Taylor Adam Lee, un soldado de Fort Bliss originario de Idaho, fue arrestado el 6 de agosto acusado de intentar vender secretos militares a Rusia, a cambio de apoyo y un viaje seguro para desertar. Según el testimonio de un agente encubierto del FBI, Lee le confesó en El Paso que su vida estaba “en ruinas” y que no veía salida.

Durante la audiencia inicial celebrada el lunes en la Corte federal, el fiscal presentó como testigo al agente especial Nicholas Napoli, quien relató que la investigación comenzó en mayo de 2025, después de que Lee llamara varias veces a la Embajada rusa en Washington, D.C. Poco después, el propio Napoli, haciéndose pasar por un agente ruso, inició contacto con Lee a través de aplicaciones de mensajería cifrada.

El 2 de junio, Lee ofreció entregar “información sobre operaciones blindadas, conocimientos de primera mano y experiencia operativa en la plataforma M1 Abrams” a cambio de ayuda para llegar a Rusia. Aseguró tener también datos adicionales que podía compartir “de forma más segura” y dijo que podía revelar “puntos débiles” de vehículos militares estadounidenses.

En una conversación del 9 de junio, para confirmar su identidad, Lee dirigió al agente a un portal militar que mostraba su autorización de seguridad. El 9 de julio, en una reunión en el Centro de El Paso, supuestamente le entregó una tarjeta SD con 40 documentos. Entre las pruebas presentadas en la Corte había equipo marcado como “SECRET” y un disco duro. Lee admitió que la filtración causaría “un daño terrible” y pondría en riesgo a militares.

El 22 de julio, afirmó que podía obtener una antena y un escaneo 3D de un tanque. Para el 30 de julio, dijo haber conseguido un disco duro y equipo de campo que guardó en un almacén. Cámaras de vigilancia lo captaron conduciendo de manera imprudente hacia el lugar, donde el FBI halló objetos con cables y un parche con la bandera rusa.

Finalmente, el 6 de agosto, Lee fue detenido cerca de una parada de autobús en el aeropuerto de El Paso. Creía que se reuniría con un “agente ruso” que le entregaría pasaporte y planes de viaje. En realidad, todos sus interlocutores desde junio eran agentes encubiertos del FBI.

La defensa cuestionó en el contrainterrogatorio el nivel de clasificación de los documentos y subrayó que, aparte de los contactos iniciales con la Embajada rusa, ninguna persona involucrada era realmente agente de Rusia.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *