La comunidad cristiana alrededor del mundo conmemora el Miércoles de Ceniza, un día que marca el inicio de la Cuaresma, un período de 40 días de preparación espiritual hacia la Pascua.

La ceremonia simboliza la humildad, penitencia y el recordatorio de la fragilidad humana: «Polvo eres y en polvo te convertirás», informó la iglesia católica.

En iglesias y parroquias de la Diócesis de El Paso, innumerables personas se congregaron desde temprano para participar en las ceremonias litúrgicas.

“La ceniza, obtenida de la quema de palma bendecidas el Domingo de Ramos del año anterior, fue impuesta en forma de cruz sobre las frentes de los creyentes, acompañada de las palabras: “Conviértete y cree en el Evangelio”, dijo Mary Fernández, integrante de la comunidad parroquial de la iglesia Sagrado Corazón, situada en el Segundo Barrio.

Manifestó que el Miércoles de Ceniza no solo es un ritual religioso, sino también una invitación a la reflexión y al cambio.

Explicó que durante la Cuaresma, los fieles son llamados a practicar el ayuno, la oración y la caridad, tres pilares que buscan fomentar un espíritu de renovación interior y solidaridad con los más necesitados.

Sacerdotes de las diversas iglesias de la diócesis, destacaron en su homilía: “La Cuaresma no es solo un tiempo de sacrificio, sino de oportunidad. Es el momento de volver a lo esencial, de reconciliarnos con Dios y con nuestros hermanos”.

Además de las actividades religiosas, muchas comunidades organizaron iniciativas sociales, como colectas de alimentos y visitas a hogares de ancianos, recordando que la fe debe traducirse en obras concretas.

El Miércoles de Ceniza es, en definitiva, se dijo, un llamado universal a la conversión, un recordatorio de que, más allá de las cenizas que hoy nos marcan, existe la esperanza de una vida renovada. Como dijo el papa Francisco en su mensaje para esta Cuaresma: “No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo”.

Desde el hospital, el pontífice destacó la importancia de la humildad en el Miércoles de Ceniza con un llamado a la reflexión.

Este día, que une a millones de personas en un mismo espíritu de fe y compromiso, nos invita a todos, creyentes o no, a reflexionar sobre nuestra humanidad y a trabajar por un mundo más justo y solidario.

“… Nos confesamos, es un día de pedir perdón por todo lo que hemos hecho durante el año y esperamos la resurrección y pedir a Dios por la paz y todos los enfermos”, dijo Mary Fernández, integrante de la comunidad parroquial de la iglesia Sagrado Corazón, situada en el Segundo Barrio.

La Iglesia católica no establece que sea obligatorio asistir a misa en este día como lo son otras festividades cristianas, sin embargo, es una costumbre muy arraigada que la mayoría de los fieles siguen.

Jesús Cárdenas, diácono de la iglesia San Marcos, situada en el Este de la ciudad, expresó que esta época marca el comienzo del camino cuaresmal y el comienzo “a reformar nuestros corazones de acuerdo a la imagen de Cristo. Por eso venimos el día de hoy a comenzar esta celebración, comenzar con una señal símbolo de cenizas en nuestra frente y recordando que no somos perfectos y que necesitamos la Gracia de Dios”.

Desde temprana horas y hasta después de las 20:00 horas, miles de feligreses acudieron en familia para acercarse al Señor y recibir una cruz de ceniza en la frente.

“!Dios del Amor y de la Misericordia, escucha!”, fue otra de las frases que los sacerdotes y diáconos compartieron los fieles católicos., porque es compasivo y misericordioso…”

De acuerdo con los líderes del catolicismo el Miércoles de Ceniza tiene sus raíces desde el Antigüo Testamento y de la tradición de la Iglesia. Se menciona por primera vez como una observancia general en el Sínodo de Benevento en 1091, pero ya en el siglo X se asumía que se aplicaba a todas las personas.

Es un gesto simbólico y significativo que recuerda la naturaleza transitoria de la vida terrenal y la necesidad de un esfuerzo ascético generoso durante la Cuaresma. También enfatiza nuestra condición de criaturas que dependemos totalmente y agradecidamente de Dios y la invitación a volvernos a la Casa del Padre.

Esta práctica surgió como una imitación devocional de la práctica observada en el caso de los penitentes públicos, para ser reinsertados en la Comunión de la Iglesia en la fiesta de la Pascua.

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