¿Te encuentras recurriendo a una taza de café por la noche para mantenerte alerta? Un nuevo estudio de la Universidad de Texas en El Paso sugiere que deberías reconsiderarlo. Un equipo de biólogos de UTEP ha descubierto que el consumo nocturno de cafeína puede aumentar el comportamiento impulsivo, lo que podría llevar a acciones imprudentes.
El estudio, publicado en iScience, examinó cómo el consumo nocturno de cafeína afecta la inhibición y la impulsividad en las moscas de la fruta y fue dirigido por los doctores Erick Saldes, Paul Sabandal y Kyung-An Han. La Drosophila melanogaster, la especie de mosca de la fruta utilizada en el estudio, es un modelo poderoso para estudiar comportamientos complejos debido a sus paralelismos genéticos y neuronales con los humanos, afirmó Han.
“La cafeína es la sustancia psicoactiva más consumida en el mundo; aproximadamente el 85 % de los adultos en Estados Unidos la consumen regularmente”, afirmó Sabandal, profesor asistente de investigación del Departamento de Ciencias Biológicas de UTEP. “Dada la popularidad de la cafeína, queríamos explorar si otros factores influyen en su impacto en el control del comportamiento”.
El equipo diseñó una serie de experimentos introduciendo cafeína en la dieta de las moscas bajo diversas condiciones, incluyendo diferentes dosis, consumo nocturno y diurno, y en combinación con privación de sueño. Posteriormente, el equipo evaluó la impulsividad midiendo la capacidad de las moscas para suprimir el movimiento en respuesta a una fuerte corriente de aire, un estímulo naturalmente desagradable.
Menor capacidad de suprimir el movimiento
“En circunstancias normales, las moscas dejan de moverse cuando se exponen a una fuerte corriente de aire”, explicó Saldes, actualmente especialista en investigación científica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Illinois en Peoria y exestudiante de doctorado en UTEP. “Descubrimos que las moscas que consumían cafeína por la noche eran menos capaces de suprimir el movimiento, mostrando comportamientos impulsivos como volar de forma imprudente a pesar de estas condiciones aversivas”.
Curiosamente, el consumo de cafeína por parte de las moscas durante el día no condujo a la misma conducta imprudente, según el equipo.
El equipo también descubrió diferencias notables entre sexos. A pesar de tener niveles comparables de cafeína en el cuerpo, las hembras mostraron una impulsividad significativamente mayor inducida por la cafeína que los machos.
“Las moscas no tienen hormonas humanas como el estrógeno, lo que sugiere que otros factores genéticos o fisiológicos impulsan la mayor sensibilidad en las hembras”, afirmó el profesor de Ciencias Biológicas Kyung-An Han. “Descubrir estos mecanismos nos ayudará a comprender mejor cómo la fisiología nocturna y los factores específicos del sexo modulan los efectos de la cafeína”.
El equipo advierte que los hallazgos podrían tener implicaciones negativas para los trabajadores por turnos, el personal sanitario y el personal militar que consume café por la noche, especialmente las mujeres.
Este estudio se realizó en el laboratorio de Han, dentro del Departamento de Ciencias Biológicas de UTEP. El laboratorio se centra en las bases neurobiológicas de la plasticidad conductual, incluyendo el aprendizaje, la memoria y la adicción, así como en las interacciones entre genes y ambiente relevantes para la enfermedad de Alzheimer y la demencia relacionada.