La Haya— Una cumbre de la OTAN diseñada para complacer al presidente Trump concluyó el miércoles con los aliados europeos aprobando un ambicioso objetivo de gasto para hacer frente a la creciente militarización de Rusia, y logrando además un compromiso público —largamente esquivo— del voluble mandatario estadounidense con la defensa colectiva de la alianza.

Desde su primer mandato, Trump ha presionado a los aliados para que inviertan más en su propia defensa. El miércoles, tras una reunión de un día en los Países Bajos, los países miembros acordaron aumentar su gasto militar al 5 % de su ingreso nacional para 2035.

El presidente Trump se mostró satisfecho.

La cifra incluye un 3.5 % destinado a necesidades militares tradicionales, como tropas, armas, proyectiles y misiles —un aumento considerable respecto del actual objetivo del 2 %—, y otro 1.5 % para proyectos “militarmente adyacentes”, como la mejora de carreteras y puentes, una mejor atención médica de emergencia, mayor ciberseguridad y resiliencia civil.

“Esta fue una cumbre extraordinaria y la disfruté muchísimo”, declaró el mandatario en una conferencia de prensa al término del encuentro. Añadió que comprendía el papel fundamental que desempeña Estados Unidos en la defensa de Europa: “Quieren proteger su país y necesitan a Estados Unidos, y sin Estados Unidos no será lo mismo”, afirmó.

Trump ha denigrado durante mucho tiempo a los aliados de la OTAN, calificándolos de gorrones que dependen de Estados Unidos para su protección. Su vicepresidente, J. D. Vance, y el secretario de Defensa, Pete Hegseth, han descrito a Europa como una carga para los recursos de seguridad estadounidenses. El presidente incluso ha considerado públicamente retirar a su país de la alianza.

Sin embargo, el breve comunicado de la cumbre, aprobado por unanimidad el miércoles, incluyó una reafirmación del compromiso de los aliados con la defensa colectiva contemplada en el Artículo 5 del pacto de la OTAN. Aunque Trump ha sido reacio a comprometerse públicamente con dicho artículo, en privado suele respaldarlo.

En su propia conferencia de prensa, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, expresó su frustración por las persistentes preguntas sobre el compromiso de Trump con el Artículo 5. Instó a periodistas y políticos a “dejar de preocuparse”, y agregó: “Estados Unidos está totalmente comprometido con el Artículo 5. ¿Cuántas veces quieren que lo repitan?”.

La cumbre recibió elogios del senador Christopher Coons, demócrata de Delaware y miembro del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. “Esta será recordada como una cumbre histórica”, declaró en una entrevista en La Haya. “El acuerdo de destinar el 5 % es un avance significativo hacia un compromiso compartido con nuestra seguridad colectiva”.

Pero advirtió que “ese dinero tiene que coordinarse y gastarse bien, o no hará más que aumentar los costos y la inflación”.

Otros fueron más escépticos.

“Todos los grandes desafíos quedaron fuera de la agenda”, señaló Torrey Taussig, exdirectora para Europa del Consejo de Seguridad Nacional durante la presidencia de Joseph R. Biden Jr. No hubo, dijo, “ningún resultado significativo para Ucrania, a pesar del cuarto año de guerra terrestre en Europa”, ni tampoco se discutió la política futura hacia Rusia ni los crecientes desafíos planteados por China.

Además, el compromiso es aumentar el gasto al 5 % en el plazo de una década, lo cual deja mucho margen. Algunos países podrían no alcanzar nunca esos objetivos.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, declaró antes de la cumbre que España destinaría el 2.1 % de su PIB a defensa, “ni más ni menos”. Eslovaquia y Bélgica también insinuaron que la meta del 5 % sería inalcanzable.

Rutte sorteó esa objeción con un lenguaje diplomático algo ambiguo. El comunicado señaló que “los aliados” —no “todos los aliados”— habían acordado la cifra del 5 %.

Rutte presentó el acuerdo como una victoria de Trump, elogiándolo por presionar a los europeos para hacer lo necesario en defensa de sus propios intereses.

“Lograste algo que ningún presidente estadounidense en décadas pudo lograr”, le escribió Rutte a Trump en un mensaje de texto privado que éste publicó en redes sociales.

Incluso si los países invierten de forma desigual, el resultado sería un aumento considerable del gasto militar europeo. Se espera que los recursos se usen de manera eficaz y en áreas críticas como la defensa aérea y la inteligencia satelital, donde la contribución estadounidense sigue siendo indispensable. Se realizará una revisión del gasto en 2029.

Trump ha ordenado una revisión sobre la distribución actual y futura de las tropas estadounidenses, lo cual probablemente influya en la cantidad de efectivos y equipamiento que la OTAN desea que cada país aporte.

A pesar de las promesas, muchos gobiernos —especialmente en Europa occidental— enfrentarán la difícil tarea de convencer a sus ciudadanos de que la amenaza a la seguridad es real y que se requiere inversión en disuasión.

Ahí es donde la teoría se enfrenta a la práctica, dijo Rachel Rizzo, experta en defensa europea del Atlantic Council. “¿Invertirán los líderes europeos el capital político necesario para convencer a sus ciudadanos de este compromiso?”.

La velocidad también será clave: algunas agencias de inteligencia advierten sobre una posible amenaza rusa en Europa dentro de tres a cinco años tras el fin de la guerra en Ucrania.

El nuevo gasto “debe traducirse en capacidades militares concretas que puedan implementarse pronto”, dijo Rizzo.

Algunos analistas elogiaron a Rutte y a los europeos por mantener satisfecho a Trump, calificando su actitud como una muestra de buen juicio político.

“Ante la amenaza del abandono estadounidense, los aliados idearon una estrategia para ganar tiempo y apaciguar a Trump”, señaló Kori Schake, directora de política exterior y de defensa del American Enterprise Institute. Y añadió que es preferible que Rutte “sea el único que se someta, para que los líderes que deben presentarse a elecciones no tengan que hacerlo”.

Ucrania quedó relegada a un segundo plano en esta cumbre, aunque el presidente Volodímir Zelenski se reunió con Trump. Su encuentro estaba previsto para la semana anterior durante la cumbre del Grupo de los Siete (G7) en Canadá, pero el presidente estadounidense no asistió, alegando la necesidad de regresar a Washington para atender el conflicto entre Israel e Irán.

En su conferencia de prensa, Rutte prometió “apoyo continuo” a Ucrania con dinero y equipamiento.

El comunicado no mencionó la posibilidad de la futura adhesión de Ucrania a la alianza, aparentemente como un gesto más hacia Trump, quien se opone a dicha incorporación. Sin embargo, Rutte reiteró la promesa de larga data de la OTAN de que Ucrania ingresará eventualmente.

“Nuestro objetivo es mantener a Ucrania en la lucha hoy para que pueda disfrutar de una paz duradera en el futuro”, declaró. “Apoyamos a Ucrania en su búsqueda de la paz y seguiremos respaldándola en su camino irreversible hacia la adhesión a la OTAN”, repitiendo lo dicho en el comunicado del año pasado en Washington.

Liana Fix, experta en Europa del Consejo de Relaciones Exteriores, comentó: “Para ser totalmente honesta, coreografiaron la cumbre de una manera que, en primer lugar, protege los intereses de seguridad de los aliados de la OTAN, y después viene Ucrania”.

“En un mundo ideal, Ucrania y Rusia deberían haber sido la máxima prioridad en la cumbre”, añadió Fix. “Pero en un mundo dominado por Donald Trump, es comprensible que los principales aliados la organizaran como lo hicieron”. (Steven Erlanger/Lara Jakes / The New York Times)

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