El Presidente Trump ha impuesto o amenazado con imponer aranceles a una variedad de productos y países. ¿Cuánto más pagarán los consumidores? La pregunta es sorprendentemente difícil de responder.

Por ejemplo, un arancel del 10% a los zapatos de China aumentaría su precio de venta en un 4% aproximadamente, pero en el caso del vino o el aceite de oliva de Italia, casi un 10%.

¿A qué se debe la diferencia? Los aranceles no son el único factor en juego. Los cambios de moneda, la disponibilidad de alternativas y las estrategias de precios de los productores e importadores también influyen. Todo esto afecta la «transferencia», es decir, la cantidad de un arancel que llega al consumidor.

The Wall Street Journal pidió a Moody's, una firma de investigación económica, que modelara cómo los distintos aranceles afectarían los precios de una variedad de artículos para el hogar de diferentes países. Luego, el Journal aplicó esos efectos a los precios típicos encontrados en línea.

Los resultados ofrecen una ilustración -no una predicción- de cómo podrían repercutir los aranceles en los precios cotidianos.

Para este análisis, Moody's ha aplicado aranceles del 25% a las importaciones de México y Canadá, en línea con el anuncio de Trump, y del 10% a todos los demás. Trump ya ha aplicado un gravamen adicional del 10% a China y ha anunciado otro impuesto adicional del 10%.

«Hay muchas formas diferentes en que los aranceles se reflejan en los precios y la economía», dijo Mark Zandi, economista jefe de Moody's. «Los efectos colaterales a veces no son intuitivos».

El análisis de Moody's sugiere que un arancel del 10% a un mantel de India sólo elevaría el precio final en un 2%, de 25.99 a 26.51 dólares. La transferencia de aranceles en el caso de los manteles de India es limitada porque muchos países producen manteles y compiten ferozmente por los dólares de los consumidores estadounidenses.

Esa gama de alternativas es la razón por la que el efecto es aún menor cuando se extiende a los precios de los blancos en general, en un 0.8%. Los consumidores no son tan exigentes con el origen de los productos o quién los fabrica. Los precios en las tiendas de esos bienes de consumo básicos no son propensos a grandes oscilaciones sólo por los aranceles. Probablemente lo mismo sucedería con la ropa, las partes de repuesto y los accesorios para autos y algunos cosméticos comunes.

Los precios más altos del vino italiano no reducen mucho el consumo; alguien que ama un Chianti en particular es reacio a cambiar. Los vendedores entonces tienen más probabilidades de trasladar el arancel completo del 10%, apostando a que no perderán muchos clientes como resultado. Un arancel del 10% sobre una botella de 21.99 dólares procedente de Italia elevaría su precio casi ese mismo 10%, a los 24.08 dólares. Pero el vino italiano es un producto de nicho, que representa una pequeña proporción del consumo total de vino en Estados Unidos, por lo que el impacto total en el precio de todo el vino es un relativamente pequeño 0.3%.

Dicho lo anterior, este ejemplo ilustra cómo los aranceles sobre un producto pueden elevar los precios de todo ese grupo. Un productor de vino de California probablemente también elevaría su precio, obteniendo mayores ganancias. Mientras su nuevo precio mayor sea menor que la alternativa sujeta a aranceles, podría ganar algo de participación de mercado.

El mayorista de vinos también juega un papel. Ante una factura de importación más alta para el vino italiano gracias a los nuevos aranceles, el mayorista podría decidir incrementar los precios de los vinos alternativos en su almacén para compensar la pérdida de ganancias en las botellas italianas. Por supuesto, podría decidir hacer lo contrario y absorber la pérdida de ganancias por el arancel, con la esperanza de arrebatar participación de mercado a los competidores que, en cambio, trasladan el aumento de precios a los consumidores.

Los aranceles se sienten más intensamente cuando no hay alternativas importadas o nacionales disponibles, o el producto afectado tiene un precio superior significativo. Aún si los aranceles incrementaran el precio del iPhone más reciente, los fans de Apple probablemente lo seguirían comprando.

Las consolas de videojuegos y su software caen en una categoría similar.

Los videojuegos están dominados por un puñado de jugadores, principalmente Nintendo, Sony y Microsoft. Muchas de las consolas de juegos físicas se fabrican en China, y los jugadores no cambiarán simplemente de máquina para seguir jugando. Eso da a los productores e importadores un poder real para aumentar los precios para los consumidores y compensar así el dolor de los aranceles. El análisis de Moody's sugiere que casi la totalidad de un arancel adicional del 10% sobre las consolas de juegos importadas de China se trasladaría a los consumidores, lo que elevaría el precio de una máquina de 500 dólares a 548 dólares.

México es el principal proveedor extranjero de autos de pasajeros y vehículos utilitarios deportivos a Estados Unidos, y representó el 23% de las importaciones en el 2024. Los aranceles a los automóviles fabricados en México probablemente significarían no solo precios más altos para los vehículos enviados al otro lado de la frontera, sino para todos los autos, ya que otros fabricantes y distribuidores ven la oportunidad de obtener más ganancias mientras ganan participación de mercado.

Es probable que esta misma dinámica se deje sentir en muchos productos, como los electrodomésticos. Las lavadoras fueron afectadas por aranceles en el 2018, que los investigadores descubrieron provocó un aumento en el precio no sólo de las lavadoras sino también de las secadoras. Por lo general, las dos se compran juntas y los minoristas vieron una oportunidad de ganar más.

El estudio también encontró que los precios de las lavadoras de fabricación nacional, no sólo las importadas, aumentaron, ya que los fabricantes incrementaron los precios debido a los mayores costos laborales y aranceles sobre las piezas importadas, y para igualar los aumentos de precios en las máquinas importadas. Mientras tanto, los fabricantes estadounidenses anticipan que los aranceles sobre los componentes intermedios, como el acero y el aluminio, también se reflejen en los precios finales. Esos efectos no están incluidos en el análisis de Moody's citado aquí, pero son reales.

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