“Tengo miedo de vivir aquí”, afirma Martha Elena Nápoles Rodríguez, de 69 años, quien vive en una pequeña casa a la orilla del arroyo Los Arcos, en la colonia El Porvenir II, donde más de 20 familias viven con la incertidumbre de que se derrumben sus hogares a causa de las lluvias que se han presentado en los últimos días.
Nápoles Rodríguez comentó que ya se vinieron abajo dos pequeñas casas, que habían sido construidas a la orilla del arroyo con tablas y lámina, por lo que el temor de ella y sus vecinos es constante.
Expresó que, entre la noche del pasado martes y la madrugada del miércoles, la corriente se llevó árboles y dejó expuestas varias alcantarillas, además, un poste de luz eléctrica y un puente peatonal están a punto de colapsar. Hay grietas en el suelo y por dentro todas las viviendas están totalmente dañadas.
“Ese día (el pasado lunes), cuando el agua empezó a subir, mucha gente salió corriendo. Yo me fui con una hija mía. Me dijo: ‘Mamá, véngase, ya no se quede ahí’, y me fui. Ya no me animé a regresar”, cuenta la mujer, quien se dedica a vender ropa usada en los tianguis.
Las paredes de la casa de Martha Elena están húmedas, el techo gotea por varios puntos y teme que la corriente termine por llevarse su hogar y las pocas pertenencias que le quedan.
Comentó que el agua arruinó su cocina, sus colchones y su mercancía, por lo que ahora le será más difícil ganarse el sustento.
“Sí me da miedo… el arroyo me da mucho miedo. Ya ha tumbado casas. Los que están más abajo ya no tienen ni cómo regresar. Mire cómo está el techo, todo se gotea aquí y allá”, aseguró.
Martha vive con su nieta, Jazmín, una joven madre soltera con dos hijas pequeñas. Aunque trata de mostrarse fuerte, reconoce que la situación es cada vez más difícil.
“Me quedé sin nada para vender. Si me dan oportunidad de pagar poquito a poquito un terreno donde no nos ahogue el agua, ahí yo me acomodo. Ya no quiero estar en esta orilla. Ya no se puede”.
Su nieta, Jazmín Toquinto Méndez, de 23 años, solicita ayuda para sus hijas de seis meses y de siete años.
“Se nos llenó el arroyo y se llevó parte de atrás de la casa. Todo se mojó: los muebles, la ropa, las paredes tienen grietas… Y el cuarto está completamente inundado”, narró.
Relató que anoche, en medio de la lluvia, tomó a sus hijas y corrió hacia la calle, en busca de ayuda entre los vecinos, mientras la corriente del arroyo crecía cada vez más.
“Tuvimos que salir corriendo, no sabíamos a dónde ir, afortunadamente una nos ayudó y nos dio un espacio para pasar la noche”, comentó.
Tras perder prácticamente todo solicita ayuda para ella, su abuela y sus hijas.
“Mis hijas se quedaron sin ropa, sin pañales, sin leche. No tenemos nada. Lo que pedimos es lo más básico: una despensa, ropa seca, algo para taparlas. Y si se puede, material para reforzar la casa… aunque sea piedras atrás, para que no se nos vaya todo en la próxima lluvia”, mencionó la joven madre.
“Nosotros mejor nos vamos”
Después de un segundo día de intensas lluvias, José Jonathan Ayala Lozano relató que el agua que había entrado por su casa y se había extendido a todos los cuartos, lo despertó a las 2:00 de la mañana.
Cometa que una pequeña gotera se convirtió en un chorro y lo que más le preocupaba era que ya había mojado los cables de electricidad.
Como él, más de 20 familias resultaron con graves afectaciones tan solo en una cuadra de la colonia El Porvenir II, muchas de ellas dejaron sus hogares anoche y otras solicitan ayuda para sobrevivir.
“Desde las dos andamos en friega cambiando todo porque no tenemos dónde acostarnos”, relata con el cansancio marcado en el rostro.
Tiene 27 años y vive con su esposa, Soraya Hernández Valenzuela, de 29, y sus dos pequeños hijos, una niña de nueve años y un niño de apenas dos años y medio.
La vivienda que ocupan está construida con materiales improvisados, y la lluvia que cayó durante la madrugada terminó por colapsar parte del techo.
“Aquí es un peligro hasta para nosotros. Ya se ve cómo el techo se está echando pa’ abajo”, explica José Jonathan, mientras señala los daños que dejó la tormenta.
El lugar, apenas cubierto con láminas y cartones, ahora representa un riesgo para su familia, por lo que, dijo, decidieron irse de la pequeña casa de renta.
“Mi suegro nos dijo: ‘Váyanse por mientras pa’ allá’, porque pues esto ya es un peligro. Y sí, nos fuimos, pero no tenemos nada. Necesitamos aunque sea bloques, algo para hacer un cuartito. Lo que sea, porque no hay dónde quedarnos”, explica el joven padre.
“Quizá para la próxima no tengamos tiempo de salir”
Morayma Lara, otra vecina del borde del arroyo llamó la mañana del miércoles a Bomberos y Protección Civil tras el desbordamiento del cauce, para reportar los daños en las viviendas.
“El arroyo se llenó hasta arriba y comenzó a tumbar la tierra… se desbordó hasta que nos tumbó ese árbol. Ahora la tierra está más cuarteada, y lo que más miedo nos da es el poste de luz. Si vuelve a llover así, se lo va a llevar y va a tumbar todos los demás”, advirtió.
En esta zona viven niños, adultos mayores, mujeres embarazadas y bebés. Algunas familias han dejado sus hogares y otros pasaron la noche del martes bajo techos húmedos, con colchones empapados por las filtraciones y sin saber si su vivienda resistirá la próxima tormenta.
“Mi casa —que es su casa— está completamente inundada. No sabíamos dónde poner la cama porque donde no hay agua, hay goteras… dormimos en lo mojado”, lamentó Morayma.
Denunció que, además del riesgo estructural por la erosión de la tierra, la zona enfrenta condiciones insalubres como lodo en el interior de las casas, humedad en paredes y techos a punto de colapsar, sin contar con el peligro eléctrico que representa un poste de luz que en cualquier momento puede ceder.
“Estamos esperando otra lluvia como la de ayer, pero esta vez quizá no tengamos tiempo de salir”, concluyó.