Ricardo inició en el consumo de la mariguana desde los 8 años de edad, a los 10 se adentró en el mundo del cristal y a los 14 ya vendía metanfetaminas; hasta que hace cinco meses fue detenido por delitos contra la salud y canalizado al programa “Yo soy rediseño social” de la Tenda Di Cristo.
Dentro de la asociación civil, el adolescente no sólo ha encontrado nuevos amigos y un equipo de profesionales que buscan su reinserción social, también ha descubierto nuevos sueños y retos para su vida, como no regresar al consumo de sustancias nocivas, terminar la primaria y aprender el oficio de la barbería.
“Duré cinco años consumiendo cristal, por mis amistades que no son amistades; lo agarré y poco a poco me fue afectando y me hice adicto”, relató uno de los más de mil adolescentes y jóvenes, entre los 14 y 29 años de edad, con antecedes de conflicto con la ley de Ciudad Juárez y Nuevo Casas Grandes, que han sido parte del programa “Yo soy rediseño social” desde 2015; 96.8 por ciento de los cuales ha logrado la no reincidencia del delito.
De acuerdo con Alejandro Sapién Méndez, coordinador del programa que tiene como principal objetivo la reinserción social, en 2025 la meta es impactar en 150 adolescentes y jóvenes en esta frontera y en 195 adultos en Nuevo Casas Grandes, en donde este año se comenzó a implementar el programa financiado por el Fideicomiso para la Competitividad Ciudadana (Ficosec).
“Yo soy rediseño social”, comenzó en 2016, cuando la Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes estableció como medida cautelar de internamiento un máximo de cinco años a quienes al momento de la comisión del delito tengan entre 16 y menos de 18 años, lo cual abrogó lo dispuesto en Ley de Justicia para Adolescentes Infractores del Estado de Chihuahua que estipulaba una sanción de hasta quince años.
Tras un convenio con el Tribunal Superior de Justicia, el proyecto busca trabajar durante tres años con cada joven: uno de implementación, uno más de seguimiento y otro de retorno, debido a que algunos regresan por algún tipo de apoyo.
Según Sapién Méndez, quien es sociólogo y maestro en Derechos Humanos, los adolescentes y jóvenes les son canalizados tanto por el Sistema Penal como por la Fiscalía General del Estado de Chihuahua (FGE) y Justicia Cívica del Municipio de Juárez, tras haber cometido principalmente delitos contra la salud, violencia familiar y violencia sexual.
Entre el 15 y el 20 por ciento son mujeres y entre el 80 y el 85 por ciento son hombres, de los cuales según las autoridades el 96.8 por ciento logra la no reincidencia, y el 3.2 por ciento reincide en los delitos, tras participar en el programa que involucra el apoyo de trabajo social, criminología, psicología, psiquiatría, vinculación laboral y vinculación educativa; servicios como psicoterapia individual y familiar, consejería en adicciones y atención psiquiátrica; y talleres productivos como panadería, conservas de alimentos y corte urbano.
El modelo de intervención consta de cuatro fases: el diagnóstico, la creación de un plan de vida integral, la implementación del plan de vida y el seguimiento y la evaluación de resultados.
De acuerdo con su coordinador, el 95 por ciento creció en condiciones de pobreza extrema o pobreza, con problemas de desintegración familiar, carencias sociales, no tiene acceso a la educación ni a la salud ni a la recreación.
También destacó que entre el 15 y 20 por ciento llegan con un problema de consumo de drogas, principalmente metanfetaminas, aunque también se ha detectado la mariguana e incluso ya se han encontrado los primeros casos de fentanilo combinado con otras sustancias.
El consumo, varía en la comisión de cada delito; por ejemplo, dos de cada tres personas que llegan por delitos contra la salud consumen alguna sustancia y uno de cada tres que cometieron violencia familiar llegan con algún consumo, mientras que en el caso de violencia sexual la cifra es menor, informó.
Son adolescentes y jóvenes a quienes se apoya también en la reducción y eliminación de consumo y en mejorar sus dinámicas familiares, ya que algunos fueron iniciados en las drogas por sus propios padres, como ocurrió con Ricardo.
Él comenzó a los ocho años “por curiosidad”, porque veía a su papá, quien después lo descubrió y consumía con él, relató mientras tomaba un taller de inteligencia emocional.
Mientras que muchas veces la sociedad los estigmatiza como “criminales o malandros”, para la Tenda Di Cristo son adolescentes y jóvenes con oportunidades de iniciar un nuevo plan de vida.
“Nosotros restituimos los derechos a los adolescentes, estamos trabajando para que no escalen los delitos y bajen las cifras de reincidencia”, destacó el activista.
Ricardo fue canalizado por la FGE, mientras que Rubén, de 17 años de edad, permaneció detenido un año y medio en el Centro de Reinserción Social para Adolescentes Infractores (Cersai) por daños contra la salud, ya que después de haber comenzado con el uso de la mariguana a los 13 años, a los 16 fue detenido y acusado de venta de droga.
El primer contacto de Rubén con la mariguana fue por “humazos”, al juntarse con amigos que consumían, hasta que le comenzó a gustar y luego entró en conflicto con la ley.
Después de siete meses de formar parte de “Yo soy rediseño social”, el adolescente se apoya de las terapias psicológicas para no recaer en el consumo ni volver a cometer el delito, mientras continúa estudiando la preparatoria.
“A veces me da ansiedad, pero hago ejercicio, como y me duermo… la terapia me ha ayudado mucho”, dijo quien recuerda que al salir del Cersai se puso muy contento, se comió una torta de colita de pavo y continuó estudiando.

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