Una joven de 20 años acusada de homicidio por un accidente fatal que mató a un motociclista viajaba a más de 100 millas por hora (161 km/h) al momento del choque, y admitió a la policía que estaba mirando hacia abajo para seleccionar una canción en su teléfono celular cuando ocurrió el accidente.

Según documentos judiciales, Marissa Arlene Domínguez fue arrestada el 11 de septiembre y acusada de homicidio por el accidente del 31 de agosto que mató a Alejandro Rodríguez de 48 años.

El accidente ocurrió aproximadamente a las 2:30 a.m. del 31 de agosto en la Interestatal 10 Oeste en Don Haskins. La policía dijo que Rodríguez fue golpeado por detrás y arrojado de su motocicleta. Murió en el lugar.

Los datos del accidente del vehículo de Domínguez indicaron que viajaba a 118 millas por hora (190 km/h) al momento del choque. Los datos también mostraron que no aplicó los frenos para prevenir el accidente.

Domínguez inicialmente mintió a los oficiales cuando hablaron con ella por primera vez, según los documentos judiciales. Les había dicho que el motociclista se había metido a su carril en el último minuto, y que lo golpeó.

Posteriormente admitió que había mentido porque estaba asustada. Luego dijo a la policía que vio a un motociclista adelante de ella en el mismo carril. Dijo que miró hacia abajo para seleccionar una canción en su teléfono celular y luego sintió la colisión con la motocicleta.

Alcohol y circunstancias del incidente

Según documentos judiciales, Domínguez dijo que estaba celebrando el cumpleaños número 21 de su amiga y admitió haber bebido varias bebidas alcohólicas.

Cuando proporcionó una muestra de aliento, los resultados fueron de 0.047 y 0.046, aproximadamente la mitad del límite legal para alcohol, según documentos judiciales.

Domínguez, quien no tiene la edad legal para beber, dijo a los oficiales que entendía que aún era menor de edad ante la ley pero creía que aún podía operar un vehículo motorizado.

Tragedia familiar repetida

En una revelación particularmente impactante, Domínguez dijo a los oficiales que su padre había sido asesinado por un conductor ebrio y que «nunca le desearía eso a la familia de alguien más».

Esta declaración añade una dimensión trágica al caso, mostrando cómo los efectos devastadores de la conducción imprudente pueden perpetuarse a través de las generaciones.

Cargos y consecuencias legales

Domínguez enfrenta un cargo de homicidio, un delito grave que puede conllevar penas significativas de prisión. El caso ilustra los peligros mortales de combinar velocidad excesiva, uso de teléfonos celulares mientras se maneja, y consumo de alcohol.

Aunque su nivel de alcohol en sangre estaba por debajo del límite legal para adultos, cualquier cantidad de alcohol puede afectar el juicio y los tiempos de reacción, especialmente cuando se combina con otras distracciones como el uso del teléfono celular.

Un recordatorio fatal

Este trágico incidente sirve como un recordatorio severo de las consecuencias potencialmente mortales de la conducción distraída y el exceso de velocidad. La combinación de viajar a casi el doble del límite de velocidad mientras se manipula un dispositivo móvil resultó en la pérdida de una vida y arruinó otra.

La muerte de Alejandro Rodríguez representa otra estadística trágica en el creciente número de fatalidades de motociclistas causadas por conductores distraídos o imprudentes. Su familia ahora debe lidiar con una pérdida devastadora que era completamente evitable.

El caso de Domínguez procederá a través del sistema judicial, donde enfrentará las consecuencias legales completas de sus acciones esa madrugada fatal de agosto.

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