Washington— El presidente Donald Trump planea firmar una orden ejecutiva el jueves que solicita el cierre del Departamento de Educación de Estados Unidos, según un funcionario de la Casa Blanca, lo que confirma su promesa de campaña de eliminar una agencia que ha sido objeto de críticas de los conservadores durante mucho tiempo.
El funcionario habló bajo condición de anonimato antes de un anuncio.
Trump ha criticado al Departamento de Educación por considerarlo derrochador y contaminado por la ideología liberal. Sin embargo, su desmantelamiento definitivo probablemente sea imposible sin una ley del Congreso, que creó el departamento en 1979.
Una hoja informativa de la Casa Blanca indica que se ordenaría a la secretaria Linda McMahon “tomar todas las medidas necesarias para facilitar el cierre del Departamento de Educación y devolver la autoridad educativa a los estados, al tiempo que continúa garantizando la prestación efectiva e ininterrumpida de los servicios, programas y beneficios de los que dependen los estadounidenses”. La administración Trump ya ha estado desmantelando la agencia mediante despidos y recortes de programas. Su plantilla se está reduciendo a la mitad y se han producido importantes recortes en la Oficina de Derechos Civiles y el Instituto de Ciencias de la Educación, que recopila datos sobre el progreso académico del país.
El departamento destina miles de millones de dólares al año a las escuelas y supervisa 1.6 billones de dólares en préstamos estudiantiles federales.
Actualmente, gran parte del trabajo de la agencia gira en torno a la gestión financiera, tanto de su extensa cartera de préstamos estudiantiles como de una serie de programas de ayuda para universidades y distritos escolares, desde comidas escolares hasta apoyo a estudiantes sin hogar. La agencia también desempeña un papel importante en la supervisión de la aplicación de los derechos civiles.
La financiación federal representa una parte relativamente pequeña de los presupuestos de las escuelas públicas: aproximadamente el 14 %. Este dinero suele financiar programas complementarios para estudiantes vulnerables, como el programa McKinney-Vento para estudiantes sin hogar o el Título I para escuelas de bajos ingresos.
Las universidades dependen en mayor medida del dinero de Washington, a través de becas de investigación y de la ayuda financiera federal que ayuda a los estudiantes a pagar su matrícula. Los republicanos llevan décadas hablando de cerrar el Departamento de Educación, argumentando que desperdicia el dinero de los contribuyentes e implica al gobierno federal en decisiones que deberían recaer en los estados y las escuelas. La idea ha ganado popularidad recientemente, ya que grupos de padres conservadores exigen más autoridad sobre la educación de sus hijos.
En su plataforma, Trump prometió cerrar el departamento “y devolverlo a los estados, donde corresponde”. Trump ha presentado al departamento como un semillero de “radicales, fanáticos y marxistas” que extralimitan su influencia mediante directrices y regulaciones.
Sin embargo, incluso algunos aliados de Trump han cuestionado su poder para cerrar la agencia sin la intervención del Congreso, y existen dudas sobre su popularidad política. La Cámara de Representantes consideró una enmienda para cerrar la agencia en 2023, pero 60 republicanos se unieron a los demócratas en su oposición.
Durante el primer mandato de Trump, la ex secretaria de Educación, Betsy DeVos, intentó reducir drásticamente el presupuesto de la agencia y solicitó al Congreso que agrupara todos los fondos de educación primaria y secundaria en subvenciones en bloque que otorgaran a los estados mayor flexibilidad en la forma en que gastan el dinero federal. Fue rechazada, con la oposición de algunos republicanos.