Ciudad Juárez.- De acuerdo con el informe “Uso del tiempo entre las y los adolescentes en América Latina”, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), las niñas mexicanas dedican entre dos y tres horas diarias a realizar trabajos no remunerados y tareas de cuidados en casa, una de las cifras más altas en América Latina; sin embargo, la Red por los Derechos de la Infancia en Ciudad Juárez estima que en esta frontera el número de horas puede extenderse hasta cuatro diariamente.

La cifra se basa en la atención que ofrece actualmente la Organización Popular Independiente (OPI) a 176 niños, niñas y adolescentes en cinco espacios de cuidado infantil ubicados en el norponiente de la ciudad, explicó Catalina Castillo, coordinadora local de la Red por los Derechos de la Infancia.

Indicó que la problemática incrementó tras la pandemia por Covid-19, debido a que en algunos hogares murió el padre, y mientras que la mamá tuvo que salir a trabajar, la hija mayor se quedó a cargo de hermanos más pequeños, de la abuela o del abuelo, ocupando el rol de cuidadora.

En el marco de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, celebrada en la Ciudad de México del 12 al 15 de agosto, Unicef presentó el informe que señala que en México existe una significativa carga de trabajo no remunerado y tareas de cuidados asumidas por adolescentes, con marcadas diferencias de género.

El 18.8 por ciento de los adolescentes de 12 a 18 años en este país asumen tareas de cuidados, destinando en promedio 8.2 horas semanales a estas actividades. Pero las adolescentes dedican significativamente más tiempo a las tareas de cuidados y trabajo doméstico no remunerado que los adolescentes, señala el documento.

“Esta brecha de género es consistente y relevante, siendo México uno de los países donde se registran diferencias más marcadas en comparación con otros países de América Latina”, señaló la Unicef.

La presencia en el hogar de niños o niñas menores de 5 años incrementa considerablemente el tiempo dedicado al trabajo de cuidados y doméstico, particularmente en niñas; sin embargo, la asistencia a la escuela reduce la probabilidad de que hermanas y hermanos deban asumir estas responsabilidades, lo que indica que los servicios educativos sustituyen el cuidado informal, apunta el informe.

Sin embargo, una de las principales problemáticas a las que se enfrenta la OPI en Juárez es que “las niñas ya están dejando la escuela por el cuidado de los más pequeños, hay testimoniales de los programas de la OPI que dejan el programa de horario extendido porque van a cuidar a abuelitos o hermanitos”, alertó Castillo.

Afecta más a hogares de menores ingresos

De acuerdo con la agencia internacional, en términos generales, las adolescentes que pertenecen a grupos socioeconómicos de menor poder adquisitivo dedican más tiempo a trabajo de cuidados y doméstico que aquellas de grupos socioeconómicos de mayor poder adquisitivo. El acceso limitado a servicios de educación temprana, especialmente para niños de 0 a 3 años, afecta más a hogares de menores ingresos.

En los hogares donde existe una mayor diferencia en la distribución del trabajo no remunerado entre madre y padre, también se observa una brecha de género más pronunciada entre adolescentes, reflejando cómo las normas y prácticas familiares influyen en la asignación desigual de responsabilidades.

Recomiendan evaluar y fortalecer las políticas

Ante dichos datos, la Unicef y ONU Mujeres recomendaron evaluar y fortalecer las políticas de cuidado considerando ampliar la cobertura de servicios de cuidado, para primera infancia, personas mayores y personas con discapacidad, y de educación como condición necesaria para redistribuir el trabajo de cuidados y evitar que recaiga en niñas y adolescentes. Esto incluye hacerlos más accesibles y sensibles al tiempo de los y las adolescentes.

También pidieron considerar la protección social que acompañe transiciones y promueva la corresponsabilidad, incluidos programas de transferencias monetarias y otras prestaciones económicas que pueden reducir las cargas de cuidado que recaen sobre las adolescentes.

Promover la transformación cultural desde y para la adolescencia a través de campañas dirigidas a adolescentes; generar evidencia robusta y sistemas de información fortalecidos con datos específicos y promover la educación para la igualdad y la garantía integral de derechos. (Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez)

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