El 1 de junio de 2025, México no solo celebró una elección judicial inédita. También confirmó lo que desde el Bloque Empresarial Fronterizo (BEF) ya habíamos advertido: la gente está harta, desinformada y peligrosamente desconectada del destino institucional del país.
Con una participación de apenas el 13.32% y más de 21 millones de boletas anuladas o ignoradas, no hubo un mandato popular, hubo un vacío.
Y lo más alarmante: ese vacío se llenará con operadores políticos vestidos de jueces.
El costo de este proceso fue de más de 7 mil millones de pesos. Participaron poco más de 13 millones de personas, cada voto costó cerca de 540 pesos: el más caro en la historia del país.
Para comparar, en la elección presidencial de 2024, el costo por voto fue de 206 pesos y votaron más de 60 millones de mexicanos. No se necesita un economista para ver que aquí nadie ganó… salvo quien controla las reglas.
Hace unas semanas, desde el sector productivo en Ciudad Juárez, organizamos un foro empresarial abierto, plural, donde invitamos a los candidatos al Poder Judicial para dialogar. No hicimos el foro desde el desprecio, sino desde la acción. Esto nos da autoridad moral para criticar, fue nuestro intento por generar conciencia, informar, levantar el nivel del debate.
La respuesta de los candidatos fue puntual, pero la de la ciudadanía juarense fue clara: no creen, no esperan, no confían. ¿Y quién podría culparlos?
Llevamos décadas viendo cómo el sistema judicial se manipula según el partido en turno PRI, PAN, Morena… Todos han metido las manos. Pero lo de ahora —esto de elegir jueces como si fueran ediles— hace que las reformas del pasado parezcan juego de niños. Porque antes había simulación, ahora hay descaro.
Hoy no hay equilibrio de poderes, hay control absoluto disfrazado de participación.
No hay división, hay subordinación.
Y lo más grave: no hay reacción.
¿Dónde está la sociedad civil que tanto alzó la voz en el pasado?
¿Dónde están los colectivos, los colegios, las universidades, las organizaciones, los liderazgos?
¿Dónde está la ciudadanía frente al desmantelamiento del Estado de derecho?
Porque una cosa es estar hartos y otra es rendirse.
Y si el mensaje del pueblo fue “no me interesa”, entonces que no se sorprendan cuando el precio lo paguen sus derechos.
Porque quien no cuida la justicia cuando aún puede, la mendiga cuando ya es tarde.
Nosotros hicimos lo que nos tocaba, creamos un foro, dimos voz a los contendientes, pedimos altura, denunciamos riesgos, participamos no para aplaudir, sino para cuestionar y exigir.
No estamos en contra de acercar el poder a la gente. Estamos en contra de que se use a la gente para capturar el poder y no vamos a quedarnos callados ahora.
Quienes hoy asumen cargos judiciales deberán entender que su legitimidad no vendrá del número de boletas, sino de la calidad de su actuación y que, más que elegidos por el pueblo, están observados por él.
La justicia no se construye con simulacros de legitimidad, ni con urnas vacías.
Lo que ocurrió el 1 de junio no puede repetirse.
No puede normalizarse.
No puede justificarse.