Una amiga de Eli describió a su novio Daniel Alfonso como un hombre de estatura media, robusto, moreno, sin barba ni bigote, de cabello corto y ondulado. Siempre viste pantalones cortos, dijo, y camisas polo a rayas, y así se le vio ayer en los pasillos de Ciudad Judicial suspirando mientras un oficial de Custodia Penitenciaria lo escoltaba para ingresarlo al Cereso 3 por el transfeminicidio de Eli.
Ante el juez de control Carlos Jaime Rodríguez García se acababan de leer testimonios de cómo Daniel y Eli tenían una relación de ir y venir de hace un año, pero permanente desde hace tres semanas. Él dejó de vender rosas en la Gómez Morín y se fue a vivir con ella, que le prometió mantenerlo de su dinero como estilista en la colonia Gregorio M. Solís, y él aceptó.
Era, sin embargo, una relación aparentemente ciclada en violencia, celotipia, consumo de drogas por parte de él y la permisividad por parte de ella, según declararon los testigos (vecinos y amigos de Eli), que llegó al extremo del asesinato, según declaró él mismo.
En agosto de 2024 Daniel caminaba ebrio por el Centro de la ciudad. Buscaba al Escuadrón de la Muerte, este mítico grupo de personas alcohólicas que han hecho una hermandad en la zona. Pero se encontró con una mujer que le habló bonito, aunque con voz varonil. Le ofreció tener relaciones sexuales, y él aceptó. Fueron a casa de ella, tuvieron el acto sexual y ella lo amenazó con tenerlo embrujado y que no podría irse.
Él se fue, pero se la volvió a encontrar, y volvieron a acostarse, y se repitió el acoso. Por segunda vez dejó la casa 251 de la calle Cobre y no volvió… hasta hace tres semanas.
Eli lo vio de nuevo en el Centro. Le dijo que lo perdonaba, que lo mantendría para que vivieran juntos, y él accedió.
El sábado 2 de agosto Daniel llegó a la casa, y empezó a tomar clonazepam hasta perder la conciencia, y así fue. Despertó el domingo, aseguró, con dolor anal, y le reclamó a Eli haberlo violado, pero ella lo negó.
Por la tarde del domingo, uno de los perros de Eli mordió a Daniel, y él le reclamó, pero se puso tan violento que le quebró un espejo grande de su estética, y ella lloró. Daniel estaba por irse pero ella le recordó que prometió no dejarla sola, y se quedó, aunque retomaron la discusión por el espejo en la habitación de Eli.
Él asegura que Elizabeth empezó los golpes. Era mayor que él, ella 43, él 25, y él la sobrepasó. La empujó a la cama, le puso las rodillas en el pecho y al cuello la correa de un bolso de mano y apretó hasta casi llevarla a la inconciencia, momento que aprovechó para ir a la cocina por un cuchillo largo que enterró sin tregua siquiera a la muerte, pues había heridas con el arma que se clasificaron como postmortem.
El Ministerio Público de la Fiscalía Especializada en Atención a Mujeres Víctimas de Delitos por Razón de Género acusó a Daniel Alfonso de feminicidio agravado, pero la orden de aprehensión se libró por homicidio calificado y agravado, por lo que resta ver en la próxima sesión, de vinculación o no a proceso, cuál será la clasificación definitiva.
Vivía Eli en una relación ciclada en violencia
