La secuela de la impactante ruptura entre Donald Trump y Elon Musk plantea la pregunta: ¿quién tiene más qué perder?

En uno de los momentos más trascendentales, Trump amenazó con retirar miles de millones de dólares en contratos federales a las empresas de Musk. De ocurrir, el impacto se extendería por todo el imperio empresarial de Musk, incluyendo SpaceX, que lanza astronautas para la NASA y satélites para el Pentágono.

Bajo el drama yace un auténtico riesgo político y financiero para ambos multimillonarios.
Tesla, la compañía de vehículos eléctricos que Musk dirige como director ejecutivo, perdió 152.4 mil millones de dólares en valor de mercado el jueves, la mayor caída de capitalización en un solo día en la historia de la compañía. Trump no puede perder más de tres votos de los miembros republicanos de la Cámara de Representantes o su «gran y hermoso proyecto de ley» se verá descarrilado. Ya ha sido difícil convencer a los miembros del Caucus de Libertad de la Cámara, que han expresado su preocupación por las contribuciones del proyecto de ley al déficit, el mismo argumento que Musk ha esgrimido en su contra.

Lo que está en juego:

Elon Musk

Musk, director ejecutivo de Tesla, SpaceX y xAI, tiene miles de millones de dólares en contratos gubernamentales y busca cambios en las regulaciones federales para cumplir su promesa a los inversionistas de transformar a Tesla en un gigante de la inteligencia artificial y la robótica con valor de millones de millones de dólares.

Trump amenazó el jueves con rescindir los contratos gubernamentales con las empresas de Musk, idea que los aliados del Presidente han estado impulsando desde que el CEO de SpaceX comenzó a atacar el proyecto de ley medular de Trump a principios de esta semana, dijo una persona cercana al Presidente.

SpaceX ha colaborado estrechamente con el Gobierno durante años, forjando vínculos estrechos con el Pentágono, la comunidad de inteligencia y la NASA.

Un funcionario de la Administración afirmó que a Musk le resultará extremadamente difícil ahora hallar una voz comprensiva en la Administración Trump.

Tesla

Para lanzar una flota nacional de vehículos autónomos, Tesla necesita cambios regulatorios a nivel federal, algo que Musk ha estado impulsando. Actualmente, los Estados controlan si los vehículos autónomos operan en vías públicas.

En abril, Sean Duffy, el Secretario de Transporte, visitó la sede de Tesla en Austin. «Estamos aquí en Austin, Texas, en la fábrica de Tesla con Elon Musk, el grande», declaró Duffy en un video publicado en X. «Obviamente, sería maravilloso que EU tuviera un conjunto nacional de normas para la conducción autónoma», añadió Musk en el video.

Se anticipa que Tesla lance su primer servicio de taxis con vehículos autónomos en Austin a finales de este mes, preparándose para competir con Waymo.

Un mayor revés para Tesla podría provenir de los esfuerzos de la Casa Blanca por flexibilizar las normas de ahorro de combustible y emisiones. Tesla gana cientos de millones de dólares cada trimestre gracias a la venta de créditos regulatorios a armadoras rivales que necesitan comprarlos para evitar multas por exceder los límites de emisiones del tubo de escape. En mayo, el Congreso votó a favor de eliminar la capacidad de California para establecer sus propios límites de emisiones, matando uno de los principales impulsores de la inversión en vehículos eléctricos en EU.

SpaceX

SpaceX trabaja de la mano con el Gobierno de EU en múltiples contratos valuados en miles y miles de millones de dólares. Varias agencias gubernamentales utilizan sus cohetes Falcon, vehículos espaciales en órbita y Starlink, una red de más de 7 mil 500 satélites de internet que también ha llamado la atención por su apoyo a la lucha de Ucrania contra Rusia.

Los reguladores de seguridad aérea revisan los planes de vuelo de SpaceX y las agencias ambientales ayudan a regular los planes de la compañía para los sitios de lanzamiento. En abril, SpaceX consiguió un contrato de 5.9 mil millones de dólares para lanzar cargas útiles de seguridad nacional para el Ejército.

La compañía de Musk es la única empresa espacial estadounidense que transporta regularmente astronautas hacia y desde la Estación Espacial Internacional.

SpaceX también es una parte importante del programa insignia de exploración humana de la NASA, con aproximadamente 4 mil millones de dólares en contratos para desarrollar su vehículo Starship para futuras visitas de astronautas a la Luna. NASA eligió a SpaceX para trabajar en una nave espacial que le permitiría desorbitar de manera segura la estación espacial en el 2030, un trato con valor de hasta 843 millones de dólares.

SpaceX también ha hecho acuerdos con agencias de espionaje estadounidenses, incluyendo un acuerdo clasificado de 1.8 mil millones de dólares con la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO), una agencia que opera satélites de vigilancia.

Donald Trump

Trump ha concentrado toda su agenda legislativa en un proyecto de ley masivo, que combina recortes de impuestos, financiamiento para la frontera y recortes a programas como Medicaid y cupones de alimentos. El proyecto de ley fue aprobado por un estrecho margen en la Cámara de Representantes con 215 votos a favor y 214 en contra, y ahora pasará ante el Senado antes de ser sometido a votación nuevamente en la Cámara. La oposición de Musk a la legislación podría descarrilarla.

Musk afirmó que el proyecto de ley añadiría 2.5 millones de millones de dólares al déficit federal, calificándolo de «abominación repugnante» y amenazando con despedir a políticos «que traicionaron al pueblo estadounidense». Sus argumentos podrían hallar eco entre los legisladores con mentalidad deficitaria.

El multimillonario también podría recurrir al enorme fondo de reserva que utilizó para apoyar a Trump en las elecciones del año pasado, financiando primarias contra legisladores que apoyan el proyecto de ley, o invirtiendo su dinero de maneras más sutiles para persuadir a los republicanos a votar en contra. Musk donó más de 250 millones de dólares para la reelección de Trump y declaró el jueves que Trump hubiera perdido las elecciones sin su apoyo. «¡Qué ingratitud!», publicó en X, la red social de su propiedad.

Mientras los legisladores diseccionaban la mordaz retórica, la mayoría de los republicanos parecía seguir unida tras el Presidente. Pero Musk sólo necesita convencer a un puñado de disidentes.

A más largo plazo, una división permanente entre Musk y Trump podría perjudicar las posibilidades de los republicanos de mantener su mínima mayoría en la Cámara de Representantes en las elecciones intermedias del 2026, dada la importancia de contar con el apoyo de la gran cantidad de seguidores del empresario en X para que el Partido Republicano consiga victorias.

El jueves, Musk reflexionó sobre la posibilidad de crear un nuevo partido político, preguntando a sus 220.5 millones de seguidores en X si apoyarían la creación de uno. Para la noche del jueves, más del 81% de los aproximadamente 3.5 millones de quienes contestaron estaban a favor.

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