A finales del mes de junio y principios del mes de julio en Ciudad Juárez y en la ciudad de Chihuahua se han presentado desafortunados acontecimientos que nos han puesto en la palestra nacional e internacional.
Abordo los tres temas con profundo respeto y responsabilidad, pues en todo implica hablar de la vida y el patrimonio de las personas.
La primera situación es lo relacionado con el crematorio Plenitud, donde fueron localizados casi 400 cuerpos de mujeres y hombres que no fueron debidamente cremados, y entregados a sus familiares, más allá de preguntarnos sobre como llegar a la acumulación de los cuerpos de tantas personas, ¿cómo es posible que la ambición, y la falta de valores llegue a burlar el sentir de los cientos de familias que hoy se reviven el duelo de despedir a un ser querido?
El segundo acontecimiento son los daños ocasionados por las lluvias en las dos principales ciudades del Estado, perjuicios que se derivan principalmente de la construcción de casas en zonas de alto riesgo, el no respetar los cauces de arroyos, y el abuso de las feroces constructoras que ante la necesidad de las familias por construir un patrimonio han edificado casas habitación en espacios no aptos para vivienda.
Y finalmente la desaparición de un menor de edad en un parque cercano a su casa en la ciudad de Chihuahua y que fue encontrado posteriormente sin vida, con signos de una severa violencia.
Difícilmente podemos pensar que tienen en común todos estos hechos, y es que: todos pudieron evitarse, pero cuando vivimos en una sociedad que sobrevive con una cultura de consecuencias y no de prevención, seguiremos observando estos acontecimientos que nos hacen reflexionar y preguntarnos ¿Qué estamos haciendo mal?
Mientras algunos buscar sacar raja política revictimizar, otros pretenden culpar al estado de todo, y como ciudadanos ¿Qué estamos haciendo?
Entiendo que el caso del crematorio es consecuencia de una falta de regulación de inhumación de cuerpos, y que han pasado por alto el dolor de las familias juarenses, este hecho no puede ni debe de repetirse en ningún lado, y para ello se requiere de la voluntad de las instituciones publicas de los 3 niveles de gobierno, para que de manera coordinada regulen y sancionen este tipo de actos.
En el segundo hecho se requiere también de la voluntad quienes encabezan la administración publica para que los espacios destinados a la vivienda sean realmente para dicho fin, aquí también entra nuestro compromiso con acciones tan sencillas como el no tirar basura en las calles y de esta manera el drenaje pluvial este despejado, ¿Por qué esperar a que caiga una tormenta para darnos cuenta que nuestras ciudades no están preparadas para afrontar fenómeno climatológico como lo de la lluvia?
Y finalmente, si la violenta muerte de un menor de edad no toca nuestros corazones, entonces a quienes estamos educando, que valores estamos heredando cuando hemos dejado de lado nuestra capacidad de enojo, rabia e indignación porque nos hemos olvidado de fomentar en valores como: el respeto a la vida.
Aquí la responsabilidad es de todas y todos, es de reconocerse que antes dichos acontecimientos la gobernadora Maru Campos, ha sido congruente al tener como prioridad el encabezar un gobierno derecho humanista, pues ello implica atender y dar solución con irrestricto apego al respeto a la dignidad humana, pero también nos corresponde como sociedad responder con compromiso.
La construcción de un mejor Chihuahua, solo la lograremos cuando dejemos de lado la cultura de las consecuencias y optemos por una cultura de prevención…esa es la única y verdadera respuesta.
