Esta primavera, el FBI y el Departamento de Justicia emprendieron una ofensiva sin cuartel en la que participaron cientos de empleados para revisar los archivos de Jeffrey Epstein con un único objetivo: encontrar algo, cualquier cosa, que pudiera hacerse público para satisfacer el creciente clamor de las furiosas legiones de partidarios del presidente Donald Trump.
Pero tras dedicar incontables horas al proyecto y trabajar a veces sin descanso buscando en bases de datos, discos duros, unidades de red, armarios, escritorios y roperos, el buró y el departamento finalmente reconocieron este mes que tenían poco que mostrar como resultado de sus esfuerzos. Se dieron cuenta, por ejemplo, de que no existía una “lista de clientes” específica, algo que los investigadores anteriores sabían desde hace años.
Esas conclusiones, anunciadas en un memorándum a principios de mes y repetidas esta semana en una declaración de un funcionario del Departamento de Justicia, culminaron una frenética lucha por clasificar más de 100.000 páginas de material relacionado con Epstein, el financiero desacreditado que murió en prisión hace seis años a la espera de juicio por cargos de tráfico sexual. Durante la investigación, funcionarios del Departamento de Justicia desviaron a cientos de empleados del FBI y fiscales federales de sus tareas habituales para que revisaran los documentos al menos cuatro veces, incluida una para señalar cualquier referencia a Trump y a otras figuras prominentes.
En un momento dado, los propios expertos revisores de documentos del FBI expresaron su preocupación por el hecho de que la investigación no solo se estuviera precipitando, sino que también pudiera violar las leyes y los protocolos internos establecidos para evitar que se divulgara información sensible sobre testigos, víctimas menores de edad y material del jurado de acusación.
Los detalles de la revisión se basaron en los relatos de tres exfuncionarios del FBI y del Departamento de Justicia que hablaron bajo condición de anonimato por temor a represalias. The New York Times también obtuvo un resumen del proceso, tal como lo describió un funcionario de alto rango del FBI al Comité Judicial del Senado.
El amplio y, en última instancia, infructuoso esfuerzo por examinar los archivos refleja la obsesión del gobierno de Trump y de la base política de Trump por Epstein, una obsesión que varios funcionarios de alto rango contribuyeron a alimentar ellos mismos antes de entrar en el gobierno. La revisión parecía estar llegando a su fin a mediados de abril, poco antes de que la fiscala general Pam Bondi informara a Trump de que se le mencionaba en los archivos.
Aun así, al llegar a la misma conclusión a la que habían llegado otras investigaciones —a saber, que Epstein se suicidó en 2019 y que no existían pruebas para acusar a otras personas de traficar con mujeres jóvenes—, la revisión de los documentos ha creado profundas fisuras entre los seguidores del presidente, que se han visto sin saber a quién o qué creer sobre una historia que les han dicho durante años.
El senador Richard Durbin por Illinois, el segundo demócrata más importante del Senado y miembro de mayor rango en el Comité Judicial, dijo que el gobierno era el único responsable de ello.
“Está claro que el presidente Trump y la fiscala general Bondi son directamente responsables de la confusión y la desconfianza en torno al encubrimiento de Epstein”, dijo en un comunicado, en el que calificó de “altamente creíble” el relato del funcionario de alto rango del FBI.
El martes, Todd Blanche, fiscal general adjunto, clavó la estaca más reciente en el corazón de la teoría de la conspiración de Epstein, al reiterar las conclusiones del memorándum del departamento emitido este mes en el que se indicaba que la revisión del FBI no había descubierto ningún culpable adicional.
“Este Departamento de Justicia no rehúye las verdades incómodas, ni la responsabilidad de perseguir la justicia dondequiera que conduzcan los hechos”, escribió Blanche en las redes sociales. “La declaración conjunta de @TheJusticeDept y el @FBI del 6 de julio aún es tan exacta hoy como cuando se escribió”.

El mensaje de Blanche era una concesión tácita de que la revisión del FBI —que desvió recursos de otras misiones críticas— había sido en gran medida una pérdida de tiempo. También corría el riesgo de enfurecer aún más a los partidarios de Trump y a los influentes de derecha, muchos de los cuales siguen convencidos de que otros hombres poderosos estaban en connivencia con Epstein.
Un portavoz del Departamento de Justicia no respondió a un mensaje en busca de comentarios. Un portavoz del FBI no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios.
Casi tan pronto como Trump regresó a la Casa Blanca, la investigación de los archivos de Epstein se convirtió en una de las principales prioridades de su gobierno. Pero ya había indicios de que las recriminaciones y los pasos en falso consumirían el esfuerzo.
Pocos días después de que el Senado confirmara a Kash Patel como director del FBI y de que él nombrara a Dan Bongino como su adjunto, los dos hombres se vieron inmersos en la revisión, al tiempo que se enfrentaban a las críticas de la propia Bondi.
El 27 de febrero, una semana después de que Patel asumiera su cargo, Bondi le escribió una carta en la que acusaba a la oficina de campo del FBI en Nueva York de retener miles de páginas de documentos relacionados con el caso Epstein. Aunque la base de su acusación sigue sin estar clara, también ordenó a Patel “que lleve a cabo una investigación inmediata sobre por qué no se cumplió mi orden al FBI”, y dio al director dos semanas para presentar una respuesta.
Al día siguiente de la entrega de la carta, James Dennehy, el principal agente de la oficina de Nueva York, se vio obligado a dejar su puesto por razones que nunca se aclararon.
Luego, a principios de marzo, se ordenó a la Sección de Difusión de Registros e Información del FBI en Winchester, Virginia, que procesara más de 100.000 páginas de los archivos Epstein para su divulgación pública. Pero los archivos estaban plagados de datos que no debían hacerse públicos, como información de identificación personal, material del jurado de acusación, información protegida en virtud de la Ley de Registro de Llamadas y la Ley de Seguridad Nacional e información cuya divulgación está prohibida en virtud de la Ley de Víctimas Infantiles y Testigos Infantiles, dijo el funcionario de alto rango de la oficina al Comité Judicial.
En un principio, la sección de archivos decidió tratar los expedientes como una solicitud de la Ley de Libertad de Información, que normalmente se tramitaría de forma cautelosa y deliberada. Pero el furor desatado entre los partidarios de Trump pareció aumentar la presión para revisar y publicar rápidamente el material de Epstein.
El viernes 14 de marzo, por ejemplo, el FBI redobló sus esfuerzos al enviar a cientos de personas de la oficina de Nueva York para que ayudaran a los de la sección de archivos a examinar los documentos durante el fin de semana. Sin embargo, incluso con el aumento de personal, el equipo solo pudo autorizar la publicación de unos 900 documentos hasta el martes, según el relato del funcionario de alto rango del FBI que se facilitó al Congreso.
Cuando Bondi y Patel recibieron ese lote inicial, se mostraron disgustados, dijo el funcionario de alto rango del FBI. Ordenaron al personal del FBI que trabajara en turnos obligatorios las 24 horas del día para revisar más material.

Dentro de la sección de archivos, los empleados expresaron su alarma porque se les había ordenado suprimir solo los nombres de algunas víctimas de los archivos, lo cual potencialmente dejaba al descubierto material sensible del jurado de acusación e información relativa a testigos.
El relato del funcionario de alto rango de la oficina decía que los archivos se habían terminado de procesar el 19 de marzo, pero entonces el Departamento de Justicia añadió más nombres a la lista de víctimas, lo que provocó otra revisión.
Finalmente, alrededor del 22 de marzo, funcionarios del Departamento de Justicia se desplazaron a las instalaciones del FBI en Winchester para revisar los documentos procesados. Los empleados volvieron a recibir nuevas instrucciones, lo que provocó un cuarto reprocesamiento de los archivos, según declaró el funcionario de alto rango al Congreso.
Cuando el FBI terminó de revisar los archivos, los materiales se entregaron a un equipo de decenas de abogados del Departamento de Justicia, a quienes se les encomendó la tarea de volver a comprobar las ediciones del FBI para garantizar que no se revelara ni demasiada ni muy poca información, según una persona familiarizada con el proceso. Los abogados, procedentes de varias divisiones del departamento, estuvieron sentados en sus escritorios desde fines de marzo o principios de abril y verificaron documentos durante la mayor parte de dos semanas, dijo la fuente.
El proceso de revisión fue dirigido por funcionarios de la oficina de Blanche, quien marcó un ritmo agotador e instó a los abogados a trabajar lo más rápido posible. Entre otras tareas, se ordenó a los abogados que marcaran en los documentos cualquier mención a Trump y a otras celebridades, como el expresidente Bill Clinton y el príncipe Andrés, según uno de los exfuncionarios familiarizados con el proceso. Las referencias se registraron en un archivo colaborativo en línea de Microsoft SharePoint.
A mediados de abril, la revisión del departamento había concluido en su mayor parte, dijo la persona.
Poco después, Bondi informó a Trump del estado de los archivos, y reveló que su nombre figuraba en ellos, entre otros. No está claro hasta qué punto eran significativas las referencias a Trump, y el mero hecho de ser mencionado en los expedientes no es indicio de delito. Los representantes de Trump han dicho que cualquier sugerencia de que el presidente estuviera implicado en actos ilícitos relacionados con Epstein era una “noticia falsa” y han señalado a menudo que Trump expulsó a Epstein de su club, Mar-a-Lago, por “ser un depravado”.
Aun así, a mediados de mayo, Patel y Bongino, quien como presentador de un pódcast había pasado años dándole bombo a los archivos de Epstein, iniciaron lo que parecía una campaña mediática destinada a moderar las expectativas sobre el contenido de los archivos.
“Reconoces un suicidio cuando lo ves, y eso es lo que fue: se suicidó”, dijo Patel a Fox News el 19 de mayo, y añadió: “He visto todo el expediente”.
Unas semanas después, Patel apareció en el pódcast de Joe Rogan.
“Hemos revisado toda la información y el público estadounidense va a recibir toda la que podamos publicar”, dijo Patel. “Se suicidó. ¿Crees… ? Vamos a jugar a la conclusión lógica de esto. ¿Crees que yo mismo, Bongino y otros participaríamos en ocultar información sobre las grotescas actividades de Epstein?“

Nada de esto era nuevo ni sorprendente. En junio de 2023, el inspector general del Departamento de Justicia, un organismo de control independiente nombrado por el presidente, concluyó que Epstein había muerto por suicidio.
Aun así, la enorme cantidad de recursos que el gobierno dedicó a realizar una caótica revisión reflejaba el deseo de los funcionarios de alto rango de sacar a la luz información nueva para apaciguar a los partidarios de Trump e intentar atajar lo que prometía ser una tormenta política.
Antes de que Bongino se convirtiera en subdirector en febrero, instó a los oyentes de su pódcast a seguir investigando la historia de Epstein. Tras asumir el cargo de subdirector, hizo una promesa similar el 31 de marzo, al enviar un largo correo electrónico al personal en el que insistía en que superaría cualquier partidismo.
“No hago promesas que no pueda cumplir, así que no voy a decirles que arreglaré todos y cada uno de los problemas que me traigan”, dijo, y añadió más tarde: “Cuando algo cae en nuestras manos, ya es un gran problema; la gente no nos trae las cosas fáciles”.