Una persona puede ir por la vida, con un dolor oculto por algo que no tiene y quizás podría no tener, como un sueño, una oportunidad o un proyecto de vida.

Tal vez ese dolor oculto le genere ansiedad o tal vez frustración, e inclusive algún nivel de depresión, pero dicha persona no lo sabe.

De acuerdo con el psicólogo clínico, Scott Eilers, existen dos tipos de duelo; uno que es regular, por algo que se tuvo y se ha perdido, como una persona, salud, juventud. En ese caso, si se pierde algún ser querido, se le realiza un funeral y se afronta el duelo, hasta cerrar el ciclo.

Pero el segundo, y cuyo enfoque se aborda en este artículo, denominado ambiguo, es aquel que se presenta por algo que nunca se tuvo, pero se dio por supuesto que se tendría: un sueño, una oportunidad, un proyecto de vida.

Según Scott Eilers, se define el duelo ambiguo como: “Darse cuenta tristemente de que algo que siempre pensaste que tendrías, nunca sucederá, o el lamento por la versión alternativa de ti mismo que jamás existirá”.

Este duelo es tan legítimo y doloroso como el duelo convencional, aunque mucho más silencioso y menos reconocido. De hecho, Eilers comenzó sus investigaciones con este enfoque, precisamente por la falta de información al respecto.

El término «duelo ambiguo» se refiere a una forma de duelo que surge ante pérdidas que carecen de claridad o cierre definitivo, lo que dificulta el proceso de aceptación y adaptación. En el caso del fallecimiento y funeral, hay un cierre, pero con el ambiguo, no.

Este concepto fue introducido por la terapeuta familiar Pauline Boss, aunque en este escrito, abordamos el enfoque de Eilers.

Sobre el hecho de darse cuenta de que no se alcanzará algo que se anhelaba, este tipo de experiencia puede generar un duelo, aunque no necesariamente se clasifique como «duelo ambiguo».

Se trataría más bien de un duelo por una pérdida intangible o simbólica, como la renuncia a un sueño, una expectativa no cumplida o un cambio drástico en el proyecto de vida.

Este tipo de duelo implica procesar la ausencia de algo que nunca se tuvo pero que se deseaba profundamente, lo cual también puede ser doloroso y requerir un proceso de adaptación emocional.

Eilers, afirma que el dolor es real y profundo, por lo que se recomienda a la persona, reconocer que sus expectativas o sueños no cumplidos pueden generar tristeza intensa, similar a la pérdida de un ser querido.

Muchos no lo reconocen como duelo, lo que refuerza su invisibilidad social.

Para superarlo, se deben sentir y expresar las emociones: la tristeza, la frustración o el vacío deben enfrentarse. El duelo no es lineal; viene en olas.

No apresurar el proceso: permitir que el dolor tenga su tiempo de manifestarse y disiparse. Crear un ritual personal: sin funerales ni ceremonias, Eilers sugiere que inventar tu propio “acto de cierre” puede ayudar a darle un nombre y despedirte simbólicamente de ese sueño.

Es importante evitar comparaciones: no te midas con los duelos de otros, cada proceso es único y personal.

Todo este enfoque permite legitimar el sufrimiento que emerge al descubrir que algunos de nuestros sueños y expectativas no se cumplirán, y ofrece herramientas para transitar ese camino con compasión y dignidad.

El experto, recomienda enfrentarse a sí mismo, superar el duelo y de ahí volver a comenzar.

Nunca es tarde para un reinicio

Existen múltiples ejemplos de personas que enfrentaron su propio duelo ambiguo y lo superaron.

No se trata de que la persona afronte simplemente su realidad, sin una alternativa de cambio.

Harland David Sanders (conocido como «Coronel Sanders»), tuvo múltiples empleos, antes de que, a sus 65 años, encontrara el éxito, franquiciando restaurantes con su receta secreta de pollo.

La obra «Trescientos millones» de Roberto Arlt explora cómo una trabajadora doméstica escapa de su realidad soñando con una vida diferente.

La película «Yo amo a Shirley Valentine» narra la historia de una mujer de mediana edad que, insatisfecha con su vida, decide embarcarse en una aventura para reencontrarse con sus sueños y deseos.

Reflexión para los juarenses

En Ciudad Juárez, una comunidad de gente que ha sabido reinventarse frente a desafíos, el Coronel Sanders simboliza la capacidad de reinventarse tarde en la vida. Su historia nos deja claro que:

1. La edad no define si podemos empezar de nuevo.

2. El camino puede ser difícil, pero cada tropiezo puede ser una oportunidad si mantenemos la fe.

3. Hay valor en reconocer nuestras debilidades y fortalezas y construir sobre ellas.

4. Una marca personal auténtica puede llevarte muy lejos.

La historia del Coronel Sanders no es solo sobre pollo frito y franquicias, sino sobre resiliencia, visión y capacidad de transformar obstáculos en éxitos.

Para quienes en Juárez sienten que es tarde o que ya no hay “segundo aire”, su legado demuestra que aún resta mucho por escribir. Y tal vez… aún falte su primer “sí”, ya a la vuelta de la esquina.

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