Los consumidores estadounidenses y sus tarjetas de crédito han ayudado a la economía estadounidense a capear muchos momentos difíciles. Ahora que resurge el temor a una recesión, la preocupación es que podrían estar topados.
La reciente caída del mercado de valores ha sido amplia, pero ha sido más pronunciada en unos cuantos sectores. Entre los más notables se encuentra el de los préstamos al consumo.
Los principales prestamistas y compañías de tarjetas American Express, Capital One Financial, Discover Financial y Synchrony Financial registraron caídas de más del 4% el lunes. En lo que va del año, esos cuatro han retrocedido un promedio de alrededor del 12%, en comparación con una caída del 4.5% del S&P 500.
Esta no es la primera vez que las acciones de los prestamistas al consumo han cargado con el peso de las preocupaciones económicas. En varios momentos de los últimos dos años, los aumentos en los pagos atrasados o en las cancelaciones de préstamos al consumo por parte de los bancos han hecho que las acciones de los prestamistas al consumo se desplomen; las cancelaciones son préstamos que se han amortizado como pérdidas. Una gran preocupación es que si los estadounidenses no pagan sus deudas, no podrán gastar como antes, eliminando un pilar fundamental de la economía.
Esos incidentes recientes con frecuencia fueron señales falsas. Las crecientes tasas de morosidad se concentraron en muchos casos en ciertos grupos de prestatarios, particularmente personas que asumieron una gran cantidad de deuda nueva durante el 2021 y 2022. Durante ese tiempo, muchos consumidores pudieron pedir prestado más de lo normal porque estaban llenos de pagos de estímulo y de los ahorros obligados por los confinamientos. Desde entonces, muchos bancos han dificultado la obtención de tarjetas.
Ahora, muchas de esas deudas incobrables finalmente se están digiriendo y resolviendo. Moody's Ratings proyecta que las cancelaciones de préstamos para automóviles y tarjetas de crédito en realidad disminuirán, aunque muy modestamente, en la última parte de este año.
Sin embargo, los inversionistas de repente tienen nuevas preocupaciones. Por un lado, las cargas de deuda ajustadas a la inflación de los estadounidenses están comenzando a crecer más allá de los niveles prepandémicos en términos por hogar. A partir del cuarto trimestre del 2024, la deuda de tarjeta de crédito del hogar promedio superó los 10 mil dólares, ajustada a la inflación, por primera vez desde el 2009, revelan datos compilados por el sitio web de financiamiento al consumo WalletHub.
Luego está el creciente riesgo de una desaceleración económica, o incluso una recesión total. Los inversionistas están claramente preocupados por las consecuencias de las políticas arancelarias de Trump. El nivel de alarma del mercado aumentó el lunes después de que funcionarios de la Administración y el propio Trump señalaron su disposición a aceptar sufrimiento a corto plazo -en los mercados y la economía- para lograr objetivos a largo plazo que no están del todo claros. Scott Bessent, el Secretario del Tesoro, dijo que la economía podría necesitar «un período de desintoxicación» para reducir la dependencia del gasto público.
Los prestamistas suelen decir que el factor más importante en sus modelos crediticios es el empleo. Independientemente de lo que suceda con el crecimiento económico o los precios de las acciones, mientras la gente esté trabajando es probable que se mantenga al día con sus pagos. Por lo tanto, los prestamistas podrían ser sensibles a las pérdidas de empleo, incluso si se concentran entre los trabajadores federales o las personas que trabajan en sectores que dependen de bienes importados.
Los resultados de los grandes prestamistas de consumo sólo representan una parte de la economía de consumo de EU. Las personas económicamente más vulnerables, como las que reciben beneficios gubernamentales que pudieran ser recortados, quizás no tengan tarjetas de crédito. También pueden depender de prestamistas especializados más pequeños para la compra de autos. Estos consumidores son también los que tienen más probabilidades de ver afectados sus presupuestos por los mayores costos de bienes importados, como las autopartes. Estos consumidores económicamente marginales representan una porción menor del gasto, particularmente en bienes y servicios discrecionales. Entonces, lo que sería especialmente preocupante para el mercado en general sería un aumento en las tasas de morosidad entre los consumidores de ingresos más altos.
De enero del 2023 a enero del 2025, la tasa a la que las personas que ganan 150 mil dólares o más al año presentan un retraso de entre 60 y 89 días en sus deudas totales se ha más que duplicado, de acuerdo con CreditGauge, producido por VantageScore, una empresa conjunta independiente de las tres principales agencias crediticias. Esos pagos atrasados siguen siendo mucho más bajos que para otros grupos, con sólo el 0.16% de los saldos pendientes. Pero el salto supera con creces el aumento para el nivel de consumidores de ingresos medios y el grupo de ingresos más bajos.
«Estamos viendo un mayor estrés crediticio entre los consumidores de altos ingresos», dice Rikard Bandebo, director de estrategia y economista titular en VantageScore. «Es probable que más consumidores tengan dificultades para equilibrar el aumento de los gastos con sus ingresos reales en el 2025».
Estos consumidores, muchos de los cuales distan de ser inmensamente ricos, destinan menos de sus ingresos a necesidades básicas y más a compras discrecionales, lo que significa que también tienen la mayor flexibilidad para incrementar sus ahorros, potencialmente convirtiéndolos en un gran punto de apoyo para la economía en general.
Los consumidores estadounidenses tienen mucho margen de maniobra. De cara al 2025, los hogares estadounidenses en general tenían hojas de balance sólidas. Por ejemplo, al tercer trimestre del 2024, los pagos al servicio de la deuda de los hogares representaban alrededor del 11% de los ingresos personales disponibles, un nivel que todavía está por debajo de las normas previas a la pandemia, reflejan datos de la Reserva Federal.
Pero el comportamiento de los consumidores no depende únicamente del dinero que tienen hoy, sino también de lo que creen que tendrán en el futuro. En una encuesta realizada a consumidores en febrero por la Reserva Federal, los encuestados en promedio pensaban que tenían 14.6% de probabilidades de no poder realizar uno de sus pagos mínimos de deuda requeridos en los próximos tres meses, que es el nivel más alto desde abril del 2020.
El riesgo es que una reversión económica pueda llevar a una reducción particularmente pronunciada del gasto. Eso hace que los prestamistas de consumo del País sean un punto clave de tensión al cual monitorear.