Utah.- En las caóticas horas que vinieron después del disparo de un tirador en la Universidad de Utah Valley el miércoles pasado, Tyler Robinson envió un mensaje de texto a la persona que vivía con él y era su pareja sentimental, que se encontraba en casa a unos 400 kilómetros de distancia, y le dijo: “Deja lo que estás haciendo, mira debajo de mi teclado”.

Ahí, en su apartamento anodino en St. George, una ciudad conservadora de Utah en rápido crecimiento, había una nota de Robinson que decía: “He tenido la oportunidad de eliminar a Charlie Kirk, y voy a aprovecharla”.

Tuvieron que pasar 33 horas y una frenética persecución en la que intervinieron funcionarios de alto rango del gobierno del presidente Donald Trump para que Robinson, de 22 años, fuera finalmente detenido. Al final, fue la madre de Robinson quien reconoció la imagen de su hijo mayor en las noticias e inició una minuciosa serie de llamadas telefónicas que culminaron con su detención.

Los cargos penales presentados el martes describen a Robinson como un asesino con tendencias de izquierda y opiniones favorables a la comunidad LGBTQ, que dedicó una semana a planear un asesinato que ha exacerbado el odio político en Estados Unidos y ha dado lugar a promesas de represalias por parte de las más altas esferas del gobierno e incluso a que se hable de guerra civil.

Pero los documentos judiciales y las entrevistas revelan las desgarradoras revelaciones que se produjeron en privado, cuando la pareja y los padres de Robinson, en los desiertos de rocas rojas del sur de Utah, se dieron cuenta de que el otrora estudiante sobresaliente y ganador de una beca parecía ser la figura vestida de negro a la que perseguían las fuerzas de seguridad.

“No fuiste tú quien lo hizo, ¿¿¿¿verdad????”, le escribió la pareja de Robinson el miércoles pasado.

“Sí soy”, respondió Robinson. “Lo siento”.

Los fiscales de Utah dijeron que Kirk era el objetivo “por su expresión política”, pero no ofrecieron un motivo más detallado el martes, cuando acusaron a Robinson de asesinato con agravantes y anunciaron que pedirían la pena de muerte.

Robinson creció en una familia republicana —el acusado describió a su padre como “un maga bastante acérrimo”—, pero sus opiniones políticas se habían intensificado y desplazado hacia la izquierda en el último año, sobre todo en lo referente a los derechos de las personas homosexuales y transexuales, según dijeron las autoridades.

La persona que vivía con Robinson, quien también era su pareja sentimental, estaba transicionando del género masculino al femenino, y Robinson dijo a su familia que creía que Kirk había estado propagando el odio.

“Ya estaba harto de su odio”, escribió Robinson a su pareja en un mensaje de texto después del ataque, según los documentos judiciales.

Las autoridades de Utah dijeron que la pareja sentimental de Robinson no sabía nada de ningún plan para matar a Kirk y que había estado cooperando con los investigadores. Los investigadores no han dicho si la relación era un motivo para atacar a Kirk, crítico declarado de los derechos LGBTQ.

Beau Mason, comisionado de seguridad pública de Utah, dijo que los investigadores seguían trabajando para desentrañar las relaciones personales de Robinson y excavar en su amplia vida en internet para comprender plenamente lo que podría haberlo impulsado.

“¿Con quién hablaba, con quién conversaba?”. dijo Mason en una entrevista. “Lo mismo ocurre con lo digital: ¿Qué interacciones tuvo en internet, qué sitios web visitó, qué pudo influir en él de alguna manera? No sabes lo que hay ahí fuera hasta que lo buscas”.

La búsqueda condujo finalmente a los investigadores a St. George, adonde Robinson había regresado tras abandonar sus estudios después de un semestre en la Universidad Estatal de Utah, a más de 640 kilómetros al norte, cerca de la frontera con Idaho. Había estado cursando el tercer año de un programa de aprendiz de electricista en el Dixie Technical College.

Él y su pareja pasaban gran parte del tiempo encerrados en casa jugando videojuegos, dijeron los vecinos. Tenían un pequeño grupo de amigos y a menudo utilizaban la plataforma de mensajería Discord para quedar para jugar videojuegos en línea, según una persona amiga que habló bajo condición de anonimato por temor a represalias.

En esos chats de Discord, Robinson nunca indicó que quisiera hacer daño a nadie, incluido Kirk, dijo la persona amiga. Sin embargo, tras el ataque, en algunas ocasiones bromeó sobre ser identificado erróneamente como el asesino y en otras confesó haber disparado a Kirk en distintas secciones de la plataforma.

En los mensajes de texto que envió a su pareja tras el ataque, Robinson parecía por momentos querer disculparse, o se mostraba desafiante o afectuoso, mientras pensaba si podría recuperar el rifle utilizado para matar a Kirk y recorrer los más de 640 kilómetros para llegar a su casa en St. George. Parecía convencido de que podría salirse con la suya.

“Sigo bien, mi amor, pero estoy atrapado en Orem por un poco más”, dijo, refiriéndose a la ciudad cercana a Provo que alberga la Universidad de Utah Valley.

“No debería pasar mucho tiempo hasta que pueda volver a casa, pero aún tengo que ir por mi rifle. Para ser sincero, esperaba mantener esto en secreto hasta que muriera de viejo. Lamento involucrarte”.

La pareja parecía estupefacta.

“¿Por qué?”.

“¿Por qué lo hice?” respondió Robinson.

“Sí”.

Respondió: “Hay odio que no se puede negociar”.

Los mensajes sugieren que Robinson permaneció cerca del lugar del ataque incluso cuando numerosos agentes de la ley locales y federales acudieron apresurados. Mencionó haber visto un coche de policía aparcado junto al lugar boscoso donde dejó el rifle, y lamentó no haber regresado inmediatamente para recuperar el arma.

“Tuve que dejarlo en un arbusto donde me cambié de ropa”, escribió, y añadió: “Quizá tenga que abandonarlo y esperar que no encuentren huellas”.

Robinson siguió enviando mensajes de texto, en los que se mostraba preocupado por cómo contaría a sus padres la desaparición del rifle y le decía a su pareja que los mensajes crípticos que grabó en los casquillos de bala eran “sobre todo un gran meme”.

No se incluyeron más respuestas de su pareja en las actas judiciales presentadas el martes.

“Borra este intercambio”, escribió Robinson.

Como millones de estadounidenses, la madre de Robinson, del sur de Utah, había estado siguiendo el ataque contra Kirk. El jueves, se dio cuenta de que las imágenes del atacante que se habían difundido para contribuir a la persecución le resultaban inquietantemente familiares.

Llamó a Robinson, el mayor de sus tres hijos, para preguntarle dónde estaba. Le dijo que estaba enfermo en casa y que estaba allí desde el día del ataque, según consta en las actas judiciales.

La madre de Robinson enseñó entonces la foto a su marido, quien estuvo de acuerdo en que el atacante se parecía a su hijo.

El padre de Robinson también creía que el rifle, que los investigadores encontraron en una zona boscosa cercana al campus, se parecía a un arma que le habían regalado a su hijo. Le enviaron un mensaje a su hijo el jueves y le pidieron que enviara una foto del rifle. El hijo no respondió.

Sus padres convencieron a Robinson para que acudiera a su casa familiar en una tranquila calle suburbana de Washington, Utah, a las afueras de St. George. Según los documentos judiciales, Robinson dio a entender que él era el atacante. Pero no podía ir a la cárcel. En lugar de eso, quería suicidarse.

Sus padres se pusieron en contacto con un amigo de la familia que conocían a través de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, quien también es sheriff adjunto jubilado, y empezaron a intentar negociar la rendición de Robinson.

El sheriff adjunto jubilado no tardó en llamar al sheriff Nate Brooksby del condado de Washington y, con voz temblorosa, informó de que creía saber quién había matado a Kirk.

“Nunca hubiera podido imaginar lo que salió de su boca”, dijo el sheriff Brooksby en una entrevista el martes, recordando la llamada telefónica.

El sheriff Brooksby llamó entonces al sheriff Mike Smith, del condado de Utah, donde se produjo el ataque, para darle la noticia.

“Le expliqué: ‘Oye, tengo al tirador en el condado de Washington, estamos negociando para que se rinda’”, dijo el sheriff Brooksby. “Me dijo: ‘Espera, espera, espera, ¿de qué estás hablando?’. Lo repetí. Dijo: ‘Espera’, y me puso en el altavoz”.

El sheriff Brooksby dijo que Robinson tenía miedo de ser detenido por un equipo SWAT o de que las fuerzas de seguridad le dispararan, y aceptó un final discreto para una febril persecución.

El sheriff adjunto retirado llevó a Robinson y a sus padres a la oficina del sheriff en Hurricane, Utah, y Robinson fue escoltado a una sala de interrogatorios para esperar mientras los investigadores del centro de mando se apresuraban a tomar un avión y volar hasta el sur de Utah.

El sheriff Brooksby dijo que Robinson parecía “tranquilo y serio” y pidió un abogado.

“La intensa presión de las fuerzas de seguridad lo acorraló”, dijo el sheriff Brooksby. “Sabía que era inevitable que lo atraparan”.

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