-La excesiva regulación actúa en favor de proveedores extranjeros a quienes no se les exige tal cumplimiento.

En Ciudad Juárez, donde la industria maquiladora representa la columna vertebral de la economía, los trámites asociados al REPSE (Registro de Prestadoras de Servicios Especializados u Obras Especializadas) se han convertido en un verdadero freno para el desarrollo local.

Este registro, creado hace apenas tres años y medio con la intención de regular la subcontratación de servicios especializados, se transformó en un filtro que, en lugar de fortalecer la formalidad, terminó marginando a proveedores locales y nacionales.

Lo que parecía un trámite exclusivo para empresas de servicios, en realidad se extiende con facilidad a proveedores de bienes. Basta con vender una máquina, una copiadora o equipo productivo, y además encargarse de su instalación o mantenimiento, para que la empresa proveedora deba contar con REPSE.

De no tenerlo, la maquiladora que contrató el servicio queda como responsable solidaria de cualquier incumplimiento, enfrentando las mismas multas que el proveedor, sanciones que históricamente se ubican en niveles muy altos.

El verdadero reto no es obtener el registro, que puede tardar unas tres semanas, sino sostenerlo. Las obligaciones de reporteo periódico ante la Secretaría del Trabajo, IMSS, Infonavit y SAT generan una carga administrativa que solo las grandes empresas pueden costear. El caso más delicado es el del SAT: la maquila debe comprobar que su proveedor ya pagó el IVA antes de solicitar su devolución.

Si el SAT detecta lo contrario, el representante legal de la maquila puede ser acusado de fraude fiscal, con consecuencias penales inmediatas. Esta situación convierte a las plantas exportadoras en una especie de auditores fiscales de sus propios proveedores, lo que eleva exponencialmente el riesgo de hacer negocios con firmas locales sin historial de cumplimiento perfecto.

En este entorno, los despachos que asesoran a las maquiladoras en la frontera recomiendan cada vez más contratar proveedores estadounidenses, quienes no están sujetos al REPSE ni a las sanciones que este implica.

Como resultado, la participación de proveedores locales se limita a servicios muy básicos como limpieza, vigilancia, transporte de personal o cafetería. En la práctica, el REPSE está expulsando a los proveedores nacionales de la cadena de valor maquiladora, cediendo espacio a proveedores extranjeros.

El problema se agrava cuando se observa el contexto económico de Ciudad Juárez.

Según datos recientes, la ciudad muestra signos de desaceleración en el empleo, sobre todo maquilador, con una pérdida de 64 mil plazas desde 2023.

En este escenario, la tramitología del REPSE actúa como una losa extra sobre los proveedores locales, que, en lugar de encontrar espacio para crecer, se topan con un muro regulatorio que los margina.

Así, el REPSE no solo complica la operación administrativa de las maquilas, sino que está minando el desarrollo económico de la ciudad. Mientras el discurso oficial habla de fortalecer la formalidad y la recaudación, en la práctica se reduce el margen de acción de cientos de pequeñas y medianas empresas juarenses que dependen del sector maquilador.

En lugar de ser un motor de transparencia y competitividad, este registro opera como un freno que encarece la operación, ahuyenta la contratación local y concentra las oportunidades en manos de proveedores extranjeros.

Para una ciudad como Juárez, que históricamente ha basado su crecimiento en la integración con la maquila y en la participación de empresas locales, este diseño regulatorio resulta contraproducente.

En tiempos de incertidumbre económica y enfriamiento del mercado laboral, lo que más se necesita son reglas claras que faciliten la participación de proveedores nacionales, no mecanismos que los excluyan. El REPSE, tal como funciona hoy, no ayuda: perjudica el encadenamiento productivo y termina debilitando el desarrollo económico de la frontera.

Una posible salida estaría en revisar y flexibilizar el diseño del REPSE: simplificar los reportes, homologar trámites entre dependencias y limitar la responsabilidad solidaria que hoy ahuyenta a las maquilas de contratar proveedores locales.

De no hacerlo, Ciudad Juárez seguirá perdiendo competitividad y verá cómo sus empresas nacionales quedan fuera de la cadena de valor en su propia frontera. De ahí, un llamado a Marcelo Ebrard, secretario de Economía, para que tome acciones en favor de micro y pequeñas empresas juarenses.

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