Chihuahua, Chih.- Tanto “María” como “Karen” (nombres ficticios por cuestiones de seguridad), salvaron sus vidas cuando finalmente lograron salir de la violencia familiar. Según sus testimonios, tomar esa decisión no fue fácil, ya que, en uno de los casos la víctima tuvo que estar al borde de la muerte para poder identificar que era presa de este delito, el cual, según estadísticas publicadas en el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, ha ido en aumento.

Las cifras oficiales a nivel estatal han mostrado una tendencia al alza en los últimos cinco años; esto de acuerdo con la fuente anteriormente mencionada y basado en los datos que otorga la Fiscalía General del Estado (FGE) de manera mensual.

En la entidad, en el año 2020 los casos mensuales reportados eran de 941, para totalizar en 11 mil 293, nivel que fue superado casi en un 15 por ciento en el 2021, hasta alcanzar 12 mil 968 casos por los que hubo denuncia formal ante el Ministerio Público; esto representó casi mil 100 casos por cada treinta días.

La incidencia estuvo concentrada en las dos grandes ciudades del estado (Juárez y Chihuahua) debido a la cantidad de población, pero el fenómeno fue extendido a 67 municipios. En 2022 siguió la incidencia al alza, hasta alcanzar 13 mil 513 casos, un promedio mensual de mil 126 carpetas de investigación abiertas por las denuncias de las víctimas.

Al año siguiente, 2023, la incidencia mensual creció hasta los mil 180 casos denunciados, para totalizar 14 mil 165; en 2024, según el reporte hasta el cierre del año, el alza fue menor en comparación con el periodo previo, pero la desaceleración no fue suficiente para frenar la tendencia, pues en total fueron contabilizados 14 mil 235 casos.

Al arranque de este 2025, con cifras hasta el mes de enero, son 941 casos los reportados de forma oficial; los datos de incidencia del mes de febrero aún no han sido consolidados ni difundidos.

“TODO EMPEZÓ CON LOS CELOS Y CASI TERMINÓ EN FEMINICIDIO”

“Karen” llegó a la Fiscalía de la Mujer por las agresiones que sufría por parte del papá de su hija, recibió algunas pláticas pero luego desertó en la denuncia, pero logró salir aún y con todos los actos de violencia psicológica que venía arrastrando desde su núcleo familiar.

“En mi caso fue así; acepté ciertas cosas que no quería permitir. A veces una trae cosas desde su casa y lamentablemente, pese a que salí de una, mi siguiente relación fue mucho más violenta y más notorio todo”.

Esta mujer ya había recibido atención psicológica y creía estar bien; sin embargo, según sus palabras, le faltaba mucho por trabajar.

“La violencia te va generando un gancho hacia las personas, te metes a un ciclo de violencia y no puedes salir; la gente de afuera te dice: “pues déjalo y ya”, pero realmente no puedes porque cuando intentas dejarlo vuelve esa ráfaga de amor y te vuelves a enganchar”, dijo.

Su historia de terror empezó con el violentómetro: primero fueron los celos, luego las bromitas incómodas, la ridiculización ante la gente, el hacerla menos, influyendo en su vestimenta y alejándola de sus seres queridos.

“Eso fue lo primero, pero después escaló a lo económico. Yo soy Didi y llegó un momento en el que no me permitía trabajar sola y siempre quería acompañarme. Eso era incomodo porque aunque es un trabajo informal, a mí mi trabajo me gusta hacerlo bien. A veces cuando yo veía el retrovisor él me decía delante de la gente “estas de zorra”, “qué estás viendo” y eso era muy vergonzoso para mí”, dijo.

Además, en lo sexual la obligó a tener un trío en contra de su voluntad. “Me acuerdo que me decía que íbamos a estar bien y que lo hacíamos porque él quería y que si yo lo quería a él pues tenía que hacerlo y eso fue muy pesado para mí”, recordó.

Lo que remató fue cuando el agresor empezó a consumir cristal…

“Ellos (los consumidores) tienen mucha psicosis y él había tenido un conflicto en una borrachera con sus amigos y me dijo que lo querían matar, él traía esa idea y una vez me encerró en la casa -es por lo que llegué aquí-, estaba dormida y cuando desperté me puso un cuchillo en el cuello y decía que me iba a matar, que si él se iba a morir pues lo haría yo primero”.

En ese momento Karen comenzó a llorar y él la callaba fúrico.

“Yo tengo una niña de siete años que no es hija de él y lo primero que se me vino a mi mente fue mi niña. Me puse a rezar y él se burlaba de mí y me decía que ni mi Dios ni nadie me iban a salvar y sólo pedí sabiduría para salir de esa situación. Me dio tres cachetadas y dejé de llorar. Pensé que tenía ser más inteligente. Él me llevó a la sala y me dijo que si no me callaba me iba a amarrar la boca”.

La desesperación y el temor aumentaron, el violentador le pidió su celular a la víctima y ella le respondió que estaba en el carro.

“Me pidió mi teléfono para avisar en la guardería que yo llegaría dos horas tarde por la niña, las mismas horas que tenía para convencerlo de que no me matara. Él se fue al carro y en ese momento vi el celular de mi hija; lo agarré y le mandé un mensaje a mi vecina diciéndole: ‘ayúdame, háblale a la policía, este loco me va a matar’”, guardé el celular entre las toallas y lo apagué”.

Ella no sabía si su vecina iba a ver el mensaje, pero su mente pensó en que si la iban a matar al menos ya sabrían quién fue y eso quedaría como evidencia.

“Pensé en que tenía que hacer tiempo y que tenía que buscar la manera de salir; yo ya sufría de ataques de ansiedad, entonces cuando él me conoció, una vez me pasó eso, así es que fingí. Me pidió el cargador y le dije dónde estaba y acto seguido, le dije que no podía respirar entonces se asustó y me abrió la puerta del pasillo del patio y yo dije ‘ya estoy del otro lado, en cuanto se descuide me brinco o pido ayuda’”.

Afortunadamente, la policía llegó rápido.

“Mi vecina estaba de vacaciones, cosa rara porque siempre está en la oficina y a veces no ve los mensajes rápido, entonces ella habló y dijo que el mensaje lo había mandado del celular de mi hija y que ya estaba apagado y pues la policía llegó. Él tenía mi celular y me dijo “desbloquéalo” y en eso tocaron la puerta y me dice “están tocando” y cuando se asomó me dice “hija de la chingada, es la policía, le hablaste” y yo de que “cómo si no traigo mi celular” y ahí lo que se me ocurrió es no digas nada, bríncate, hay que salir”.

Esa fue la reacción inmediata de Karen, pero por dentro estaba muriendo de miedo. La policía empezó a presionar y él empezó a asustarse.

“Me dijo que saliera y yo le pregunté que qué les decía y él me dijo que nos peleamos y que yo le pegué a lo que respondí que no me iban a creer. De pronto él empezó a darse de golpes solo y fue ahí cuando dije éste está loco. Me dijo sal y ahí sentí la victoria, abrí la puerta y en cuanto la abro les digo “ayuda”, pero con mi voz muy baja”.

Los agentes le dijeron a la víctima que habían recibido una llamada de los vecinos, a lo que ella respondió que sólo había tenido una discusión con su pareja, pero que todo estaba bien, sin embargo, a la par les hacía señas de que él estaba en el patio.

“Los policías se brincaron, lo detuvieron y logré abrir, pero en cuanto abrí como que salió todo y yo no podía dejar de llorar. Mi vecina fue por mi hija y a mí me trajeron aquí a Fiscalía y todavía estando aquí perdí la noción de ese tiempo, pensé en qué estaba haciendo ahí y estaba en shock y ya cuando en el Ministerio Público le dije que no quería poner la denuncia, creo que por miedo, pero finalmente lo hice y todo procedió bastante bien. Yo puedo decir que a mí la policía, la Fiscalía de Mujeres y el Cejum, me salvaron la vida”, externó.

“SIEMPRE ME ESTÁ AMENAZANDO, USA LA PALABRA MATAR”

María es otra de las víctimas, ella ha estado casada por casi 20 años y por fin, está logrando salir de esa violencia, en la que su agresor incluso la amenaza con matarla.

“Mi vivencia es que mi esposo controla todo el dinero, él compra todo lo que es la despensa y lo que él ve conveniente y en cuestión psicológica es muy celoso y no puede una estar opinando ciertas cosas porque rápido se enciende y empieza a gritar o a amenazar de que “si me engañas te voy a matar”, siempre utiliza la frase, entonces es ese tipo de violencia. Yo continuó con él pero ya estoy en proceso de divorcio”.

Ella tomó la decisión de denunciar cuando una vez su agresor se puso violento con su cuñado.

“Yo le hablé a las autoridades y la policía me dijo que no podía hacer nada porque estaba bien, no se lo quisieron llevar, pero me aconsejó que viniera y fue por el motivo por el que llegué aquí y ya me asesoraron. Ahorita estoy escribiendo todo desde cómo lo conocí hasta el día de hoy para poder llevar a cabo el divorcio”.

Según lo que María narra, su aún esposo siempre la está amenazando, le siembra miedo y dice que si lo sacan de la casa irá a tumbarle todo con una máquina.

“Tengo dos hijos, mi hijo tiene 18 y mi hija tiene 12 años. Mi hijo es asmático, tiene tiroides entonces nunca en la vida había trabajado y ahorita está consiguiendo empleo también. Son muy inteligentes pero traen mucho estrés, al mayor lo llevé con el psicólogo y ha pensado en el suicidio también”.

Desde que ella tuvo acercamiento con las autoridades la han apoyado tanto con los traslados como con actividades de empoderamiento.

“Ahorita estamos participando en un bazar para recaudar dinero y llevar a cabo el taller de jabonería artesanal; eso es un apoyo extra y también nos apoyan con la bolsa de trabajo. Yo vendo servicios funerarios, hago repostería fina y todo lo que puedo”.

La situación para María es complicada puesto que no tiene familia aquí, sólo a sus dos hijos y a su hermana, pero ella no ve.

“No es mucho apoyo lo que tengo, mis papás son adultos mayores, mi madre es mente infantil entonces ellos son como niños y no espero apoyo de ellos”.

María cumpliría 20 años con él y de acuerdo con la historia de su vivencia él siempre fue así.

“Es el más denunciado en cuanto a los delitos de género, pero también es la antesala de la mayoría de los casos de feminicidios que son cometidos en la entidad. La denuncia oportuna y el dictado de mecanismos protectivos eficientes son de los medios que tenemos para incidir contra la violencia feminicida”

Wendy Paola Chávez villanueva, titular de la Fiscalía de Mujeres

“Desde que lo conocí él me dijo que no tomaba ni nada, tontamente me embaracé y mi suegra me llevó a mi esposo, nunca fue un plan decir vamos a vivir juntos”.

Para ella el estar acompañada le ha dado más seguridad.

“Qué más quisiera una estar acompañada en casa también, pero pues cuando te amenazan es feo, no sabes si en la noche van a ir a hacerte algo. Afortunadamente, ahorita me siento más apoyada con mi hijo que ya es grande. El miedo y todo el estrés no se van de la noche a la mañana, es un paso que da una pero esto es gradual yo no puedo decir que me siento bien liberada porque mentiría, pero sé que con el tiempo se va a dar”, dijo.

Asimismo, ella envió un mensaje a aquellas mujeres que están en una situación de vulnerabilidad siendo víctimas de algún tipo de violencia.

“Muchas veces las mujeres no vienen porque están amenazadas, pero yo les digo que tengan confianza, o sea CEJUM da protección y yo sólo les diría que se armen de valor y se acerquen para recibir este tipo de apoyo. No se intimiden ante cualquier amenaza, porque una vez intimidada la persona es presa de cualquier agresor”, finalizó.

VIOLENCIA FAMILIAR ES LA ANTESALA EN LA MAYORÍA DE LOS FEMINICIDIOS

Wendy Paola Chávez Villanueva, titular de la Fiscalía de Mujeres, dijo que la violencia familiar es el más denunciado en cuanto a los delitos de género, pero también es la antesala de la mayoría de los casos de feminicidios que ocurren en la entidad.

“La denuncia oportuna y el dictado de mecanismos protectivos eficientes son de los medios que tenemos para incidir contra la violencia feminicida. Aunque muchas mujeres denuncian ante el primer evento de violencia, el gran grueso de los casos sufre más de una forma de abuso psicológico, físico o sexual hasta que buscan el apoyo de alguna institución”, explicó.

En ese sentido, la fiscal dijo que este es un delito muy complejo ya que hay sentimientos de afecto y temor contra el agresor, pero que, sobre todo las conductas de violencia que son ejercidas contra las mujeres las desempoderan de su vida y de su seguridad.

“El proceso de la denuncia y el propio proceso ante un tribunal es importante pero también si está acompañado de algo terapéutico y adecuado; además, influyen otros factores en conjunto y eso nos permiten brindar los medios para que las mujeres y las niñas que han sufrido la comisión de este delito puedan superarlo y ser las portavoces para otras mujeres que están en situaciones similares”, refirió Wendy Paola.

Además, la fiscal, señaló que poner un alto no sólo beneficia a las mujeres sino también a sus familias, a las niñas y niños que aprenden que la violencia en la pareja o la familia no es normal y que no deben tolerarla ni ejercerla.

“Las víctimas sobrevivientes de este delito son más fuerte y poderosas de lo que a veces pueden reconocer y esas historias vale la pena que sean contadas porque no saben cuánta inspiración nos dan para seguir haciendo nuestro trabajo mejor y para que otras mujeres vean en su ejemplo que no están solas y que pueden salir adelante”, finalizó Chávez Villanueva.

A DÓNDE ACUDIR SI ESTOY ATRAVESANDO POR ALGO ASÍ

En caso de ser víctima, es necesario acudir a la Fiscalía de Mujeres (calles 51a y Rosales) en donde serán atendidas en primera instancia por personal del Centro de Justicia para las Mujeres (CEJUM), el cual buscará garantizar el máximo bienestar posible en la integridad física y emocional de las mujeres

Tatiana Carreón Lara, directora de los Centros de Justicia para las Mujeres, dijo que acudir es una decisión valiente y que el personal del CEJUM es consciente de lo complejo que es para una mujer víctima de violencia hacerlo, ya que existen dudas, temores, incertidumbre y conflictos morales.

“Es por eso que tenemos a personal especializado, con perspectiva de género y derechos humanos quienes realizan una atención desde un enfoque interdisciplinario y diferenciado: trabajadoras sociales, psicólogas, abogadas y personal de salud. Un equipo comprometido que asesora y acompaña a todas las mujeres, a partir de las distintas realidades de las usuarias, sin importar el origen, nivel socioeconómico o educativo, etnia y edad, entre otras”, externó.

La modalidad más recurrente de violencia es la familiar, un problema grave que afecta a muchas mujeres que se encuentra en el ámbito más cercano. La violencia familiar es cualquier acto abusivo de poder u omisión intencional que cause daño físico, psicológico, económico o patrimonial dentro del núcleo familiar, es decir, puede ejercerse entre cónyuges, concubinos, ascendientes, descendientes y cualquier persona con la que tengan una relación de parentesco o convivencia.

Aunado a todo esto, Carreón Lara informó que la denuncia es fundamental porque constituye el primer paso para romper el ciclo de abuso.

“Al reportar los hechos, se da inicio al proceso ante la Fiscalía Especializada de la Mujer y posibilitan la investigación y sanción del agresor. Además, denunciar ayuda a visibilizar la problemática y a generar estadísticas que son esenciales para la formulación de políticas públicas. Es un acto valiente que, lejos de debilitar, empodera a las víctimas y las conecta con redes de apoyo y asistencia integral. Sin embargo, es importante hacer hincapié que, en el Centro de Justicia para las Mujeres, aunque se fomenta la denuncia, no es una condicionante para recibir los servicios del CEJUM, al contrario, queremos ofrecerles los servicios integrales para que estén listas y empoderadas para denunciar”, recalcó la directora.

Por último, la funcionaria envió un mensaje a todas las mujeres que están en situación de violencia.

“A ellas les digo: no están solas. Reconocer y denunciar la violencia es un acto de fortaleza. En el Centro de Justicia para las Mujeres las vamos a acompañar en cada paso, su seguridad y bienestar es nuestra prioridad. Buscar ayuda es el primer paso para reconstruir su vida y recuperar el control sobre su destino”, concluyó.

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