Las tropas de la Guardia Nacional empezaron a desplegarse en Washington el martes por la noche, cuando empezó a tomar forma el plan del presidente Donald Trump de utilizar al gobierno federal para reprimir la delincuencia en la ciudad.

Alrededor de una decena de miembros de la Guardia Nacional aparecieron en cinco vehículos militares cerca del Monumento a Washington mientras se ponía el sol, una cruda yuxtaposición a una pacífica escena nocturna de personas que pasaban trotando con auriculares y paseando a sus perros. Un oficial del ejército dijo que los soldados seguían reuniéndose en la Armería de D. C. y que se esperaba que se desplegaran alrededor de los monumentos nacionales y cerca de unas instalaciones de la Policía de Parques de Estados Unidos en el barrio de Anacostia, al sureste de Washington.

El lunes, Trump describió la capital del país en términos apocalípticos como un páramo infestado de delincuencia, una descripción que ignora hasta qué punto la delincuencia ha disminuido en la ciudad en los dos últimos años. Pero sigue sin estar claro si la eventual demostración de fuerza estará a la altura de la retórica del presidente.

Al menos el despliegue inicial cerca del Monumento a Washington a menudo parecía algo menos temible; los soldados se tomaban fotos con los visitantes. Se marcharon aproximadamente dos horas después de llegar.

“Solo hicimos un patrullaje de presencia para estar entre la gente, para que nos vieran”, dijo el sargento mayor Cory Boroff, de pie junto a un Humvee. “De la gente, para la gente en D. C.”, añadió. Dijo que no sabía adónde se dirigirían a continuación.

Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, dijo el martes que la campaña del gobierno apenas comenzaba. “A lo largo del próximo mes, el gobierno de Trump perseguirá y detendrá sin descanso a todo delincuente violento del Distrito que infrinja la ley, socave la seguridad pública y ponga en peligro a los estadounidenses que respetan la ley”, dijo.

Leavitt se jactó de que un grupo especial federal, en el que participan algunos agentes locales, efectuó 23 detenciones el lunes por la noche en relación con diversos delitos. Kash Patel, director del FBI, dijo en una publicación en X el martes por la noche que el FBI había participado en 10 detenciones en “la primera gran ofensiva” de las medidas enérgicas de Trump. En Washington, una ciudad con unos 700.000 habitantes, el Departamento de Policía Metropolitana realiza un promedio de 68 detenciones al día, dijeron las autoridades.

Muriel Bowser, alcaldesa de Washington, y Pamela Smith, su jefa de policía, se reunieron el martes por la mañana con la fiscala general Pam Bondi y otros funcionarios del gobierno. Al salir de la reunión, las funcionarias municipales dijeron que estaban enfocadas en cómo aprovechar al máximo la ayuda federal, y Bowser dijo que quería asegurarse de que la fuerza federal fuera “bien utilizada, y todo ello en un esfuerzo por reducir la delincuencia”.

Bondi, en una publicación en X, calificó la reunión de “productiva” y dijo que el Departamento de Justicia colaboraría estrechamente con la ciudad y su departamento de policía para “hacer que Washington D. C. vuelva a ser seguro”.

Pero Bowser adoptó un tono mucho más contundente el martes por la noche, al calificar las acciones de Trump de “empuje autoritario” y de “intrusión en nuestra autonomía”. En un foro abierto en directo en las redes sociales, denunció la aterradora caracterización de Washington que ha promovido Trump, al decir que ver campamentos de personas sin hogar “desencadena algo en él que le hace creer que nuestra bellísima ciudad está sucia, y no es así”.

“No somos 700.000 canallas y rufianes”, dijo. “No tenemos barrios que deban ser arrasados. Debemos tener clara nuestra historia, quiénes somos y qué queremos para nuestra ciudad”.

Bowser instó a los padres a asegurarse de que sus hijos no participen en actividades de grandes grupos en la calle. “Este es el tipo de cosas que se ven en la televisión”, dijo. “Para ser sincera, creo que esa es parte de la motivación: conseguir buena televisión y detenciones en D. C.”.

Pero la jefa Smith dijo que la federalización de la policía local “mejoraría aún más nuestra ciudad” y que los funcionarios municipales “examinarían los lugares de nuestra ciudad donde creemos que hay focos de delincuencia que nos gustaría abordar”.

Los residentes verían a los agentes de la policía local “trabajar codo con codo con nuestros compañeros federales para hacer cumplir los esfuerzos que necesitamos en toda la ciudad”, añadió.

La ley invocada por Trump permite al presidente tomar el control de la policía de la ciudad durante un máximo de 30 días. Las autoridades han dicho que 800 miembros de la Guardia Nacional y unos 500 agentes federales de las fuerzas del orden también se estaban desplegando en las calles de la ciudad para ayudar a frenar la delincuencia. Algunos de esos agentes empezaron a realizar patrullas a pie durante el fin de semana. Los funcionarios municipales han dicho que los soldados de la Guardia Nacional no tendrían autoridad para efectuar detenciones.

Mientras los funcionarios resuelven los pormenores del relevo, aún no está claro cómo se resolverían los desacuerdos en la nueva estructura de mando decretada por el presidente. Leavitt dijo que Trump está en la cúspide de la cadena de mando, y que Terry Cole, el administrador de la DEA, supervisaría el departamento de policía de la ciudad.

Bowser dijo que el presidente “tiene autoridad, en virtud de la ley, para solicitar servicios”. Pero dijo que los funcionarios municipales conservaban la autoridad para contratar y despedir a personas en el departamento de policía. Dijo que la jefa de policía trabajaría “codo a codo con las personas que el presidente haya designado”.

Leavitt también dijo que los funcionarios de D. C. utilizarían su autoridad para limpiar los campamentos de personas sin hogar, después de que Trump publicara en las redes sociales el pasado fin de semana que “Los Indigentes tienen que irse, INMEDIATAMENTE”. Dijo que se ofrecería a las personas sin hogar servicios de salud mental y contra la adicción, y espacio en albergues. Si se niegan, dijo, podrían ser sancionados con multas o penas de cárcel.

Los funcionarios federales también exigieron a la ciudad que cambiara sus leyes relativas al castigo de menores por delitos violentos. De pie junto a fotos de jóvenes víctimas de asesinato en una conferencia de prensa celebrada el martes, Jeanine Pirro, fiscala federal del Distrito de Columbia, denunció las leyes locales que limitan las penas para los adolescentes que cometen delitos violentos.

“No necesito más estadísticas. Lo único que necesito es que la gente reconozca que se trata de seres humanos vigorosos, abatidos por culpa de armas ilegales”, dijo. “Hoy estoy aquí para decirles que, en nombre de todas estas víctimas, de todas estas familias, que van a rendir cuentas, que vamos a marcar la diferencia”.

En todo Washington, defensores de la prevención del delito se prepararon para una mayor presencia policial y advirtieron de las consecuencias de la intervención federal de Trump.

“No se trata de prevenir la delincuencia”, dijo Clinique Chapman, directora ejecutiva de DC Justice Lab. “Se trata de teatro político y control federal”.

Y añadió: “Lo que sí sabemos y nos preocupa son las consecuencias imprevistas, las consecuencias colaterales, de esta toma de poder. Los jóvenes negros se llevarán la peor parte, ya que son los que tienen más probabilidades de que los paren, de que los interroguen, de enfrentarse realmente a las interacciones policiales”.

Chapman advirtió que “veremos cómo se produce este daño durante años, más allá del tiempo que estén ocupando realmente la ciudad ahora mismo”.

La ofensiva federal de Trump en Washington podría ser tanto una maniobra de imagen como un polvorín. La última vez que Trump inundó las calles de Washington de agentes federales, en 2020, dijo que era para reprimir las manifestaciones por la justicia racial. No sofocó inmediatamente el vandalismo en la ciudad.

Sin embargo, exacerbó las tensiones entre los manifestantes y las fuerzas del orden. Trump desplegó una sopa de letras de agencias federales, y algunos agentes desalojaron violentamente a los manifestantes del parque Lafayette antes de que Trump posara con la Biblia en una iglesia cercana. Más tarde, filas de agentes federales montaron guardia frente al Parque Lafayette y se enfrentaron durante días con contramanifestantes.

Aunque las manifestaciones fueron abrumadoramente pacíficas, algunos de los manifestantes cometieron actos de vandalismo y rompieron ventanas cuando las protestas se prolongaron hasta el anochecer. Pero los agentes federales hicieron poco para reducir las tensiones.

Una noche, cuando los manifestantes se dirigían al centro de Washington, el gobierno envió helicópteros militares para realizar maniobras a baja altura, normalmente reservadas para zonas de combate. La fuerza de los helicópteros arrancó ramas de árboles e hizo que los manifestantes corrieran a la vuelta de la esquina, solo para encontrarse con filas de agentes federales que marchaban hacia ellos con armas no letales.

El inspector general del Departamento de Justicia criticó posteriormente el despliegue de los agentes federales.

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