Uno de los objetivos más importantes de cualquier gobierno es generar un estado de bienestar que permita un desarrollo humano estable, donde la igualdad de oportunidades no tenga como barrera el acceso a una vida digna y al alcance de todos. Con esta filosofía en mente, los gobiernos deben enfocarse en reducir el estado de pobreza que aqueja a muchos mexicanos. Desde el inicio del gobierno de la Cuarta Transformación, se han logrado avances que no se habían visto en administraciones anteriores.

Según datos del INEGI, de 2018 a 2024 la pobreza en México se redujo del 41.9 % al 32.2 %, lo que significa que aproximadamente 10 millones de personas salieron de la pobreza. Esto representa un logro histórico, ya que en solo seis años se logró el mayor avance en este rubro en la historia moderna de México. Es importante señalar que esta medición corresponde a lo que el INEGI —y anteriormente el CONEVAL— definían principalmente como pobreza por ingresos, que en un sentido más amplio se denomina pobreza multidimensional.

La pobreza multidimensional es un factor muy relevante, ya que incluye a las personas que no tienen ingresos suficientes para adquirir la canasta básica de alimentos, bienes y servicios esenciales. En otras palabras, en solo seis años se redujo significativamente la cantidad de personas que no contaban con recursos para cubrir necesidades básicas como alimentación, vivienda y seguridad social. Es comprensible que algunos sectores minoritarios resten importancia a estos logros por motivos políticos, pero para quienes estuvieron olvidados por los gobiernos tradicionales, este avance representa la diferencia entre comer o quedarse con hambre.

Existen diversos factores que han contribuido a estos resultados; uno de ellos es la redistribución económica generada a través de los apoyos otorgados por la Secretaría del Bienestar. No obstante, también debe destacarse la notable mejora del salario mínimo y las reformas laborales. Esta combinación ha sido fundamental para fortalecer el ingreso familiar como motor del progreso y del bienestar de millones de mexicanos.

Un dato importante que debe destacarse es la reducción de la brecha de género en la pobreza, lo que representa un avance con perspectiva de equidad. Tan solo entre 2018 y 2022, la pobreza moderada disminuyó de 35.6 % a 29.8 % en mujeres y de 34.1 % a 28.7 % en hombres. Esto implica una reducción de 5.8 puntos porcentuales en mujeres y de 5.4 en hombres. Aunque los avances son significativos, aún persisten diferencias que deben atenderse para lograr una equidad plena.

En materia de seguridad social también se observan resultados positivos. La enorme brecha en la protección laboral, construida a lo largo de varios sexenios del PRI y del PAN, ha comenzado a reducirse con el gobierno de la Cuarta Transformación. Tan solo entre 2018 y 2022, la carencia en acceso a seguridad social se redujo en 3.3 puntos porcentuales, lo que representa un avance para 1.5 millones de personas que ahora cuentan con esta protección.

Estos datos son alentadores, y solo quienes viven de la mezquindad político-partidista pueden ignorarlos para mantener una retórica basada en el rencor. En cambio, quienes desempeñamos funciones con responsabilidad social podemos sentirnos satisfechos. Años de malos gobiernos no se borran de un día para otro; es necesario entender y atender las causas profundas del rezago social para evitar que los viejos esquemas regresen.

Es fundamental reconocer estos avances sin caer en el triunfalismo. Debemos seguir construyendo desde la evidencia de acciones que han demostrado ser efectivas, para avanzar hacia un futuro con justicia social. El camino que estamos tomando como nación ya muestra beneficios tangibles que merecen continuidad. Por ello, una de nuestras prioridades debe ser no retroceder ni volver a estrategias fallidas del pasado, sino profundizar en la transformación del país.

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