Ciudad Juárez.– Antes de cumplir la mayoría de edad, “Paco” ya había sido deportado 32 veces de Estados Unidos a México, en tres años, a través de Ciudad Juárez, en donde fue reclutado por una organización criminal transnacional como guía de grupos de migrantes que pagan por cruzar de manera irregular a través de la frontera entre Chihuahua, Texas y Nuevo México.
Paco –nombre ficticio para proteger su identidad– es uno de los cientos de niñas, niños y adolescentes en movilidad de circuito (NNAMC) que debido a sus necesidades económicas, las ventajas legales que representa para los grupos criminales su minoría de edad y el conocimiento de las zonas fronterizas en las que crecieron, han formado parte de la operación del tráfico de personas durante los últimos años, primero como parte de grupos de “coyotes” independientes y actualmente de la delincuencia organizada.
Los NNAMC también son llamados “niños transfronterizos” o “menores de circuito”; tienen entre 12 y 17 años de edad, y van y vienen de un país a otro a través del desierto, los cerros o el muro fronterizo.
“Son menores de edad utilizados precisamente por ser menores de edad, y en estas actividades ilícitas de ser guías, de participar en este negocio de tráfico de personas, ellos apoyan sobre todo en el cruce de la frontera, bajo la lógica de que eventualmente ellos también pueden ser aprehendidos, pero por esa condición de ser menores de edad están yendo y viniendo”, explicó el investigador de El Colegio de Chihuahua (El Colech) especializado en migraciones, Rodolfo Rubio Salas.
La mayoría de los NNAMC son varones de entre 15 y 17 años, originarios de las colonias aledañas a la frontera de Ciudad Juárez con Nuevo México y Texas, como Anapra, Rancho Anapra, Felipe Ángeles, Lomas de Poleo o Riberas del Bravo, que desde niños han atestiguado el fenómeno migratorio irregular.
Luego de cruzar, suelen ser detenidos por las autoridades estadounidenses, pero la legislación de aquel país no tiene las figuras jurídicas para retenerlos, por lo que son devueltos a México, con la alerta a las autoridades mexicanas de que se trata de un adolescente involucrado en una actividad ilícita.
Debido a su minoría de edad son entregados a sus familias en Ciudad Juárez, pero al poco tiempo vuelven a cruzar de manera irregular con otro grupo de migrantes, con el fin de obtener mayores ganancias económicas, de acuerdo con Rubio Salas.
Algunos de estos adolescentes detenidos recientemente han referido a la Patrulla Fronteriza (USBP, por sus siglas en inglés) en el Sector El Paso recibir pagos de 500 dólares por cada cruce irregular que realizan, mientras que a las autoridades mexicanas les han dado cifras de entre ocho mil y 10 mil pesos semanales, a decir de Jesús Rodolfo Villa Rivera, subprocurador de Protección Auxiliar de Niñas, Niños y Adolescentes (NNA).
En 2024, la USBP del Sector El Paso puso a disposición de la Subprocuraduría, dependiente del DIF estatal, a mil 768 menores de edad, de los que 613 era NNAMC, según la valoración de la autoridad estadounidense, y por ello se le dio vista al Ministerio Público.
En 209 de esos casos, los niños y adolescentes tuvieron que ser puestos bajo tutela del Estado por un período de 90 días, tras descubrir situaciones de riesgo o consumo de sustancias ilícitas.
Del 1 de enero al 21 de agosto de 2025 les fueron entregados 160 NNA relacionados con el tráfico de personas, de las 286 devoluciones en el mismo período. En 33 de ellos se detectó el consumo de sustancias ilícitas, en algunos incluso como una práctica familiar.
“Por lo regular, estos niños pertenecen a un grupo familiar disfuncional, en donde incluso los padres son adictos”, por lo que se busca proteger su derecho a vivir en familia, pero no siempre se encuentran las redes de apoyo, informó Villa Rivera.
Entre los “menores de circuito” resguardados este año por la Subprocuraduría de Protección a NNA del estado de Chihuahua en Ciudad Juárez se encuentra Paco, el adolescente deportado 32 veces entre 2022 y 2025, quien posiblemente ya es mayor de edad y tal vez “ya esté detenido”, lamentó el funcionario estatal.
¿Quiénes se vuelven ‘niños de circuito’?
El caso de Paco es similar al de “José”, que tampoco es su nombre real porque éste fue reservado por el Instituto Nacional de Migración (INM) por la privacidad de sus datos personales.
El Instituto registró que José ingresó 11 veces como reincidente por tercera ocasión o más en 2023 a Ciudad Juárez, en febrero, marzo, abril, mayo, junio, septiembre y noviembre.
José tiene 17 años y viajó sin ningún adulto. Dijo haber sido retenido 30 días o menos, excepto en su primera detención el año 2023, en que las autoridades estadounidenses lo mantuvieron ahí por un período menor a seis meses.
Aunque el folio que lo identifica es el mismo, en dos de sus devoluciones mintió diciendo que tenía primaria incompleta, aunque en el resto dijo que su escolaridad era de secundaria terminada.
Esa es una práctica común para las decenas de jóvenes reclutados por el crimen organizado como NNAMC, según el informe que realizó el INM sobre este fenómeno, publicado en 2023 con datos de 2020 a 2022, en el que analizan datos de devolución a México desde Estados Unidos.
El Diario realizó el mismo ejercicio con los parámetros que señalan en el informe, para el año 2023.
En ese año, en todo el país se dieron 214 mil 838 eventos de devoluciones de personas mexicanas desde Estados Unidos. De esos, 24 mil 966 eran niñas, niños y adolescentes desde bebés de meses hasta jóvenes de 17 años.
Sin embargo, 15 mil 123 de ellos viajaban sin compañía de un adulto, y de esos, siete mil 909 fueron devueltos a estados fronterizos.

El estudio precisa que analizó los ingresos a México de personas entre 12 y 17 años de edad, no acompañados, reincidentes en cuatro o más ocasiones, que fueron devueltos, que nacieron y que se dirigían a municipios fronterizos del norte del país, además de que habían permanecido en Estados Unidos menos de seis meses.
Fueron evaluados perfiles con cuatro o más devoluciones, pues “se sabe que las personas migrantes se aseguran el derecho a tres oportunidades para atravesar la frontera acompañados por un guía (…) De este modo, se infiere que si se tratara de una (NNA) que busca llegar a Estados Unidos con fines laborales o de reunificación familiar, tendría máximo tres intentos de cruce”, señala el documento.
En el país fueron registrados mil 709 eventos de devolución de 367 NNAMC, en cuatro de los seis estados fronterizos: Baja California, Sonora, Chihuahua y Tamaulipas.
Mil 304 de esos ocurrieron en Tamaulipas, otros 67 en Sonora, y 35 en Baja California. Chihuahua, por su parte, tiene el segundo puesto, con 303 devoluciones, de las que 301 corresponden a 111 personas entregadas en Ciudad Juárez a la Subprocuraduría a cargo de Villa Rivera en la Zona Norte del estado.
Resalta que son jóvenes de 13 a 17 años, de los que 110 son varones y una mujer de 16 años, y la mayoría reportó haber terminado la secundaria, aunque otros ni siquiera concluyeron la primaria.
Tutelados por la Subprocuraduría, han recibido agua, apoyo en el traslado a sus hogares y al centro de asistencia, y en el trámite de su Clave Única de Registro de Población, pero, por ejemplo, la atención médica no ha sido necesaria.
Villa Rivera dijo que los NNAMC suelen llegar a los centros de atención en buena condición física, aun habiendo transitado el desierto.
“Traen buenos tenis, no andan, por lo regular, fachosos. Algunos que sí duraron un rato vienen sucios y demás, pero por lo regular vienen bien; con un certificado médico, porque yo no puedo recibir a nadie si no vienen con un certificado médico, y aun así nosotros tenemos médicos en el centro de asistencia”, contó.
“Andan bien, quizá, por esos 500 dólares por cruce, u ocho mil a diez mil pesos semanales, que les pagan las personas que los reclutan”, dijo el subprocurador.
Pero el problema es que también utilizan ese dinero para comprar drogas, principalmente mariguana y cocaína, aunque también cristal.
Las condiciones de precariedad y bajo desarrollo social son un factor importante para que en los hogares se decida integrar a los miembros menores de edad en el mercado laboral, incluyendo actividades ilícitas, señalan Jesús Peña y Enrique García-Mendoza, de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), en su investigación “Niños, niñas y adolescentes de circuito: entre la precariedad y la frontera, México”, publicada en 2019.
“La necesidad de exponer a miembros menores de edad a correr riesgos como cruzar el desierto, detenciones por parte de autoridades mexicanas y estadounidenses, y ser asechados por grupos del crimen organizado con la finalidad de obtener ingresos que les permitan tener acceso a distintas necesidades y minimizar carencias, es una estrategia que ciertos hogares asumen de acuerdo a sus posibilidades y capacidades para lograr superar las barreras estructurales que los empuja a los márgenes del desarrollo social del resto de la región”, indica el estudio.
Antes del mayor éxodo hacia Estados Unidos, que comenzó en 2018, era muy probable que la familia también estuviera inmiscuida en el negocio, pero las condiciones cambiaron, señaló Rubio Salas, de El Colech, debido a que en los últimos años el tráfico de personas fue absorbido por los grupos criminales.
“Muchas de esas familias trabajaban, digamos, sin estar condicionadas o vinculadas o inmiscuidas con el crimen organizado, ahora con el crimen organizado ahí no sé si las familias pueden tener algún tipo de miedo o temor de meter a sus hijos adolescentes o menores de edad al negocio a sabiendas de que están controlados, digamos, de alguna manera, por el crimen organizado”, externó.

Dijo que en los últimos años el crimen organizado comenzó a operar de dos maneras con los traficantes de personas: una obligándolos a trabajar para ellos, y otra cobrándoles piso por trabajar, por lo que el vínculo está latente y también un mayor riesgo para los adolescentes.
“Claro que estos niños para mí que no pueden andar trabajando solos, para mí que son reclutados por el crimen organizado o por los conocidos polleros”, comentó el investigador.
Las autoridades de Estados Unidos coinciden en que actualmente todos los traficantes de personas pertenecen a un grupo delictivo, incluidos los adolescentes que han sido reclutados para guiar a los migrantes por la frontera, por lo que su actividad pasó del negocio familiar al crimen organizado.
La gran mayoría se encuentra fuera de las aulas después de abandonar la preparatoria, a la cual es difícil que regresen porque con el fin de seguir ganando dinero van escalando en el mundo criminal, como ocurrió con “Dante”.
Él creció entre Ciudad Juárez y Sunland Park, de niño cruzaba jugando la malla metálica de menos de 3 metros de altura que dividía la frontera, iba a la escuela y jugaba a explorar los cerros de Anapra, pero también vivía a diario la pobreza de una familia monoparental femenina en una de las zonas más marginadas entre México y Estados Unidos.
A los 16 años encontró una manera “fácil” de apoyar a su familia, guiando a los migrantes entre los cerros de Chihuahua y Nuevo México, pero al cumplir la mayoría de edad comenzó a cometer también otros delitos, como la extorsión a los migrantes antes de cruzarlos y el homicidio doloso contra integrantes de otros grupos delictivos.
En su caso, su mamá estaba de acuerdo en que se dedicara al tráfico de personas, pero sin darse cuenta a los pocos años ya estaba involucrado en otros delitos, por dinero.
“Si están metidos en el negocio quiere decir que hay recursos, y que normalmente (estos recursos) están entrando a la familia”, dijo Rubio Salas.
Las familias los recogen en la Subprocuraduría, con el argumento que se trata de un menor de edad que debe estar en casa, porque en realidad se vuelven en una parte importante de la economía del hogar, coincidieron Rubio Salas y Villa Rivera.
Una mamá de Anapra le reclamó al subprocurador de Protección Auxiliar de NNA que “por su culpa ahorita no tenemos ni siquiera qué comer, yo no trabajo y él nos sostiene”, relató Rubio.
Los NNA también justifican su actividad ilícita con la necesidad de apoyar económicamente a su familia y las altas cantidades de dinero que reciben a su corta edad por traficar personas.
“Si yo estudiara y tuviera un trabajo donde ganara entre 8 y 10 mil pesos semanales, pues sí me pondría a estudiar, pero de aquí le doy a mi mamá, le doy a mi papá y hasta ayudo a mis hermanos más chicos”, explicó uno de ellos al funcionario estatal.
Villa Rivera y Rubio Salas coinciden en algunas apreciaciones, incluida una de las zonas donde operan estos NNAMC: Anapra y sus alrededores.
Desde la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, el subsecretario de Estado Mayor, Luis Ángel Aguirre, converge en la observación.
Anapra como punto de partida

En aquel sector hay viviendas a pocos metros del muro metálico que impuso Estados Unidos en la frontera entre ambos países. Hay calles con fango que hacen imposible el paso de vehículos, y perros domésticos que atacan a los caminantes por la omisión de sus dueños. Hay construcciones a medias y alguien siempre observando a los ajenos del lugar.
Hay también a unos 20 metros de distancia un altar a la “Santa Muerte” con decenas de estatuillas de yeso, con velas encendidas, que es antiguo pero ha sido renovado con grandes piezas de cerámica y unas puertas con vidrio y metal pintado de negro.
Se observan casas de madera con techos de aluminio, pero también obras de dos pisos de concreto y bloques.
Donde no hay muro, hay estructuras metálicas en forma de “x” con concertina para inhibir el paso, pero ahí y más al poniente los traficantes de personas dejan la huella de su paso con botellas llenas de orina, otras vacías amarradas con una agujeta de los cuellos, papeles, cajas de medicamento, biberones y con el apuro de las autoridades estadounidenses por reparar los huecos que los traficantes hacen en el muro para ingresar a migrantes directamente al desierto.
En esa zona y otras como el Valle de Juárez, la Policía del Estado ha detectado en labores colaborativas con la Patrulla Fronteriza estadounidense que “las personas que son utilizadas como guías son en su mayoría jóvenes”, explicó Aguirre.
Alerta para todas las autoridades
El reclutamiento de menores de edad por parte de los grupos criminales es una alerta constante para las autoridades de Estados Unidos. A finales de julio, USBP del Sector El Paso dio a conocer el caso de dos adolescentes que llevaban a una mujer migrante y cuando estaba en la parte de arriba del muro fronterizo la aventaron de más 12 metros de altura, dejándola gravemente herida.
“Muchos jóvenes en la zona fronteriza están siendo atraídos por redes de contrabando manejadas por organizaciones criminales transnacionales, que publican en redes sociales prometiendo que pueden ganar mucho dinero. Pero la realidad es que terminan atrapados en estas redes de tráfico de personas”, alertó la autoridad fronteriza.
Advirtió que estos jóvenes están poniendo a otras personas en situaciones de gran peligro, después de recibir dinero de los cárteles para cruzarlos.
