No exageraremos al llamar crimen organizado al ejecutado por encargados y dueños de funerarias para manipular decenas, centenas de cadáveres, cobrar millones por servicios no cumplidos y pasar por encima de cualquier norma legal, moral, ética, en el manejo de los cuerpos.
El viernes advertimos en este espacio que estaba muy lejos de llegar a su fin la historia de espanto que inició hace semanas cuando policías municipales descubrieron en apariencia fortuitamente un cadáver abandonado en una carroza también abandonada en un predio de la colonia Granjas Polo Gamboa.
Junto a ese hallazgo, el vehículo bajo el sol a plomo de junio, los agentes descubrieron varias instalaciones, especie de pequeñas bodegas, o cuartos, con escenas de pesadilla o filme de pavor, los 386 cuerpos aventados por doquier en algunos casos; en otros, apilados sin consideración ni legal ni decorosa.
Esos restos debieron ser incinerados por quienes cobraron al efecto, los dueños del ahora tristemente célebre crematorio Plenitud, propiedad de los ahora también mal afamados integrantes de la familia Cuarón, uno de los cuales, José Luis A. C., fue detenido y permanece en prisión. Junto con él fue recluido su paupérrimo, enfermo, empleado y “encargado del lugar”, Facundo Teófilo M. R.
Hemos hecho énfasis en “Los Cuarones” porque, no conscientes de la barbaridad cometida, fue utilizado el apellido ante diversos niveles de autoridad para tratar de escapar primero al ministerio público y después a los jueces, con quienes estuvo a punto de ser liberado el dueño, liberado bajo fianza pero al fin liberado. Influyentismo y sin duda ofrecimientos económicos pusieron en peligro la rendición de cuentas.
Poco a poco han brotado múltiples evidencias de que lo hallado en Granjas Polo Gamboa, si bien hasta el momento parece el hecho más grave cometido por el crematorio Plenitud y las funerarias a las que vendía el “servicio”de incineración, no es todo lo que había y hay en el contexto de fraudes y otros delitos cometidos por dueños de esos negocios contra sus clientes.
Más tardó el texto de La Columna publicado el viernes en llegar a los lectores que policías de la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI) en confirmar que la continuación del horror y la deshumanización está lejos de tocar su fin.
Descubrieron los elementos de la Fiscalía de distrito zona norte en otro punto de la ciudad, en la colonia Arroyo Colorado, otra escena solo imaginada para cine de terror o para la delincuencia común, cuyos sicarios asesinan, torturan, descuartizan, inhuman, con toda la crueldad posible, sin el menor respeto por la vida humana.
No de otra forma que esos llamados delincuentes comunes se conducen los empresarios de la muerte. En la cochera utilizada como bodega de la vivienda ubicada entre las calles Latón y casi Donato Guerra hallaron los policías investigadores otras dos carrozas con ataúdes en cuyo interior fueron abandonados, u ocultados, tres cuerpos, el de un adulto y los de dos niños muy pequeños, según pueden apreciarse en las fotos a las que tuvo acceso La Columna.
En una de las fotos que distribuyó la Fiscalía General del Estado para informar sobre esos hechos puede ser observada una figura de la Santa Muerte a un lado de las carrozas, el polvo y el alto grado de descuido del lugar.
Es evidente que los dueños de la vivienda no mostraron aprecio alguno, ni responsabilidad, ni con los cuerpos escondidos en el lugar, ni con sus familiares que, insistimos, cubrieron en su momento el pago por el servicio de cremación.
Tampoco mostraron un solo destello de moralidad y respeto por los principios religiosos de los familiares de los fallecidos ni por las costumbres, en el mismo sentido, de la comunidad juarense. Solo cobraron y se apropiaron de los cuerpos para esconderlos en la sin razón de creer que nada pasaría.
Evidentemente actuaron, más que sin tomar en cuenta las consecuencias, solo convencidos de la impunidad recibida por las autoridades regulatorias en esta materia, específicamente la Comisión Estatal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Coespris), cuyos titulares, municipal y estatal, siguen en funciones a pesar de ser involucrados en la falta de verificación de esos negocios durante casi tres años.
Este caso tuvo su detonante en Plenitud, desde luego, pero cometido por los propietarios de otra funeraria llamada Del Carmen que también están sometidos a proceso penal, Nancy Ivette Arriaga Arvilla, Roberto Isaac Avalos Arriaga y Miguel Ángel A. O., Sólo permanece preso el tercero, los dos primeros han librado la cárcel con amparos.
Todavía no ha sido precisado por las autoridades el tiempo que tenían los cuerpos abandonados en el lugar pero una de las carrozas porta una placa de identificación EMF-99-42 que ya ni siquiera aparece en los sistemas actualizados de registros vehiculares. Es del 2007, a nombre de otra integrante de la Arriaga-Arvilla, María Magdalena Arvilla Durán
La investigación que condujo al hallazgo de los tres cuerpos en la colonia Arroyo Colorado no tuvo su origen directamente en los 386 cadáveres descubiertos en el pseudo crematorio Plenitud sino en el otro acto igual de bárbaro cometido por los dueños de la funeraria Del Carmen, cuyas instalaciones en la avenida 16 de Septiembre y Níquel fueron vandalizadas este viernes.
Primero fueron quebrados los cristales de puertas y ventanas y horas después lanzadas bombas molotov. Podemos imaginar las razones de la agresión.
Ese acto aberrante, tosco, irracional, fue el ocultamiento y manipulación inescrupulosa de otro cadáver perteneciente a una persona que había sido privada de la vida y por lo tanto, legalmente no podía ser cremada.
Los dueños de la funeraria se negaban a entregar el cuerpo porque aseguraban que había sido enviado a El Paso para su incineración y hasta mostraron a la familia documentos de la Fiscalía de distrito zona norte que autorizaban la salida del cuerpo a Estados Unidos. Resultaron documentos falsificados.
La esposa del difunto fue orillada a desarrollar su propia investigación en los cruces internacionales hasta comprobar que ninguna carroza había cruzado al lado americano con el cuerpo de su marido. De inmediato revisó las cenizas junto con sus parientes en Juárez y entre todos descubrieron el robo y el fraude del que fueron objeto.
Están ahora acusados los empresarios por múltiples delitos, inhumación, exhumación, falta de respeto a los cadáveres, falsificación de documentos públicos más los que sean acumulados, relacionados con violaciones a la Ley General de Salud.
El cuerpo de la persona fue escondido desde finales de mayo cuando perdió la vida. Una vez descubierto el fraude, los agentes de la Fiscalía hallaron el cadáver en el interior de la funeraria de la 16 de Septiembre pero a la presente fecha su familia no ha podido darle sepultura debido a las innumerables complicaciones legales.
Este caso, como el de los tres cuerpos descubiertos en la casa de la colonia Arroyo Colorado, nos lleva a ratificar que falta mucha historia por ser conocida del inescrúpulo funerario.
Sabemos que la Fiscalía zona norte sigue en la búsqueda de más cuerpos que posiblemente están escondidos o en Plenitud, o en Del Carmen o en alguna o algunas más de las funerarias ligadas a esas dos. El tormento seguirá.

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