“No salimos por miedo, vivimos en medio de una guerra”, fueron las palabras de “Carolina” –nombre ficticio por cuestiones de seguridad-, originaria de Guadalupe y Calvo y quien narró a esta casa editora todos los problemas que han desatado los grupos criminales en aquella región desde diciembre del año pasado y hasta la fecha.

“Todo ha sido muy complicado desde que esas personas empezaron a llegar por el monte, de inicio llegaban sólo a unas partes –a las orillas-, pero después entraron a algunas colonias y empezaron a saquear las tienditas de la comunidad indígena y de la gente mestiza. Las dejaron sin nada y las personas ya no tuvieron cómo sostenerse”, narró.

Eso fue solamente el principio, ya que debido a la violencia muchos negocios tuvieron que cerrar o reducir su tiempo de apertura lo que provocó un desempleo.

“Ya no hay casi ventas, mucha gente fue desocupada de los trabajos, algunas se fueron por falta de empleo, a otras las sacaron de sus propias viviendas para ellos quedarse ahí (los narcos). Un grupo de personas tuvo que irse porque su casa era de madera y las balas entraban”, contó Carolina.

La inseguridad ha hecho que muchos lo dejen todo, simplemente, los habitantes no quieren seguir arriesgando a sus familias.

“Ya no es sólo en las orillas, ahora están agarrando acá en el centro, entre las casas –donde yo vivo ya ha habido cuatro o cinco enfrentamientosya nomás escuchamos sonar las balas, algunos vecinos les han dañado sus muebles, sus tinacos, sus pertenencias”.

EDUCACIÓN TRUNCADA

-¿Tienen miedo?, -“Sí, mi hijo trabajaba y mi hija estaba estudiando pero cerraron su escuela, de hecho, ella ya no pudo graduarse, no les hicieron evento ni nada porque no podían realizar una graduación en medio de la guerra, todos los estudiantes se quedaron muy agüitados y tristes”.

En ese mismo sentido, la entrevistada señaló que ahorita están con la batalla de si se quedan o no y más porque su hija iba a estudiar en Guachochi.

“Se supone que iría a hacer el examen y todo eso, pero también nos da miedo que vaya sola por la situación que estamos viviendo”.

Aunado a eso, Carolina refirió que también ha habido víctimas mortales que no están dentro del crimen organizado.

“Mataron a un muchacho que para nosotros no tenía nada que ver con eso, estaba trabajando en una ferretería del centro y no entendemos por qué, nosotros lo conocíamos y no tenía nada que ver con esa gente”.

Según lo que ella narra, las personas que han tenido que abandonar sus hogares no han recibido ni una sola ayuda por parte de las autoridades.

OCHO MESES DE INSEGURIDAD

“Desde diciembre estamos así, desde que empezaron a aparecer las personas colgadas en el arco; desde entonces ha sido pura intranquilidad y estos últimos días han sido más fuertes, pero esto ya tiene como tres años desde que empezaron a llegar las personas desplazadas de las comunidades”, dijo.

En cuanto a los rondines de seguridad, Carolina externó que los elementos, -tanto de corporaciones federales como estatales-, no salen del centro y que cuando hay enfrentamiento lo único que hacen es esconderse.

“Sólo están en el centro y no entran a las colonias; de hecho, ellos –los delincuentes- viven en las casas de las personas que sacaron, se adueñan de ellas y nosotros no denunciamos porque las autoridades dizque ofrecen seguridad pero no es cierto, nada más es entrecomillas, están involucrados en eso porque saben en dónde están los malos y no hacen absolutamente nada”.

Lo que los pobladores claman es tranquilidad, poder salir a trabajar y tener comida.

“La mayoría estamos encerrados en nuestras casas, igual salimos nomás para lo básico y con el miedo de que se lleguen a agarrar. Y luego aparte todos los que tenemos a mujeres jóvenes en la familia tenemos miedo de que nos las quiten, que nos las roben o les hagan daño”.

En el caso de las personas que trabajan para empresas mineras, tampoco han podido volver a su casa.

“Cuando descansaban siempre las traían a sus hogares, pero lamentablemente, ahora no han bajado porque no pueden llegar; o sea, la misma empresa no las quiere traer por la inseguridad que hay aquí y eso hace también que las abuelas (adultas mayores) se queden solas con sus nietos”.

La parte económica también está afectada no sólo por la falta de empleo, sino también porque no hay depósitos, no hay recursos, no hay nada.

“Está muy difícil, a veces salimos en la mañana pero para el mediodía ya no hay nadie en la calle. Tenemos miedo, esa es la verdad”, finalizó.

“No hay respuesta de las autoridades, hay Guardia Nacional, Policía Estatal, militares, todos están, pero cuando pasan los ataques se esconden”

Habitante de Guadalupe y Calvo

Debido a la situación tan crítica, colectivos indígenas están realizando una colecta de víveres ya que no ha sido fácil para los habitantes estar rodeados de hombres armados como tampoco lo es el decidir emigrar.

Las donaciones consisten en latas de atún, sopas, arroz, frijol, maseca, aceite, portolas, chile seco, café, azúcar, galletas, avena, puré de tomate, maizoro, jabón de baño, detergente, papel higiénico y cloro.

Estos pueden ser entregados en la Francisco Sarabia #1106 de la colonia Villa Juárez en un horario de 8:00 de la mañana a 4:00 de la tarde.

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