Ciudad Juárez.- Las redadas del Servicio de Control de Inmigración de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) provocaron una mayor desesperanza en los migrantes que permanecen albergados en la Casa del Migrante en Juárez sin poder regresar a sus lugares de origen.
La familia de Janireth, de 35 años de edad, compuesta por seis integrantes de origen venezolano, salió el 2 de febrero de 2024 de Perú con la esperanza de llegar a Estados Unidos en busca de una mejor vida, pero el 7 de julio cumplirá un año en el albergue católico, en donde el gobierno de Donald Trump terminó con sus esperanzas de poder cruzar la frontera.
Ellos forman parte de las 33 personas originarias de México, Venezuela, Ecuador y Guatemala que desde la frontera mexicana observan cómo trata el gobierno de Trump a los migrantes, sin poder llegar a Estados Unidos y sin poder regresar a su país de origen por falta de recursos.
“Ahorita hay una desesperanza. Ya no hay en muchos de ellos como el pensar en la posibilidad de llegar a Estados Unidos, están viendo otra manera, otras formas, porque lo que sí es una realidad es que la mayoría de las personas que tenemos hospedadas en Casa no pueden volver a su lugar de origen; ¿porqué?, porque la manera en la cual tuvieron que salir fue una manera también muy violenta, muy dolorosa, en su lugar de origen ya no tienen nada, porque vendieron todo para poder salir de ahí”, dijo el sacerdote Francisco Javier Bueno Guillén.
El director del albergue que este mes cumplió 35 años de apoyar a los migrantes en Ciudad Juárez, lamentó la realidad a la que se están enfrentando quienes esperaron meses una cita a través de la aplicación digital CBP One para poder cruzar la frontera de manera regular, de acuerdo con lo establecido por el gobierno de Joe Biden, pero no lo lograron.
Su sentir actual es de “desesperanza, cada vez más, creo que esta parte de ver lo que está sucediendo”, se están dando cuenta que muchas de sus familias en Estados Unidos “están siendo perseguidas, que muchas de sus familias están atemorizadas, que ya no salen a trabajar, ya no salen a la escuela, porque todavía no lograban su proceso de regularización, esperando abogados, pero todavía no se las daban”, compartió.
La familia de Janireth, quien se encarga de atender la bodega de la Casa del Migrante, se siente atrapada en esta frontera, en donde sienten miedo de quedarse debido a la violencia que han vivido otros migrantes.
“Queremos irnos por la inseguridad, aquí secuestran, acá hemos conocido a bastantes personas secuestradas”, dijo al recordar que una de las víctimas de origen guatemalteco era una mujer, quien llegó muy golpeada del rostro después de ser torturada por sus captores.
Janireth vendía “tostones, chicles, papas fritas, camotes”, mientras que su hermana vendía ropa, y su mamá cuidaba a sus tres nietos, quienes tuvieron que dejar la escuela para poder migrar, motivo por el cual ella más se arrepiente de haber migrado.
El director del albergue también calificó como “un juego” los discursos del presidente Trump, ya que al principio prometía deportar a quienes tuvieran algún antecedente criminal, “–pero-, ahora, lo que estamos viendo es que es a todos”.
“Ahora, el discurso ha cambiado, entonces es que es un juego y creo que también muchas veces es hasta cierto punto un discurso no fundado en la razón objetiva, simplemente fundamentado en las entrañas, en aquello que siento en el momento, y creo que más allá de que solamente está afectando la comunidad migrante, pues está afectando al país que representa (…) está afectando al mismo Estados Unidos”, lamentó.
De acuerdo con el último reporte del Consejo Estatal de Población (Coespo), hasta finales de mayo había 757 personas albergadas en Ciudad Juárez, Chihuahua y Puerto Palomas de Villa, más del 95 por ciento de las personas en esta frontera, principalmente mexicanas desplazadas por la violencia, seguidas de las oriundas de Venezuela.