“El día de hoy realizamos recorridos en el área del Parque Chamizal y Avenida Malecón. Se despliegan unidades, elementos; se cuenta con piloto y aeronave no tripulada. Acuden CBP, DEA, FBI, Inteligencia del Consulado, HSI, GN, Defensa, AEI, FGR, SSPE, SSPE”.
Esa información, tal y cual, fue dada a conocer por la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSPE) el pasado cinco de febrero. Fue uno de los últimos frenéticos operativos policiacos desarrollados durante casi un mes en busca de pasadizos subterráneos “internacionales”.
Buscaban a hijitos o hijotes del gigantesco túnel descubierto a principios de enero de este mismo año también muy cerca de El Chamizal, a un ladito de la X monumental. Hubo acciones mediáticas bastante ruidosas precisamente con policías de ambos lados de la frontera pero no pasaron del ratón loco. No hallaron más que viejas alcantarillas tapadas.
No solo los coyotes traficantes de personas habían mutado en topos con éxito extraordinario sino también tenían convertidos en topos a los propios policías. Elementos de CBP fueron descubiertos a principios del año por el FBI abriendo las puertas al crimen para el paso de migrantes y drogas. De este lado era obvia la colaboración policial pero no cayó nadie; aún no cae nadie. ¿O sí?
La historia de ese túnel en particular evidentemente dará para rato. Las autoridades mexicanas identificaron a Ulises Nache Trujillo como líder delictivo, apodado Delta 1, y administrador máximo del negocio generado ahí que debió producir al crimen auténticas fortunas en ganancias durante años. Debieron cruzar por ahí más migrantes que agua por encima de sus cabezas, por el Río Bravo.
Fue ejecutado “Delta” casi siete meses después de aquel hallazgo. Murió apenas el pasado 11 de agosto junto a dos policías “francos” que lo escoltaban. Trascendió que otros operadores suyos habrían sido también privados de la vida y huido de la ciudad sus parientes más cercanos.
Ha habido casi 20 ejecuciones desde entonces aunque las autoridades no las han relacionado con “Delta 1”. Ninguna detención de sicarios.
No sería ninguna sorpresa que la DEA, o el FBI, o Seguridad Nacional estadunidense, etc., incluyeran pronto este caso de Nache y de sus operadores en sus reportes de seguimiento a casos o investigaciones relacionadas con el túnel susodicho y/o con otras múltiples actividades delictivas desarrolladas en la región, ya sea que se lleven a cabo las mismas por las garitas de los cruces, por subterráneos, por cualquier segmento del muro fronterizo y hasta por el aire.
Tenemos pendiente por conocer aquel extraordinario misterio de los portones eléctricos abiertos en el “inviolable” muro de acero, a la altura de la puerta 28, por donde entraban coyotes y migrantes sin necesidad de ensuciarse en el túnel o por los drenajes. Publicamos el video correspondiente en El Diario. Ni modo que los botones correspondientes fueran apachurrados por Gasparín o por líderes delictivos de este lado de la frontera.
Tampoco olvidemos que la DEA jugó un papel central en el “operativo” desarrollado en Sinaloa para que “Los Chapitos” traicionaran al jefe histórico del Cártel de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada, lo secuestraran allá, lo trajeran por aire a la región, lo cruzaran por cielo juarense y lo entregaran en una pista entre Nuevo México y El Paso.
Para Juárez, Chihuahua y para México entero ha sido tan conocida como polémica la operación particularmente de la DEA. Hay acuerdos específicos entre el gobierno norteamericano y el mexicano al respecto aunque no siempre son suficientemente conocidos por las sociedades en general de ambos países. Su propia naturaleza los convierte en altamente secretos.
A pesar, insistimos, de esa familiaridad entre los mexicanos por el trabajo de dicha agencia en territorio azteca, en todo el territorio nacional, hasta la presidenta, Claudia Sheinbaum, exhibió su sorpresa en La Mañanera del pasado martes sobre el anuncio que hiciera un día antes, el lunes, sobre el “Proyecto Portero” que consiste en acciones binacionales para “desmantelar a los guardianes” de los cárteles en las fronteras.
Al atacar específicamente a los guardianes “la DEA y sus socios golpean directamente el corazón del mando y control de los cárteles…(está en funcionamiento) un programa de capacitación y colaboración de varias semanas que reúne a investigadores mexicanos con miembros de las fuerzas del orden de Estados Unidos, fiscales, oficiales de defensa y representantes de la comunidad de inteligencia”.
El comunicado atribuyó la información sobre el proyecto directamente al administrador general de la DEA, Terrance Cole. “El Proyecto Portero y este nuevo programa de capacitación muestran cómo vamos a luchar”, precisó. No es únicamente contra el fentanilo sino contra todas las ramas delictivas relacionadas con las drogas en general.
La presidenta mexicana reaccionó con la seriedad y la serenidad que han sido su sello durante todas las conferencias de prensa matutinas, aunque de repente suelta chispazos irónicos como la presentación del Café del Bienestar “para que se sigan retorciendo” (sus opositores). No cuestionó ninguna de las partes del proyecto supuestamente binacional pero simple y sencillamente negó la existencia de un acuerdo para el efecto.
Quién sabe por qué la agencia estadunidense generó el comunicado, “México hace lo que nosotros le decimos” afirmó Donald Trump días antes, pero todo lo que hay al respecto es un “taller” llevado a cabo en Texas por algunos elementos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, dio a conocer la presidenta.
Ni una instancia ni la otra, ni funcionarios mexicanos ni norteamericanos, regresaron al tema los días siguientes. Ni para aclaraciones de una parte y/o reclamos de la otra parte.
Quizá los días o semanas siguientes tengamos noticia de algún resultado específico sobre ese Proyecto Portero, por la víspera desprendida de lo dicho por Sheinbaum, no tendremos nada, al menos no públicamente ni dicho con ese nombre.
La realidad es justamente que con Portero o sin Portero, la DEA ha seguido operando normalmente por décadas en todo el país y que los goles del crimen organizado siguen siendo tantos como las altísimas estadísticas de adictos en los Estados Unidos, de muertos por sobredosis en calles y hospitales norteamericanos, y paralelamente, el crecimiento de caudales económicos inimaginables lavados en los sistemas financieros, producto de eso, del mercado de las drogas.
Podemos hablar de numerosos goles y autogoles aplicados por el crimen en las porterías de la DEA y de los órganos de seguridad estadunidenses y mexicanos que, en efecto, demandaban o demandan, un buen portero, pero nos viene a la memoria un par descubiertos casualmente mientras llegaban al túnel los reflectores mediáticos; ocurrieron a principios de este año.
Fueron dos policías de CBP (Aduanas y Protección Fronteriza) que, desde sus respectivos puntos de vigilancia, permitían a los grupos delictivos introducir ilegalmente a Estados Unidos, uno de ellos por el mero centro de Juárez-El Paso, migrantes, drogas, etc.
Uno de los elementos, Manuel Pérez Jr, de 32 años de edad, fue captado el 11 de febrero de este año mientras era detenido por el FBI, la DEA y sus propios compañeros de asuntos internos de la CBP en el Puente Paso del Norte. Trabajó para la delincuencia entre diciembre del 2023 hasta el momento de su arresto.
Echemos a andar la imaginación sobre todo lo que permitió cruzar, en tiempos cuando eran detenidos hasta 30 mil migrantes mensualmente en El Paso, que habían pagado a los polleros hasta 12 mil dólares cada uno por el traslado.
Pérez actuaba ya con descaro. Disfrutaba sus ganancias en Juárez y mantenía acá varias casas de seguridad que fueron cateadas y aseguradas por policías mexicanos con apoyo e información de sus similares estadunidenses.
Al menos en dos casas había vehículos que eran usados por escoltas de Pérez cuando estaba en Juárez, que era casi a diario. Hubo algunas detenciones, entre ellas la de un hombre y una mujer en posesión de ocho armas largas y casi medio kilo de coca (Fotos en versión digital de La Columna).
Siempre ha estado la DEA en ese caso y muchos otros en proceso de desarrollo. Deben ser múltiples las investigaciones vigentes, así que posiblemente por tales circunstancias y la titánica presión de Donald Trump por pulverizar a los cárteles nació de forma unilateral el Proyecto Portero solo por ponerle un nombre al enésimo intento por frenar, o acabar (imposible) el flujo de drogas de México hacia el otro lado de su frontera norte.

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