En una escalada sin precedentes, Estados Unidos atacó directamente instalaciones nucleares iraníes el sábado por la noche, marcando la entrada formal del país norteamericano en el conflicto Israel-Irán y representando el primer ataque militar significativo en suelo iraní desde la Revolución de 1979.
El presidente Donald Trump confirmó en redes sociales que fuerzas estadounidenses llevaron a cabo un “ataque muy exitoso” contra tres sitios nucleares iraníes, incluyendo la instalación subterránea de enriquecimiento de uranio de Fordo, objetivo que había estado considerando durante días.
“Una carga completa de BOMBAS fue lanzada sobre el sitio principal, Fordo”, escribió Trump. “Todos los aviones están en camino a casa de manera segura”.
Según reportes de medios estadounidenses, entre ellos Fox News, Estados Unidos lanzó seis bombas “revienta-búnkeres” para atacar la planta de Fordo, profundamente enterrada 76 metros (250 pies) bajo tierra. Las bombas utilizadas fueron las GBU-57 Massive Ordnance Penetrator de 30,000 libras (13,600 kilogramos), armas que utilizan su peso y fuerza cinética para penetrar bajo tierra antes de explotar.
Los bombarderos furtivos B-2 Spirit, los únicos aviones en el mundo capaces de transportar estas armas masivas, partieron de la Base Aérea Whiteman en Missouri durante la madrugada del sábado para ejecutar la misión. De confirmarse, este sería el primer uso en combate de estas armas de última generación.
La decisión de Trump siguió días de mensajes contradictorios de su administración. El presidente había advertido a toda Teherán que evacuara, exigió la “RENDICIÓN INCONDICIONAL” del Gobierno iraní y amenazó con atacar al líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, a menos que se cumplieran sus demandas.
El jueves, Trump cambió su postura diciendo que esperaría hasta dos semanas antes de decidir atacar, aparentemente señalando que daría más tiempo a la diplomacia. Sin embargo, el viernes descartó los esfuerzos diplomáticos europeos en Ginebra, diciendo que las conversaciones “no ayudaron”.
Primer ataque directo desde la Revolución iraní
Aunque Estados Unidos e Irán han librado batallas mortales por proximidad durante casi medio siglo en Líbano, Yemen, el Estrecho de Ormuz y otros lugares, la acción de Trump representa el primer ataque militar estadounidense significativo en suelo iraní desde el derrocamiento del Shah respaldado por Estados Unidos, Mohammad Reza Pahlavi, en 1979.
Los objetivos atacados incluyeron: Fordo, instalación de enriquecimiento subterránea cerca de la ciudad santa de Qom; Natanz: principal sitio de enriquecimiento de uranio del país; Isfahan: Centro de Tecnología Nuclear que emplea a miles de científicos.
Tensión militar en toda la región
La decisión de Trump de entrar al conflicto genera interrogantes inmediatas sobre cómo Irán o sus aliados regionales podrían reaccionar. Irán ha amenazado con tomar represalias contra las tropas estadounidenses, decenas de miles de las cuales están desplegadas en todo Medio Oriente en países como Bahréin, Irak, Kuwait, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.
El Pentágono ha trasladado armamento y recursos adicionales a Medio Oriente y Europa, incluyendo una flota de aviones de reabastecimiento aéreo y un segundo portaaviones con buques de guerra asociados. El USS Carl Vinson, con unos 5,000 marinos y docenas de aeronaves a bordo, se encontraba en el Mar Arábigo el viernes.
División política en Estados Unidos
La reacción al ataque fue mixta en el Congreso, incluso dentro del Partido Republicano, que durante días ha estado dividido sobre si usar la fuerza militar y arriesgarse a ser arrastrado a otro conflicto en Medio Oriente.
El senador Roger Wicker, presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, defendió la decisión de Trump como “deliberada y correcta” para “eliminar la amenaza existencial que representa el régimen iraní”.
Sin embargo, republicanos como la representante Marjorie Taylor Greene condenaron los ataques: “Cada vez que Estados Unidos está al borde de la grandeza, nos involucramos en otra guerra extranjera”, escribió en redes sociales.
El senador demócrata Tim Kaine lamentó la decisión, señalando que el pueblo estadounidense está “abrumadoramente opuesto a que Estados Unidos libre una guerra contra Irán”.
Contexto del conflicto
La escalada se produce en un contexto de tensión regional desde octubre de 2023, cuando Hamas –uno de varios grupos militantes respaldados por Teherán– llevó a cabo un ataque sin precedentes contra Israel que encendió la guerra de Gaza y puso en marcha una audaz campaña israelí para debilitar a Irán y desmantelar su red de aliados regionales.
Con estos bombardeos, Estados Unidos abandona su postura de apoyo indirecto a Israel y se convierte en participante directo del conflicto, abriendo un nuevo capítulo en las tensiones entre Washington y Teherán que podría redefinir el equilibrio de poder en Medio Oriente.