Las narrativas de la violencia cada vez más cruel que viven las personas en movilidad forzada en Ciudad Juárez afecta también a quienes les dan acompañamiento psicológico. También sufren impactos físicos, psicológicos, espirituales, sociales y cognitivos, reveló el Servicio Jesuita a Refugiados México (SJR México).
“Algunos de los impactos que nosotras hemos documentado, al interior de la organización y con otros colectivos, son principalmente el estrés traumático secundario, un estrés acumulativo y agudo debido al nivel de violencia de lo que nosotras escuchamos de las personas. Escuchar a una persona que ha sido secuestrada, torturada, abusada sexualmente evidentemente causa impactos en nosotras y de alguna forma no estamos preparadas para escuchar a detalle estas situaciones, que aunque es una situación inherente a nuestra profesión también genera un impacto grave”, explicó la psicóloga Ileana Aguirre.
A través del informe: “Me siento agotada física y mentalmente: Políticas migratorias y salud en la frontera de Estados Unidos México”, financiado por el Instituto Fronterizo Esperanza (Hope), el SJR México documentó los robos, extorsiones, discriminación y abusos verbales, secuestro, violencia física y sexual y trabajo forzoso que han vivido las personas en movilidad que se encuentran en Ciudad Juárez, tanto en esta frontera como en su paso por el país.
Dichos delitos han causado graves afectaciones a las personas que los sufrieron, pero también a quienes les han dado acompañamiento psicológico, reveló la organización católica.
En el área psicológica, quienes acompañan a las personas migrantes en esta frontera han documentado un incremento en la desesperanza, miedo, desamparo, pérdida en el sentido de vida, despersonalización, culpa, estrés, decaimiento, irritabilidad, tristeza, quebranto, sentir culpa de no poder ayudarlos, desconsuelo, ansiedad, depresión y frustración, así como sentimientos de soledad e impotencia.
“El acompañar a una persona que se encuentra migrando es un hecho complicado y sobre todo por la situación de violencia sociopolítica que vive nuestro país, las personas que nosotros acompañamos son personas que están huyendo de sus países por situaciones de violencia o de pobreza o de desastres, de muchas situaciones en busca de un lugar mejor para ellas y sus familias”, compartió Aguirre durante la presentación del informe.
Dijo que “constatar día a día los impactos de lo que estas violencias generan en las personas, y que no cesan; al contrario, van en incremento mediante mecanismos de opresión, de persecución, de tortura generalizada en los países tanto de origen como de tránsito y de destino, en todo el corredor migratorio, el conocer lo que viven estas personas”, también les afecta a ellos.
Al darse cuenta de que los estados no les brindan el acceso a los derechos, a la dignidad humana, que no hay un lugar en donde las personas no puedan tener un proyecto de vida o en donde puedan adecuar sus sueños, sus anhelos, es una situación de desgaste crónico para quienes les dan acompañamiento emocional.
‘Es un desgaste grave
hacia nosotros también’
“Es un desgaste grave hacia nosotros también, debido al nivel de violencia que nosotros escuchamos de viva voz, de estas narrativas y de estas historias a quienes acompañamos. Escuchar estas historias angustiantes, donde permea muchísimo la injusticia, donde permea demasiado la situación de riesgo, de amenaza, de riesgo, de estrés, de desamparo, donde son constantes estas situaciones nos afecta de forma individual, pero también colectiva y de forma social”, externó.
Dijo que una de las afectaciones que experimentan tras escuchar las narraciones de violencia de las víctimas es el trauma vicario, un tipo de repuesta que genera el escuchar y experimentar en las personas que acompañan las situaciones que han vivido, “que son situaciones de horror y caos que han impactado a quienes les acompañamos”.
En el área espiritual, dijo, han podido constatar cuestionamientos hacia el sentido de la propia vida, la desesperanza y la desconfianza.
Las afectaciones en el área cognitiva son la pérdida en la capacidad de análisis, afectaciones en la toma de decisiones, problemas de memoria, pérdida del sentido del tiempo, pensamientos intrusivos o estar reviviendo las historias que han escuchado, confusión, pensamientos de muerte, revivir o recordar, preocupación constante y perdida de la capacidad de concentración.
“En el área social hemos identificado aislamiento, distanciamiento afectivo, sentimientos de inseguridad, hipervigilancia, agotamiento, apatía, conflictos y consumo de alcohol y sustancias. Estos son los principales impactos que atraviesan a las personas que acompañamos a las personas que se encuentran en movilidad”, compartió Aguirre.