Hace apenas unos meses se inauguró con bombo y platillo el hospital general regional No. 2 del IMSS en Ciudad Juárez. Con una inversión de 2 mil 600 millones de pesos que prometieron mejores servicios, mayor cobertura y una atención médica más digna para los derechohabientes de esta ciudad que, históricamente, ha tenido que conformarse con largas filas, turnos diferidos y carencias estructurales en el sistema de salud pública.
Mire usted: 260 camas, 42 consultorios, 32 especialidades y subespecialidades, 12 quirófanos, Toco ginecología, 10 salas de labor de parto y recuperación, tres unidades de cuidados intensivos, laboratorio y banco de sangre. Impresionante ¿no cree? Aunque hoy, la realidad golpea con fuerza: el flamante hospital opera sin contar con su plantilla médica completa.
El edificio está. Las camas también. Incluso hay áreas de quirófanos listas y en espera. Lo que no hay son suficientes médicos. Ni generales, ni especialistas. Tenemos un déficit médico que duele más que una enfermedad.
El nuevo hospital opera al 60% de su capacidad por falta de especialistas. Solo 3 de cada 10 plazas médicas están cubiertas en áreas como traumatología y pediatría y las salas de espera están llenas, pero los quirófanos… vacíos por falta de manos expertas.
Y esa ausencia no es accidental: es el síntoma visible de una enfermedad profunda que lleva años incubándose en el sistema de salud mexicano.
Muchos se preguntan por qué no hay médicos suficientes. La respuesta no es simple, pero se puede rastrear a una cadena de decisiones erráticas y omisiones gubernamentales que han desincentivado a miles de jóvenes a seguir el camino de la medicina especializada. Estudiar una especialidad en México se ha vuelto una carrera de resistencia: falta de plazas, procesos engorrosos y, sobre todo, los altos costos del posgrado junto con becas cada vez más raquíticas y no se diga, la inseguridad.
El CONACYT recortó 40% de sus apoyos a las residencias médicas, uno de los golpes más duros. Lo que antes era un aliciente hoy es una preocupación constante. ¿Cómo pedirle a un joven que dedique cuatro, seis o más años de su vida a una formación médica de tiempo completo, en condiciones laborales intensas, si ni siquiera puede garantizar el pago de su renta o su comida?
A esto se suma otro problema estructural: los pagos y prestaciones que el IMSS ofrece a sus médicos no son atractivos. Un médico especialista gana en el IMSS entre 25 y 35 mil pesos mensuales. Quienes se formaron para salvar vidas se encuentran, muchas veces, con sueldos por debajo del esfuerzo exigido, jornadas extenuantes y una burocracia que asfixia la vocación. El resultado es una diáspora de talento: médicos que prefieren irse al sector privado, a otras ciudades, o incluso a otros países donde sus conocimientos son mejor valorados.
Y mientras tanto, aquí en Juárez, los hospitales del Seguro Social sin médicos convirtiéndose en una metáfora cruel. Se construyen cascarones sin haber asegurado el alma que les daría vida. ¿Dónde quedó la planeación? ¿En qué parte del proyecto se perdió la prioridad de cubrir primero el recurso humano, antes de cortar listones y posar para la fotografía?
Desde el primer boceto del hospital, se sabía que Juárez necesitaba 150 especialistas más, pero: Nadie creo un plan para formarlos, las plazas para residencias en el estado no aumentaron, no se mejoraron salarios para retener el talento y se ignoró la fuga de talentos hacia los Estados Unidos, donde por cierto ganan hasta 5 veces más.
Este déficit no se resolverá con discursos ni con nuevos edificios vacíos. Se requiere una política integral de incentivos, becas reales, salarios dignos y condiciones de trabajo que retengan y reconozcan a los médicos como la columna vertebral del sistema de salud.
Según la OMS se deben formar al menos 30 médicos por cada 100,000 habitantes, aquí en México solo formamos 12, menos de la mitad.
Ciudad Juárez merece más que un hospital a medias. Merece médicos suficientes, capacitados y motivados. Y estos merecen, la garantía de que su vocación será respaldada, no castigada y con la certeza de que se les ofrecerá seguridad, porque en los últimos años al menos 12 médicos han sido secuestrados o extorsionados.
Un hospital sin médicos simple y sencillamente es una más de sus promesas rotas.