Austin— Texas está a punto de convertirse en el estado más grande del país en obligar a cada aula de sus escuelas públicas a exhibir una copia de los Diez Mandamientos, una medida que ha desatado una nueva oleada de críticas sobre la erosión de la separación entre Iglesia y Estado.
La legislación, aprobada esta semana por la Legislatura estatal de mayoría republicana, requiere que a partir del 1 de septiembre todas las aulas escolares exhiban un cartel de 40 por 50 centímetros con los mandamientos, siempre y cuando sean donados. El gobernador Greg Abbott, quien aún no ha firmado el proyecto, ya expresó en mayo su apoyo: “Mándenme este proyecto. Lo haré ley”.
Los opositores advierten que la medida impone una versión oficial del texto bíblico, específicamente la extraída de la Biblia del Rey Jacobo –común entre bautistas y evangélicos–, que no es compartida por católicos, judíos, ortodoxos ni otras denominaciones cristianas. Esto, alegan, viola la Cláusula de Establecimiento de la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos.
La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) en Texas anunció que presentará una demanda contra la norma. “El proyecto SB 10 es flagrantemente inconstitucional”, señaló la organización, calificando la medida de “religiosamente coercitiva”.
En defensa del proyecto, su promotora, la representante estatal Candy Noble, insistió en que no se trata de una imposición religiosa, sino de una herramienta educativa para destacar lo que llama “el legado moral y judicial” de los Estados Unidos. “Esto es para honrar nuestra herencia”, afirmó en un intercambio con el representante James Talarico, un evangélico que votó en contra y advirtió que el texto envía un mensaje de exclusión a estudiantes no cristianos.
Durante el debate legislativo, ambos protagonizaron una aguda confrontación sobre el papel de la religión en la educación pública. “Nuestros fundadores establecieron la separación entre Iglesia y Estado”, recordó Talarico. Noble respondió tajante: “Eso es un hecho histórico con el que no estoy de acuerdo”.
Texas no es el único estado que ha intentado imponer esta exhibición. En noviembre pasado, un juez federal bloqueó una ley similar en Louisiana por considerarla inconstitucional. Aun así, otros estados como Arkansas también han avanzado propuestas en la misma línea.
La iniciativa forma parte de un paquete legislativo impulsado por una alianza de grupos conservadores cristianos que buscan aumentar la presencia del cristianismo evangélico en la esfera pública. Texas ya había aprobado en 2021 una ley que obliga a colocar el lema “In God We Trust” en todas las aulas.
Para enfrentar posibles demandas, el nuevo proyecto obliga al fiscal general del estado, el republicano Ken Paxton, a defender gratuitamente a los distritos escolares demandados por cumplir con la ley.
Esta semana, además, la Legislatura aprobó otra medida que permitirá oraciones en escuelas públicas y elimina la prohibición para que los maestros alienten a los estudiantes a participar. También en este caso, la Oficina del Fiscal General deberá asistir a los planteles a implementar el programa y costear su defensa legal.
La nueva norma revive un debate nacional que ha acompañado al sistema educativo estadounidense durante décadas: ¿hasta qué punto puede –y debe– la religión estar presente en las aulas públicas?