Ante tantas mentiras en la política, este 4 de julio mis sentimientos son paradójicos. Por un lado; este fin de semana recordamos con respeto la Independencia de los Estados Unidos, porque en sus inicios, fue uno de los países más democráticos de toda la historia. Por otro, entendemos que el clima de polarización, el fascismo amenazante, y los estruendosos tambores que retumban en mi cabeza -por el momento este ruido solo se da en mi imaginación-, son debido a las preocupaciones que todos vivimos actualmente, aunque no queramos aceptarlo del todo. Seguramente ni los que defendieron y fundaron al país de las barras y las estrellas contra las tropas coloniales inglesas se imaginaron el peligro nuclear en que se encuentra el planeta actualmente.
Como fronterizo, me siento en medio de todo. Varios colegas en EU ya han perdido sus trabajos en el ramo de la educación por los recortes republicanos, y otros tantos en la profesión de servicio social. Estos últimos se encargaban de asegurar el trato humanitario para los migrantes niños, y ahora cientos de ellos no saben que les depara el destino.
Al mal tiempo buena cara, dicen. Mientras usted lee hoy, yo estaré en Houston, si Dios lo permite, alistándome para el partido entre Estados Unidos y México por la copa de oro. Invertí cien dolaritos a que la ganamos, pero el patriotismo de estas fechas puede jugarle en contra al que es favorito por poco: el campeón actual, México. Diplomáticamente, lo mejor sería entregarle en título a EU. Si ya les entregamos todo lo que han querido desde que llegó Trump otra vez al poder, pues de una vez ¿qué no? Sería otro buen regalito. Mas esta es solo una competición deportiva, claro está. Por ello, mi deseo es que gane el mejor, y que prevalezca el espíritu de competencia leal, y no se armen los cocolazos. Por si las moscas, yo cargo con todas mis identificaciones legales, intentando evitar enredos complicados con la migra. En la cancha, y en el estadio, seguramente se vivirá una intensa guerra deportiva. Seguramente será muy pareja.
Por lo pronto, Estados Unidos como país, sigue reforzando la militarización de la frontera de los dos lados. Esto con plena ayuda del gobierno mexicano y su guardia nacional.
La militarización del río es algo que Texas inició desde hace años. Los republicanos extremos justifican estas acciones con una agresiva propaganda que promueve la percepción distorsionada entre una gran parte de la población que apoya a Trump. Se imaginan una ‘invasión’ de inmigrantes indocumentados desde la frontera con México. Esto, sabemos, es una gran mentira. Tan solo es una estrategia política de distracción y división, que aprovecha el momento de la xenofobia imperante para usarla como moneda, y así legitimar una presidencia inundada desde su inicio de escándalos sexuales, acusaciones de corrupción, y favoritismos de conveniencia personal. Todas estrategias antes nunca vistas a este nivel. O si usted lo duda, imagine usted ¿qué hubiera pasado si el expresidente Obama hubiera apoyado la revuelta del capitolio como lo hizo Trump? Él sí habría sido impugnado.
Sin embargo, para la Casa Blanca, esto es buena política. En los últimos meses, el pentágono y los militares han expandido su presencia en zonas fronterizas, inclusive en áreas y ranchos que por generaciones han dependido de la mano de obra de jornaleros mexicanos para levantar sus cosechas. Algo que no les conviene a ellos, al ver sus tierras cada vez más vigiladas por la presencia de maquinaria bélica. Rancheros anglosajones entrevistados en televisión del lado norteamericano han desmentido públicamente la percepción de que haya una invasión, como tanto promueve el gobierno federal actual de EU.
En la televisión, el mensaje de los líderes militares es claro: si alguien entra a Estados Unidos ilegalmente, serán detenidos, procesados, y retornados a países muy lejos de la frontera. Por si todo esto fuera poco, la Cámara Baja del Congreso acaba de aprobar un nuevo fondo de 170 mil millones de dólares para más control fronterizo y migratorio.
La realidad es que, desde la toma de posesión del presidente Trump, la migración ilegal ha disminuido, por lo que estas acciones militares son realmente exageradas. Sin embargo, la presión para seguir deportando el mayor número de migrantes indocumentados del país la está sintiendo toda la burocracia federal. El objetivo prometido es deportar un millón de indocumentados al año. El nuevo presupuesto incrementa más de tres veces los fondos de la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas: ICE. La idea es contratar a más de diez mil agentes nuevos. En el presente, esta agencia contrata a nueve mil novecientos. Entonces, ahora contará con casi veinte mil, según información ya publicada.
Eso sí, este tipo de acciones hacen ver muy fuerte políticamente al presidente Trump ante su electorado. Desde siempre, cuando los presidentes republicanos no pueden mejorar las condiciones de vida y la economía del país, entonces utilizan la estrategia de la guerra y el miedo para afianzarse en el poder. Hasta ahora, las deportaciones masivas son la única promesa que el presidente de EU parece que sí va a cumplir. “Deportaciones en esteroides. Es un plan feo”, dicen los demócratas. Lo cierto es que se está utilizando una estrategia cien por ciento militar para intentar arreglar por encimita un sistema migratorio roto desde sus bases desde hace años, y que abarca aspectos multifacéticos muy complicados. El trato humano mostrado por las instituciones de migración que promovieron los demócratas antes de Trump está desapareciendo rápidamente desde la cúpula.
Los intereses económicos de algunos cuantos millonarios dominan la política estadounidense. Las guerras son buen negocio para toda la burocracia militar y policial de aquel país. Es inmoral, pero con el pretexto de proteger a la población de amenazas extranjeras ‘criminales’, los republicanos extremos están logrando lo que quieren.
Pero esto no es nada nuevo. Desde su independencia, hace ya 249 años, para las fuerzas armadas de los Estados Unidos, como para las corporaciones que económicamente dependen del billete que genera la tecnología militar de punta, la guerra continua siempre ha sido muy redituable. Casi la mitad de cada dólar recaudado en impuestos federales se gasta en causas militares.
En efecto, echarle la culpa a los migrantes de todo no es nada nuevo, Hitler lo hizo en Alemania, pero, ¿en dónde están los invasores? No lo sé. Los medios de la extrema derecha, como la radio conservadora y Fox News, se han encargado de repetir y repetir imágenes de miles de migrantes que viajaban rumbo al norte. Sin embargo, presionados por el Imperio, México ha detenido estas olas migrantes con bastante eficacia, y ya no llegan tantos inmigrantes latinoamericanos a la frontera como antes. Inclusive muchos han optado por regresarse a sus países, o quedarse a trabajar en México, ante la imposibilidad de colarse hacia EU.
La invasión entonces es fantasma. Antes si hubo miles de migrantes que se aventuraron rumbo al país del norte, lo dijimos y lo criticamos entonces. Inclusive predijimos que esta situación solo beneficiaría a los republicanos, como terminó sucediendo en las elecciones; pero finalmente México cedió ante la presión diplomática, y se encargó de solucionarle la mayoría del problema a EU. Inclusive, desde antes del cambio de poder de los demócratas a los republicanos, los números de indocumentados entrando a EU ya iban en caída. El daño político que ocasionó la desgastada imagen del expresidente Joe Biden, que se percibía entre su propio partido como débil y muy mayor, ya estaba hecho; y Trump, el gran oportunista, lo aprovechó. Actualmente, los centros de detención para inmigrantes adaptados en zonas militares como Fort Bliss en El Paso, están casi vacíos. Son un desperdicio de gasto público.
Las campañas antiinmigrantes, tan populares desde la creación misma del país de las barras y las estrellas para dividir al pueblo y pregonar el miedo a culturas diferentes de la dominante, no son nada nuevas. Con este nuevo fondo recién autorizado, las corporaciones militares y policiales se han beneficiado de nuevo, por lo que seguramente ahora apoyarán con más ganas a su presidente. EU se acerca a un estado policial peor que antes. Así la situación. Por lo pronto, y después de lo que será un largo viaje carretero por falta de fondos para volar, ya vamos a empezar a hacer la maletita. Mejores deseos, le vaya usted a quien le vaya. Veremos cómo nos va rumbo al ya cercano mundial. [email protected]