Una malla metálica rodeada de la naturaleza del desierto, cientos de botellas de plástico, ropa, cobijas y las huellas sobre la arena de quienes han cruzado de manera irregular recientemente a Estados Unidos desde Ciudad Juárez forman parte del lugar en donde el gobierno de Donald Trump busca continuar con la construcción del muro fronterizo.
Pese a que diversos estudios, como los realizados por especialistas de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), advierten de daños ambientales debido a la introducción de maquinaria pesada, trabajadores y la propia barrera metálica, la secretaria del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), Kristi Noem, emitió el jueves nuevas exenciones de las leyes ambientales para garantizar la construcción expedita de barreras físicas y carreteras, minimizando el riesgo de demoras administrativas en la frontera.
Las exenciones buscan la construcción “rápida” de aproximadamente 58 kilómetros de nuevo muro fronterizo en Arizona y Nuevo México, de los cuales aproximadamente 13.67 kilómetros se levantarían en Santa Teresa y Sunland Park, en conocida “zona de Anapra”.

La ‘nueva zona militar’
Se trata del área en donde la primera administración de Donald Trump comenzó a levantar la barrera de acero en enero de 2021, pero que en el mismo mes fue suspendida cuando Joe Biden comenzó su gobierno.
Una de las zonas está ubicada a la altura del marcador internacional 353, en la frontera de Sunland Park, Nuevo México con Ciudad Juárez, considerado como uno de los puntos con mayor cruce irregular en el Sector El Paso, por lo que desde finales de marzo de este año es vigilado desde una tanqueta blindada del Ejército de los Estados Unidos que se instaló en el lugar que en mayo pasado fue designado como “nueva zona militar” por el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Durante un recorrido realizado ayer por El Diario se observaron los montones de barrotes de acero que permanecen junto a la malla metálica sobrepuesta en la frontera, debido a que no alcanzaron a ser instalados por la primera administración de Trump pese a que en la última semana de su gobierno los estadounidenses trabajaron de día y de noche en la construcción del muro.

Evidencias de su recorrido
Pese a la continua vigilancia de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos (USBP) del Sector El Paso y la presencia del Ejercito de Estados Unidos, en los límites mexicanos se encontraron cientos de botellas de agua vacías, cuadros de esponja que utilizan los migrantes bajo los zapatos para no dejar huellas en el desierto, cobijas de la Cruz Roja Internacional, chamarras, gorras, e incluso unas pinzas que utilizan para cortar la malla.
También se observó un “hueco” hecho entre el piso y un área de la malla; así como documentos personales, aparentemente apócrifos, de migrantes de origen guatemalteco. Y un sinnúmero de huellas de zapatos entre la arena del desierto y los matorrales que se encuentran en los límites de México.
Aves y mariposas también se han observado en la zona desértica, en donde la construcción del muro formaría parte del proyecto “El Paso Sector 16-4 Proyecto de Muro Anapra (~1.3 millas)”, a lo largo de aproximadamente 2.09 kilómetros entre Sunland Park y Santa Teresa, Nuevo México y Juárez, Chihuahua.
También se instalarían en esta región aproximadamente 11.26 kilómetros del llamado “Proyecto de muro secundario de Santa Teresa en el sector de El Paso (~7 millas)”, además de unos 321.86 metros con una altura de 12.19 metros altura de “una puerta de entrada (POE) de aproximadamente 0.2 millas con una altura de aproximadamente 40 pies” cerca de esa misma zona.
“La frontera se ha pensado por parte de algunos gobiernos de Estados Unidos como un espacio que propicia la migración ilegal y la delincuencia”, por lo que se han instalado “muros, alambradas y vallas, con la intención de establecer un perímetro de seguridad que impida el cruce de personas indocumentadas y el trasiego de droga” señala El Colef.

Posible impacto ambiental
De acuerdo con el capítulo “Posibles impactos de la construcción y operación del muro fronterizo sobre el ambiente físico” de Juan Manuel Rodríguez Esteves y José Luis Castro Ruiz, ambos investigadores de El Colef, la construcción de la barrera metálica entre Estados Unidos y México provoca cambios en el paisaje físico y natural, dado que se incorporan elementos que no forman parte de los elementos naturales de la región; sin embargo, es posible identificar consecuencias previas y posteriores a la edificación de una valla fronteriza.
Los especialistas señalan que, en principio, para la construcción es necesario la introducción de maquinaria pesada y trabajadores; esto provoca que el suelo se compacte, lo que ocasiona que el crecimiento de flora se dificulte. A su vez, la eliminación de cubierta vegetal, acelera el proceso de erosión.
Otra causa directa en el proceso de construcción es la generación de desechos sólidos y líquidos asociados a la actividad humana que es externa al ambiente natural y alteraría el ciclo del entorno.
Y, además de la emisión de contaminantes atmosféricos, la maquinaría utilizada genera un importante número de gases y partículas contaminantes que se depositan en el aire como partículas suspendidas para después internarse en la atmósfera.
“Terminada la construcción, diversos materiales utilizados y sustancias quedarán en el ambiente como basura”, señalan.
De acuerdo con la doctora María Eugenia González Ávila, la construcción del muro repercute directamente en la movilidad y traslado de insectos como los polinizadores, y mariposas. Y respecto a los impactos en la flora, se encuentran la yuca, encinos, nogales, entre otras plantas endémicas de la región, destaca El Colef.

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