«Amigos de hierro». Así describió el Presidente Xi Jinping la relación de China con Rusia hace cuatro meses cuando visitó Moscú con motivo del Día de la Victoria el 9 de mayo.

Durante el desfile militar en la Plaza Roja de la capital rusa, Xi se colocó del lado derecho del Presidente ruso, Vladimir Putin, la posición de un aliado firme.

Fue la onceava visita de Xi a Rusia desde que asumió el cargo como Presidente de la República Popular China en 2013. Los dos líderes se han reunido en más de 40 ocasiones.

Casi un año antes, en junio, Norcorea colocó en las calles de Pyongyang banderas rusas y carteles con el rostro de Putin, quien visitó el país asiático por primera vez desde el 2000. Se trató de un inusual viaje al extranjero para el líder del Kremlin desde que lanzó la invasión a gran escala en Ucrania en 2022, y un momento clave para el líder norcoreano Kim Jong-un, quien desde la pandemia de Covid-19 no había recibido a ningún dignatario extranjero en su aislada nación.

Fue precisamente un año antes de pandemia, que Kim recibió a Xi en Pyongyang. Entonces, las calles de la capital norcoreana fueron decoradas con globos, banderas chinas y carteles con la frase «Amistad inquebrantable». Fue la quinta reunión entre ambos, pero el primer viaje de Xi a la otra nación comunista y a la cual, se especula, China envía cada año cientos de miles de toneladas de ayuda alimentaria. Ocurrió, además, seis meses después del histórico encuentro entre el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y Kim en Singapur.

Ahora, los tres fueron vistos por primera vez juntos en un masivo desfile militar en Beijing el pasado 3 de septiembre.
Con el mundo observando atentamente, Xi caminó en la Plaza Tiananmen con Putin a su derecha y Kim a su izquierda. Rodeados de 50 mil asistentes, armas láser, misiles balísticos nucleares e incluso «lobos robots» armados, Xi encabezó a una delegación de más de una veintena de Presidentes y Primeros Ministros que participaron en las celebraciones del 80 aniversario de la victoria de China sobre Japón en la Segunda Guerra Mundial.

Se trató de un increíble despliegue de poderío militar, de una muestra histórica de unidad, pero más importante aún, de la presentación de un nuevo orden mundial.

«Es el destello de un nuevo mundo que va naciendo», dice Andrea Rizzi, autor del ensayo «La era de la revancha» (Anagrama), corresponsal de Asuntos Globales y columnista del diario EL PAÍS.

«Es el retrato de la impugnación del orden mundial construido por Estados Unidos y sus aliados después de la Segunda Guerra Mundial y especialmente después de la caída del muro de Berlín (1989)».

Dicha impugnación, precisa, cada país la lleva a su manera. Rusia, por ejemplo, a través de lo militar. Tras reunirse con Trump en Alaska, donde fue recibido con alfombra roja, Putin ordenó los mayores ataques contra Ucrania desde 2022. El mayor fue el 7 de septiembre con 805 drones y señuelos explosivos Shahed, de diseño iraní, algunos de los cuales impactaron incluso en el edificio donde se reúne el Gabinete de Ministros en Kiev, la capital ucraniana.

En lo que respecta a China, apunta Rizzi, ésta no recurre a la fuerza armada, pero sí a su poderío económico y tecnológico, a través del cual quiere reconfigurar el orden para que sea uno que dé una mayor proyección de sus intereses.

«China busca reescribir las reglas globales a partir del poder que le otorgan su potente economía y su control de puntos sensibles de diversas cadenas de suministro», coincide Brenda Estefan, analista de temas internacionales y columnista de REFORMA.
«Su peso en minería y tierras raras la vuelve más fuerte de cara al mundo».

El efecto secundario del bullying

No es de sorprender el tipo de alianza entre Beijing, Moscú y Pyongyang. Los propios congresistas estadounidenses, entre ellos el ex líder republicano en el Senado Mitch McConnell, han advertido y observado cautelosamente por años la creación de un nuevo eje antiestadounidense en el que también incluyen a Irán. Pero un actor inesperado se sumó al grupo: India.

Entre los dignatarios que asistieron a los eventos de China -que días antes del desfile militar celebró en Tianjin la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai- estuvo el Primer Ministro Narendra Modi, cuya nación de mil 451 millones de habitantes históricamente ha tenido rivalidad con Beijing, y cooperación con Washington.

En el marco de estos eventos, a Modi se le vio sostener una plática de 45 minutos con Putin en su limusina, blindada de cualquier ataque o escuchas.

«Las conversaciones con él siempre son reveladoras», escribió el Premier en X.

Ni un mes llevaba Trump en el cargo cuando Modi viajó a Washington en febrero de este año para reunirse con el Mandatario estadounidense en la Oficina Oval de la Casa Blanca, encuentro en el que abordaron la relación comercial, y la cooperación en defensa y tecnología.

Sin embargo, a principios del mes pasado, Washington anunció aranceles de hasta 50 por ciento a India como represalia por la continua compra de petróleo ruso.

A decir de Rizzi, ese es el factor que propició el deshielo entre China e India.

«Hasta ahora, Estados Unidos había intentado atraer a India a su terreno para configurar junto a ella y a otros países una suerte de cinturón de contención de China, junto con Japón, Corea del Sur, Australia», explica.

«Pero ahora hemos visto que la India toma nota de ciertas actitudes de Washington y se reafirma en su voluntad de ser un actor independiente a escala global y que dentro de esa voluntad considera adecuado proceder a una distensión de las relaciones con China».

Durante su discurso en Beijing, ante Modi y el resto de sus invitados, Xi dijo que el mundo «nunca debe volver a la ley de la selva, donde los fuertes se aprovechan de los débiles». Y en más de una ocasión, ha arremetido contra lo que dice son prácticas de bullying por parte de otros Gobiernos, en aparente referencia a Estados Unidos.

Es claro, apunta Brenda Estefan, que China ofrece una opción alternativa al mundo liderado por Occidente, a la hegemonía de Estados Unidos posterior al fin de la Guerra Fría, en la cual Washington se erigía como «gendarme del mundo» y moldeaba instituciones globales según sus intereses.

«Eso ha terminado», apunta la analista, «y frente a la brutalización de las relaciones internacionales a través del chantaje arancelario de Trump, Xi Jinping aprovecha el momento para presentarse como un antiTrump: una opción que ofrece certidumbre y que despliega su poder militar en un desfile. El mensaje es claro: el mundo es multipolar y existen otros polos de poder capaces de proteger y acompañar».

Alianza estratégica

Aunque de regímenes distintos, es precisamente lo anterior lo que une a estos países, apunta, por su parte Rizzi, «la voluntad de reconfigurar el orden de una manera que reduzca el dominio y la hegemonía de Estados Unidos y sus aliados tradicionales, y que abra mayores posibilidades para ellos».

Desde una superpotencia como lo es China, hasta una potencia emergente como India, y una potencia militar, mas no económica, como Rusia.

«Son países distintos con rasgos distintos de Gobierno, distintas capacidades, pero todos ellos están disconformes con el orden anterior. Y aunque no están de acuerdo en todos los elementos específicos de cómo tendría que ser ese nuevo orden, consideran que el orden anterior debe ser superado para configurar uno nuevo que lleve a un reequilibrio en el que el sur global y el este del mundo tengan un mayor peso, y el Occidente, que ha dominado en las últimas décadas, tenga uno inferior», explica.

Si bien los mercados emergentes y las economías en desarrollo han sufrido el impacto de la presente Administración Trump y su ideología de «America First» (Estados Unidos primero), el nuevo orden que proponen China y sus aliados también debería resultar preocupante, de acuerdo con el corresponsal.

«Aunque puedan darse algunas oportunidades, creo que para los demás países este escenario es sobre todo inquietante», responde al ser cuestionado sobre qué tan atractivo resultaría el nuevo orden para naciones como Brasil, miembro de los BRICS y que mantiene también una relación tensa con Estados Unidos.

«Entramos en una época en la cual las potencias están desatadas en su intención de afianzar sus intereses por la vía de la fuerza, militar en algunos casos o económica, comercial y tecnológica. Por lo tanto, el resto del mundo, que dispone de inferior fuerza militar, económica y tecnológica, resulta expuesto de sobremanera a los intentos de afirmación de intereses por parte de las potencias de esa manera».

'El viejo orden se está muriendo'

Xi Jinping, destaca Brenda Estefan, ha convertido el desarrollo del Ejército Popular de Liberación en una prioridad estratégica.

China anunció un presupuesto en defensa de casi 247 mil millones de dólares en 2025, un aumento de 7.2 por ciento respecto al año pasado, de acuerdo con el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, una organización estadounidense de investigación de políticas bipartidista y sin fines de lucro. Pero un reporte del Pentágono indicó que dicho monto podría ser 30 o 40 por ciento más de lo anunciado oficialmente.

«El gasto en defensa se ha multiplicado por 13 en las últimas tres décadas», resalta la analista de temas internacionales.

«China gasta menos en defensa que EU, pero la brecha se acorta: en 2012 invertía apenas una sexta parte, y en 2024 ya alcanza un tercio del presupuesto estadounidense».

El mundo, advierte Rizzi, se encuentra en una fase de descomposición del orden, una fase en la que será más fácil y más probable que ocurran abusos.

«Todo está en un estado de turbulencia y agitación. Y vemos múltiples conflictos que afloran y datos en cuanto a víctimas en conflictos, en cuanto a refugiados, que son cada vez más preocupantes», anota.

El columnista reconoce, sin embargo, que dejando de lado el pensamiento catastrofista, es posible que en algunos sectores, segmentos, o en algunos emprendimientos el nuevo orden pueda generar un reequilibrio que resulte beneficioso en algunos términos.

«Podría dar lugar, el empuje de países como China y la India, a una reconfiguración, por ejemplo, de ciertas instituciones económicas internacionales que favorezca a países que sufren una fuerte losa de deuda pública», señala.

Pero, matiza, «no estamos cerca de ello», y actualmente lo que dominan son los riesgos y los peligros.

«El viejo orden se está muriendo. Todavía no se ha afianzado uno nuevo y, como decía (Antonio) Gramsci (filósofo italiano del siglo pasado), es en este trance, en esta transición cuando afloran monstruos, monstruos inquietantes, conflictos desatados que se suman a transformaciones de fondo sumamente complicadas y amenazantes como el cambio climático o como las revoluciones tecnológicas que», advierte, «junto a grandes progresos también acarrean peligros».

Advierten desafío al orden mundial

La creciente competencia entre Estados Unidos y China, así como la mayor visibilidad mundial de Corea del Norte, generan inquietud en Japón y en el mundo, advierte Ryo Sahashi, profesor de la Universidad de Tokio que se especializa en política internacional en Asia Oriental.

En entrevista, el académico señala que el orden global basado en reglas enfrenta «un desafío más allá de nuestra sabiduría tradicional», como lo evidenció el uso de aranceles estratégicos por parte del Presidente estadounidense, Donald Trump.

El especialista destaca que Tokio observa con atención el rol que China busca otorgar a Corea del Norte en espacios multilaterales.

En un reciente desfile militar chino, la presencia del líder norcoreano, Kim Jong-un, junto a los Presidentes chino, Xi Jinping, ruso, Vladimir Putin, fue, en sus palabras, un gesto cargado de simbolismo.

«China quiso tratarlo con el más alto respeto, aunque Corea del Norte no sea una gran potencia. Eso es muy importante de entender», apunta el académico.

Sahashi advierte que Corea del Norte no abandonará sus armas nucleares, alentado por el ejemplo de Irán, y subrayó la necesidad de reforzar alianzas para contener riesgos de escalada en la península coreana.

Además, el especialista apunta que Estados Unidos, bajo el mando de Trump, sí fue un factor que permitió un mayor acercamiento entre China, Rusia, Corea del Norte y la India.

En este contexto, el académico señala que Japón apuesta por tres pilares: sostener su alianza con Estados Unidos, impulsar cooperación con el Sur Global y defender valores universales como el libre comercio y los derechos humanos.

También recordó que México es un socio clave para Tokio: «necesitamos amigos más allá del G7», asegura.

¿Cuál es la visión estratégica de Japón en la competencia entre Estados Unidos y China?

Lo que Japón quiere es que el orden internacional funcione para preservar nuestros valores, intereses y visión. Hasta la Administración Trump, el reto era, por supuesto, el ascenso de China. La economía china fue bienvenida tanto en México como en Japón, su crecimiento era positivo para la economía global. Pero al mismo tiempo,

China comenzó a reforzar su poder militar y a plantear una visión distinta del orden internacional, una visión que no siempre coincide con nuestras ideas de cómo debería ser el mundo.
China sigue siendo un desafío, pero ahora vemos dos cosas. Primero, que Estados Unidos y China empezaron a competir fuertemente, desde la Administración Trump en 2017, cuando se redefinió la postura estratégica hacia China. Ahí comenzó una lucha económica y política muy seria entre ambos, lo que es una preocupación para nosotros. Aunque conocemos los problemas de China, creemos que Estados Unidos debería entender que la globalización y el libre comercio son esenciales. Hay que mantener un balance entre seguridad y economía, entre seguridad y crecimiento.

El segundo gran reto es la nueva Administración Trump, que genera enorme incertidumbre. Nadie sabe qué ocurrirá mañana: periodistas, académicos y diplomáticos estamos obligados a revisar información a diario. Y está el tema de los aranceles. Personalmente, aún no entiendo por qué el Presidente Trump usa tanto los aranceles. Existen muchas herramientas para negociar, no sólo con China, también con Japón u otros países. Pero usar los aranceles como un garrote va más allá de la sabiduría tradicional. Sin embargo, él los utiliza abiertamente en cualquier ocasión, y eso se ha convertido en un gran reto para nosotros.

En resumen, lo que Japón quiere ver en esta competencia estratégica es un orden basado en reglas. El mundo debe funcionar con base en reglas. China desafía ese orden, pero también Estados Unidos ha dejado de priorizarlo, y ese es un gran cambio. Aunque el Gobierno japonés logró reducir aranceles de 25 a 15 por ciento en un acuerdo con Trump, esto no es lo normal. Lo que realmente queremos es que las reglas funcionen, pero ese orden está bajo fuerte presión de gigantes como Estados Unidos y China.

¿Cómo interpreta la imagen de Xi, Putin y Kim Jong-un presentándose como un frente unido en la Organización de Cooperación de Shanghai? ¿Se trata de un bloque antioccidental?

En parte, esto ocurre porque el Presidente Trump y Estados Unidos han perdido influencia o dejaron de prestar atención al orden internacional. China comenzó a llenar ese vacío. Sí, Estados Unidos fue un factor que permitió este desfile de líderes encabezado por Xi Jinping, Putin y también Kim Jong-un, junto con más de 20 jefes de Estado en Beijing y Tianjin.

Pero debemos entenderlo así: hoy China está envalentonada, tiene gran confianza en sí misma, quizá demasiada. Se asume como campeona del libre comercio y de los valores universales, aunque en realidad lo que hace no es libre comercio ni respeta los estándares comunes en derechos humanos o democracia. Aun así, muestran confianza. Hubo un gran desfile militar en Beijing y antes en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai, y luego también organizaron una cumbre virtual de los BRICS. La primera semana de septiembre fue enorme para China. Lo más revelador fue la foto: Xi Jinping, Putin y Kim Jong-un en primera fila. Y detrás, líderes de Asia Central, Bielorrusia y otros países.

La pregunta es: ¿por qué Kim Jong-un está en la primera fila? Corea del Norte no es una gran potencia ni por economía ni por capacidad nuclear. Sin embargo, China lo trató con el máximo respeto. Eso se debe a que, en los últimos años, Kim y Putin se hicieron muy cercanos. Corea del Norte incluso envió miles de soldados para apoyar a Rusia en la guerra de Ucrania, y a cambio recibió tecnología y apoyo. Esta nueva relación preocupa a Corea del Sur, Japón, Estados Unidos y también a China, porque si Moscú y Pyongyang fortalecen demasiado sus lazos, Beijing pierde control sobre Corea del Norte.

En ese sentido, es comprensible que Xi invitara a Kim con tanta deferencia.

¿Pero quién fue el gran ganador de esta cumbre? Kim Jong-un. Tuvo reuniones con Xi Jinping, participó en una cumbre multilateral y se reunió con decenas de líderes, algo inédito para un dirigente norcoreano en más de medio siglo. Incluso llevó a su hija de unos 13 años, que debutó en la escena internacional, y su hermana Kim Yo-jong también estuvo presente. Fue un triunfo para la familia Kim.

¿Cuáles son los pilares que Japón considera esenciales para mantener un orden abierto y estable en la región, y no sólo ahí, sino en todo el mundo?

Es muy difícil que Japón o incluso Corea del Sur hablen directamente con Corea del Norte, ahora es muy complicado: ellos están más envalentonados, más duros.

Realmente necesitamos que Estados Unidos hable con Corea del Norte, pero en muy buenas condiciones, con presión. Mi posición no es que no se deba hablar con Corea del Norte, al contrario: tenemos que cambiar la situación.

Estoy feliz de ver a Corea del Norte y Estados Unidos empezar a hablar. Si eso ocurre, podría ser un cambio de juego incluso para Corea del Sur o Japón. Pero Estados Unidos no debe renunciar a la base de la negociación, que es que Corea del Norte debe abandonar sus armas nucleares. Ese debería ser el punto de partida de la conversación.

Sobre México, ¿cómo debería entenderse su rol en esta competencia entre Estados Unidos y China?

México es uno de los países más importantes del Sur Global y un poder emergente, un socio muy importante para muchos países. Y lo mismo para Argentina y otros países de la región. Japón y México tienen que encontrar los objetivos comunes y acciones comunes para reestructurar el orden internacional. El orden internacional, como dije, ahora está bajo gran estrés por la falta de liderazgo, por el proteccionismo de Estados Unidos y la visión china, que es muy insuficiente, en valores universales, derechos humanos y democracia.

Entonces, México y muchos países de América Latina realmente tienen la misma idea de Japón de cómo debería ser este mundo.

Deberíamos respetar los derechos humanos, respetar un planeta verde y la diversidad.

Deberíamos apuntar a un mundo sin armas nucleares.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *