Ciudad de México.- Tras una gestión de nueve años, marcada por la insuficiencia presupuestal y la polémica construcción del Tren Maya, el antropólogo Diego Prieto anunció este miércoles que deja la titularidad del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

En su lugar queda el antropólogo Joel Omar Vázquez Herrera, quien hasta ahora se desempeñaba como Director del Centro INAH Oaxaca.

El periodo de Prieto como director del INAH comenzó formalmente en 2017, durante la Administración priista del ex Presidente Enrique Peña Nieto, aunque fungió como encargado de despacho durante el último semestre del 2016, tras la renuncia de Teresa Franco.

El funcionario, quien se ha descrito a sí mismo como un «soldado obediente», estuvo al frente del Instituto durante todo el sexenio de Andrés Manuel López Obrador y, como él mismo había proyectado en una entrevista con este diario, termina su encargo en el Administración actual tras la conclusión de tareas pendientes.

«Estaré donde me indiquen», respondió en julio del año pasado.

«Yo sé que en estos procesos uno debe ser entrón y comprometido, pero yo pienso que, de alguna manera, ya di lo que podía dar, (aunque) por supuesto que yo creo que podría seguir haciendo un buen papel».

De acuerdo con Prieto, su nueva indicación es dar forma a la naciente Unidad Estratégica de Culturas Vivas, Patrimonio Inmaterial e Interculturalidad, área de la Secretaría de Cultura que todavía no se ha formalizado jurídicamente, pero que ya había sido anunciada a inicios de este año.

«Ésta es la razón, más allá de la chismografía de la prensa, que si Claudia Sheinbaum y que si Claudia Curiel no me quieren, que si el INAH está en el mayor caos y lo vamos a dejar bien mal, y que si ya era tarde, la razón es que vamos a construir esta nueva entidad», ironizó.

«Nunca me ha tocado construir una institución, vamos a ver si lo hago bien y, si no lo hago bien, como dice la frase trillada 'que el pueblo me lo demande'».

El tema más polémico y definitorio de su gestión frente al INAH fue la construcción del Tren Maya, por la que fue duramente criticado incluso al interior de la dependencia.

Para sus detractores, Prieto actuó con pasividad, o con complicidad incluso, ante la devastación cultural y ecológica causada por el megaproyecto iniciado en el sexenio pasado, según han denunciado investigadores del propio INAH y organizaciones de la sociedad civil.

Un caso notable fue el del arqueólogo Fernando Cortés de Brasdefer, con décadas de trabajo en Chakanbakán, Quintana Roo, quien denunció que el trazo del tren arrasó vestigios y monumentos arqueológicos de manera indiscriminada.

A raíz de este pronunciamiento, Cortés de Brasdefer recibió un citatorio por parte del Instituto, en lo que fue leído como un acto de censura y persecución.

Por su parte, Diego Prieto y otros funcionarios del INAH han sostenido que el salvamento arqueológico realizado como parte de las obras del Tren Maya permitieron hallazgos sin precedentes en la región.

En una gestión cargada de polémicas, la última de ellas fue el cierre de museos en la Ciudad de México y el Área Metropolitana el pasado junio, tras contratar mediante una licitación pública a dos compañías privadas que no fueron capaces de presentar al mínimo de custodios para ofrecer el servicio.

Esto hizo que, en el día en el que fue anunciado que el prestigioso Premio Princesa de Asturias de la Concordia le había sido concedido al Museo Nacional de Antropología, éste permaneciera cerrado por la falta de elementos de vigilancia.

De acuerdo con una revisión de REFORMA (16/06/25), la decisión de la dependencia de sustituir a la Policía Auxiliar de la Ciudad de México por empresas privadas, luego de una colaboración de décadas con la corporación, trajo consigo una reducción del 40 por ciento del número de custodios en la capital y el área metropolitana, con un ahorro mínimo.

Apenas este martes, Prieto dio a conocer que daría marcha atrás a los contratos con ambas empresas, que ganaron la licitación en 27 entidades, para solicitar los servicios del Servicio de Protección Federal (SPF).

Trayectoria de estrechez

Antropólogo social egresado de la ENAH, con maestría por la UAM, Diego Prieto escaló a la Dirección General de la dependencia desde el Centro INAH Querétaro, que encabezó entre 1995 y 2000, para luego coordinar la investigación sobre pueblos indígenas y procesos socioambientales del proyecto Etnografía de las Regiones Indígenas de México, entre 2012 y 2013.

En este último año, Prieto fue designado por Teresa Franco como Coordinador Nacional de Antropología, cargo que ocupó hasta 2015, cuando fue nombrado Secretario Técnico del Instituto.

Desde su llegada a este último cargo de responsabilidad mayor, el funcionario se ha visto en la necesidad permanente de mantener a flote una dependencia con presupuestos siempre menguantes.

En 2016, fue el encargado de firmar una circular que informaba al personal del INAH sobre un recorte presupuestal del 20 por ciento, que desencadenó una serie de despidos y la reducción de proyectos de investigación, todo en el turbulento contexto de la creación de la Secretaría de Cultura.

«Vamos haciendo un ejercicio de autocontención antes de que nos autocontengan», le pidió a los investigadores del INAH durante una reunión llevada a cabo ese año, con una frase que podría definir su futura gestión frente al Instituto.

En agosto de 2016, Prieto quedó como encargado de despacho durante los últimos meses del año y recibió el apoyo de los Profesores de Investigación Científica Eméritos del INAH para ser nombrado director, a través de una carta dirigida al entonces titular de la Secretaría de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa.

La sucesora de Tovar en el cargo, María Cristina García Cepeda fue quien formalizó el nombramiento de Prieto como director general del INAH en enero de 2017.

Aunque al inicio de su gestión reportó cifras positivas de la obtención de recursos a través de los llamados «autogenerados» del Instituto, gran parte de los esfuerzos y recursos materiales y humanos de la dependencia se volcaron a la restauración del patrimonio cultural dañado por los sismos de septiembre de ese año.

Ya en el 2018, con el triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador, el anuncio de que Prieto habría de ser ratificado en el cargo enfrentó una resistencia que le perseguiría desde entonces: la del movimiento #YaPágameINAH.

Conformado por los trabajadores del llamado Capítulo 3000 del INAH, es decir, por aquellos contratados como prestadores de servicio, este colectivo llevó a la luz pública las condiciones de precariedad laboral que imperan en la dependencia y que afectan a un número que ronda los 700 trabajadores.

Sin prestaciones de ley ni derecho de antigüedad, pero con la obligación de realizar tareas sustantivas para el INAH, estos trabajadores no vieron su situación cambiar durante los nueve años de Prieto en el cargo.

Con una relación fracturada con diversos sectores del INAH, Diego Prieto comienza una nueva encomienda que, tras el anuncio de Claudia Sheinbaum de la creación de esta coordinación, ya había suscitado preocupación entre los trabajadores de base de toda la Secretaría de Cultura.

A la llegada a su nuevo cargo, Diego Prieto, el «soldado obediente», buscar sentar las bases de una nueva unidad, de la que todavía se sabe poco.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *