La rabia, el dolor y la impotencia tienen nombre y rostro: Angélica Luján. Y es que este fin de semana su vida cambió para siempre al enterarse, a través de un video que circulaba en redes sociales, que su hijo, Xavier Guadalupe Hernández, había sido brutalmente sometido por agentes del Departamento de Policía de El Paso. Poco después falleció en el hospital. Tenía apenas 30 años.
“¡Me lo mataron!”, gritó Angélica con la voz rota, mientras sostenía entre las manos una foto de su hijo. “Estaba desarmado, tenía las manos en la cabeza. Lo electrocutaron, lo golpearon, lo mataron… ¿Y ahora quién me lo devuelve?”, se preguntó sin consuelo.
Ese domingo Xavier fue hallado por la Policía caminando por el arcén de la Interestatal 10, cerca de la salida de Yarbrough.
Las autoridades alegan que pretendía lanzarse del puente y que, al intervenir, se tornó “agresivo”, lo que supuestamente justificó el uso de una pistola taser en repetidas ocasiones hasta que colapsó inconsciente. Fue trasladado al hospital, donde más tarde fue declarado muerto.
Su madre, quien desconoce las razones por las que su hijo caminaba por la autopista, expresó que Xavier sufría una crisis emocional y que no representaba ningún peligro.
“Mi hijo necesitaba ayuda, no violencia. Estaba deprimido… no era un criminal. Lo que necesitaba era compasión, no electricidad”, relató.
Y remató: “No sé lo que él estaba pensando en ese momento, pero lo que sí sé es que no deberían hacerse las cosas como las hicieron”, cuestionando así la actuación del agente que intervino.
Sumida en la tristeza aseguró: “Yo sé que hay un equipo que tiene que salir para atender a una persona deprimida o cuando está queriéndose quitar la vida”.
Policía defiende su actuación
No obstante, y en medio del creciente clamor por justicia tras la muerte de Xavier Guadalupe, el Departamento de Policía de El Paso defendió sus acciones y el uso de la fuerza en el incidente.
El oficial Robert Gómez, portavoz del Departamento, declaró que los agentes actuaron conforme a los protocolos establecidos ante situaciones de alto riesgo, aun tratándose de personas en crisis emocional.
“Cuanto más se tarde, más probabilidades hay de que el sujeto, el público y los agentes resulten heridos”, dijo Gómez.
Subrayó que el nivel de fuerza usado varía dependiendo del comportamiento del individuo. “Puede ir desde pequeñas técnicas de apalancamiento y escoltas hasta el uso de varios agentes, si la persona se resiste a obedecer”, explicó.
Abogado considera demanda
Gabriel Pérez, abogado que representa a la familia, aseguró que se están recopilando todas las pruebas posibles para considerar una demanda, ya que creen que la Policía no manejó la situación adecuadamente.
“Es evidente que aquí fallaron los protocolos de intervención en crisis de salud mental. Hay cuerpos especiales para estos casos, pero todavía es muy temprano para determinar las causales. Estamos en el proceso de reunir toda la evidencia del caso”, dijo el abogado, quien está considerando opciones legales.
Y abundó: “Se trataba de un joven desarmado que claramente atravesaba una crisis de salud mental o alguna otra situación similar”, declaró el abogado Pérez. “No era una persona peligrosa, ni un delincuente convicto, ni un asesino, ni nada que pudiera llevar al agente a temer por sí mismo o por el público”.
Patrón de abuso policial
Para muchos residentes, el incidente no se trata de un hecho aislado, sino del reflejo de un patrón de abuso policial que se ha repetido demasiadas veces. “Estamos hartos de los pretextos. Esta ciudad ya no aguanta más muertes a manos de quienes se supone deben protegernos”, expresó Ana María Gutiérrez, una mujer que sufrió un caso similar donde privó la brutalidad policiaca.
A su vez, EPPD indicó que no podía hacer comentarios sobre el caso, ya que aún se encuentra bajo investigación y revisión interna con la Unidad de Crímenes Contra las Personas y los Rangers de Texas, lo cual es un procedimiento estándar.
El Departamento de Policía de El Paso se ha limitado a informar que el incidente está siendo investigado internamente en conjunto con los Texas Rangers.
En un comunicado, señalaron que “comprenden lo perturbador del suceso” y pidieron paciencia mientras se aclaran los hechos.
Clamor por justicia
“Lo que quiero es que esto no vuelva a pasar. Que ninguna madre más tenga que ver a su hijo morir en videos por culpa de un abuso policial. Que ninguna hermana se entere por redes sociales que su hermano está en cuidados intensivos. Que alguien pague por esto. Que mi hijo no haya muerto en vano”, concluyó Angélica, aún entre lágrimas y frotándose las manos llenas de impotencia.
La postura de EPPD ha generado una mezcla de indignación y cuestionamientos por parte de organizaciones civiles y defensores de derechos humanos, quienes consideran que la respuesta policial ante personas con trastornos mentales debe estar basada en la contención y no en la fuerza letal.