El 18 de marzo de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas del Río expidió un decreto mediante el cual expropiaba el petróleo mexicano. Déjeme decirle, apreciado lector, que hasta ese momento el 60% del petróleo estaba en manos de los ingleses y el 39.2% era manejado por compañías norteamericanas. El pueblo de México se volcó en apoyo al presidente Cárdenas, incluso llevando alcancías, puercos, gallinas y todo aquello que sirviera para que el gobierno pudiera pagar los 40 millones de dólares correspondientes a la indemnización de las compañías extranjeras.
El acto de la expropiación representó, en sí mismo, un llamado de conciencia que significó la unidad de un pueblo en torno a la decisión de un presidente. Esto no se dio solo por el hecho de apoyar contra la intervención económica extranjera, sino porque era la respuesta del momento a una situación injusta que vulneraba las condiciones mínimas de dignidad nacional.
Actualmente, PEMEX sigue representando un actor económico muy importante en la dinámica nacional, aun después de décadas de abandono y rapiña que algunos gobiernos han llevado a cabo. El deterioro de la paraestatal no comenzó con la apertura a privados en los noventa, pero está claramente marcó el declive y abandono que culminó con la reforma energética en el gobierno de Enrique Peña Nieto.
A todo lo descrito anteriormente debemos agregar el aumento de la deuda, la pronunciada reducción de las inversiones en exploración y el papel que juega la corrupción en todo esto, así como la vocación neoliberal de privilegiar la importación de combustibles y el desmantelamiento de la refinación nacional.
En las condiciones actuales, PEMEX no puede ser rehén político ni caer en el abandono institucional debido a las fuertes implicaciones económicas y sociales que se viven en México y en el mundo. Por eso, la presidenta Claudia Sheinbaum presentó el pasado 5 de agosto el “PEMEX: Plan Estratégico 2025-2035”, con un conjunto de medidas económicas, financieras y operativas respaldadas por la Secretaría de Hacienda para reducir la deuda y reorientar las operaciones de manera eficiente y eficaz.
En la estrategia presentada existen varias acciones que buscan incidir positivamente en la salud financiera y operativa de la paraestatal. Una muy importante es la inyección de capital y la condonación parcial de la deuda fiscal, que incluye una reestructuración financiera y el decidido apoyo del gobierno a través de presupuestos específicos.
Se llevará a cabo una inversión en refinación para rehabilitar las seis refinerías existentes y poner en marcha la Refinería Olmeca, ubicada en Dos Bocas, además de fijar una meta de reducción de importaciones de combustibles mediante la producción de gasolinas que lleve a la autosuficiencia en el consumo. Todo esto incluye un combate frontal a la corrupción interna que se instauró en los gobiernos neoliberales y que llevó a PEMEX a la situación precaria que vive en la actualidad.
Por supuesto que hay críticas por parte de la oposición. Una de ellas es la que ha generado la percepción de que PEMEX es una empresa inviable y deficitaria, olvidando que fueron las décadas de desinversión y abandono las que permitieron el avance de la corrupción. Otra crítica es que Dos Bocas es un gasto innecesario, sin tomar en cuenta que producir gasolina en México reduce significativamente la vulnerabilidad ante la volatilidad internacional, además de fortalecer la balanza comercial.
La rentabilidad de PEMEX no puede ni debe medirse solo en términos financieros, sino en soberanía, seguridad energética y control estratégico para el desarrollo interno. No es solamente una empresa, sino un instrumento de política pública que garantiza que el petróleo se utilice para maximizar el beneficio social y no la ganancia corporativa.
El rescate propuesto por la presidenta Sheinbaum es la continuación lógica de un acto de dignidad nacional: la expropiación petrolera de 1938. Los resultados deberán plantearse a mediano plazo y requieren continuidad y apoyo social. Ante las críticas y la campaña en contra, vale la pena recordar que defender a PEMEX es defender a México.