. Las autoridades afirman que la vigilancia aérea ha contribuido a una reducción de hasta el 90% en cruces ilegales en ciertas zonas.
No obstante, el enfoque militarizado ha sido objeto de críticas. Organizaciones civiles y académicos han advertido sobre posibles violaciones a los derechos individuales, señalando que la vigilancia prolongada con drones podría cruzar límites constitucionales.
También se ha cuestionado la legalidad del poder de arresto concedido a soldados bajo supervisión estatal, lo que podría entrar en conflicto con el Acta Posse Comitatus, que prohíbe el uso de fuerzas militares en funciones de aplicación de la ley.
En este contexto, el gobernador Abbott ha ampliado la operación con el uso de helicópteros Black Hawk para movilizar tropas, sumándose a los patrullajes aéreos, acuáticos y terrestres. La militarización de la frontera incorpora además equipos de disuasión como gas pimienta, aunque su despliegue ha sido documentado principalmente en redes sociales y plataformas como Reddit.
La lucha por el control del espacio aéreo fronterizo se ha convertido así en un nuevo capítulo del conflicto.
La misma herramienta que utilizan las fuerzas estatales para frenar el ingreso ilegal, es explotada por redes criminales para facilitarlo. En este tablero de alta tecnología, la frontera se redefine no solo por barreras físicas, sino por una vigilancia constante desde el cielo.