Ciudad de México.- Unos días después de asumir el poder, el presidente norteamericano Donald Trump cumplió una de las primeras advertencias que lanzó al mundo en su campaña: la imposición de aranceles a la importación.

A mediados de la semana pasada, la Corte Federal de Comercio Internacional de Estados Unidos (CFCI), con sede en Nueva York, bloqueó los aranceles de 25 por ciento instaurados en marzo por Trump en contra de las importaciones de México, Canadá y China.

Según la CFCI, el presidente Trump se extralimitó al invocar una Ley de emergencia económica, contra sus socios del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), pero además los jueces consideraron ese mismo sentido contra los aranceles norteamericanos aplicados a 57 países, en abril pasado.

Sin embargo, un día después, una corte de apelaciones repuso temporalmente los aranceles generales impuestos por el Presidente Donald Trump y, con ello, congeló la sentencia que emitió el miércoles la Corte de Comercio Internacional.

El gobierno de Trump deberá responder el próximo 9 de junio, para ganar el freno de la Corte Federal de Comercio Internacional. El gobierno norteamericano tiene el contrapeso, aunque nadie duda que va a salir victorioso.

Entre la justificación que Trump dio para los aranceles, al menos con México y Canadá, fue el tema migratorio y lo que consideró un grave contrabando de fentanilo hacia Estados Unidos.

La Corte Federal de Comercio Internacional, de acuerdo los reportes periodísticos, no encontró justificación entre la emergencia económica, el fentanilo y la migración, por lo que echó por tierra los aranceles impuestos por la administración de Donal Trump.

¿Por qué ocurrió este revés federal al mismo presidente de Estados Unidos? Porque un buen número de empresas privadas (de gran peso) y gobiernos estatales gobernados por el Partido Demócrata, demandaron la negativa a la imposición de dichos aranceles, primero, porque no tiene nada que ver el fentanilo y la migración y, segundo, lo más importante: la economía.

A ningún gobierno del mundo, le resulta benéfico pelearse con la empresa privada, a ninguno, salvo aquellos que tengan resuelto el tema de la gobernabilidad, desde el sistema político que se quiera ver. Sin embargo, para aquellas naciones que le apuestan a la tiranía y al absolutismo, el asunto empresarial no tiene importancia.

Mientras Trump aludió como principal objetivo, al imponer los aranceles, una emergencia económica nacional, los estados que gobiernan los demócratas lograron ponerle freno, al acudir a la Corte y establecer que no existe una correlación entre el fentanilo, la migración y la economía norteamericana.

Para efectos prácticos, la medida de bloquear los aranceles es técnica y jurídicamente normal, pero el rebote político va más allá de lo que la administración de Trump esperaba: el freno a la decisión de una persona, con pretensiones que al mundo entero fastidió.

No solo eso: países como China y Canadá, reaccionaron de manera natural, al oponerse a los aranceles y contraatacar de la misma forma. Al gobierno norteamericano no le conviene -y lo sabe-, romper los acuerdos comerciales con el país asiático de mayor importación a Estados Unidos.

El punto es necesario en esta reflexión: ¿qué sucede cuando un gobierno controla todo el poder unilateralmente? No existen contrapesos y, en consecuencia, las decisiones afectan directamente al desarrollo de todos los sectores productivos.

Cuando no hay contrapesos, lo que más se afecta es la economía, pero los daños colaterales van en cascada, como la educación, la misma empresa privada, el desarrollo agropecuario, las finanzas públicas y, lo más delicado: la salud.

Si los estados gobernados por el Partido Demócrata y las empresas privadas de mayor peso en Norteamérica acudieron a la Corte Federal de Comercio Internacional de Estados Unidos, es porque creyeron en el poder judicial; los argumentos fueron derribados en la misma Corte y, hoy por hoy, los aranceles no tienen sentido, mucho menos deberán ser aplicados. Habrá que esperar al 9 de junio para la decisión final.

Pero esto se da en un estado con la separación de poderes bien definido, no así en naciones donde el control total de las decisiones están en una sola oficina, donde reina la palabra de una sola persona y, para acabar pronto… donde nadie se puede defender de nada.

México -y medio centenar de países- respiró con el freno que la Corte le dio a Trump para implementar los aranceles que le estaban ocasionando serios problemas a los productores de exportación mexicanos. Porque la separación de poderes, en Estados Unidos, es real.

Hoy, México amaneció con el resultado de un proceso para elegir a quienes formarán parte del poder judicial. Esperemos que la separación de poderes sea real, verdaderamente real, y que a partir de esta nueva etapa, estemos en condiciones de que una Corte, elegida por el pueblo, pueda frenar lo que no es correcto para el país, como ocurrió en Estados Unidos contra Trump, el más claro ejemplo de la importancia de los contrapesos entre poderes. Al tiempo.

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