El miércoles y el jueves negros (más bien de color rojo sangre) con los que comenzó la segunda semana de julio, aportaron casi una cuarta parte de la cuenta de ejecuciones con las que cerró el mes pasado. Fueron 103 víctimas en el total del periodo, según el registro periodístico; 102, de acuerdo a la estadística oficial preliminar.
La inconsistencia en las cifras es lo de menos, especialmente cuando el conteo es de tres dígitos, como los que amenazan con volver a la frontera en esta pugna que involucra a los grupos del Nuevo Cártel de Juárez (NCDJ) y los añejos, pero vigentes hasta la fecha, Artistas Asesinos, aliados del Cártel de Sinaloa.
Los días más trágicos y violentos que vivió Juárez fueron consecuencia, de acuerdo a lo que ha trascendido, del traslado del Cereso 3 a otro penal de Santos Nájera, cabecilla de los “Doblados”, convertidos en blanco de sus rivales ante la ausencia obligada de su líder.
Esa aparente debilidad de los AA no habría sido desaprovechada por sus enemigos, que reforzaron la “limpia” contra los vendedores de cristal y fentanilo, drogas a cuya comercialización han mostrado un feroz ataque los integrantes de grupos alineados al NCDJ.
A la ecuación de la violencia debe añadirse la incursión reforzada en Juárez de células afines a “Los Mayos”, entre ellos “Los Cabrera”, organizaciones del Cártel de Sinaloa que han llegado a la ciudad de forma intermitente para apoyar a los de la doble AA, así como lo han hecho en otras partes del estado.
Nomás en estos días del mes pasado, pues, el saldo fue de 23 muertos, caídos en siete ataques del miércoles y 11 del jueves, hechos que pusieron de cabeza a las corporaciones de seguridad y alteraron los nervios de los juarenses, quienes ven cómo siguen latentes amenazas similares a las del trágico periodo 2007-2011.
De esta forma, julio tuvo el día más violento en lo que va del año y si nos atenemos a la estadística oficial fue el segundo mes más sangriento de 2025, apenas superado por marzo, con 103 víctimas de la narcoguerra librada en las calles.
Es una señal de alerta porque los demás meses había quedado la frontera relativamente lejos de los tres dígitos: enero con 82, febrero con 72, abril con 70, mayo con 77 y junio con 84, para totalizar casi 600 casos en lo que va del año entrado en su segundo semestre.
A la vez, sin embargo, también puede notarse una señal más favorable. Si bien el nivel de violencia alteró la rutina de la Policía Municipal, Policía Estatal, Guardia Nacional, Ejército y Fiscalía del Estado, su despliegue reforzado fue factor fundamental para la contención de la violencia, en una muestra positiva de que es factible poner frenos al recurrente descontrol criminal.
Esa señal obliga a las autoridades federales, estatales y municipales a aplicar y mejorar la estrategia de contención de la violencia y el crimen, ante las siempre existentes amenazas de la delincuencia organizada de poner de cabeza a la frontera.
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La conexión entre los Ceresos y los delitos en las calles, así como la proliferación incontenible de las drogas sintéticas que están en la base de la disputa, son detonantes sistemáticos de la violencia que de forma recurrente saltan en los análisis de las reuniones de seguridad, encabezadas por los más altos mandos operativos enviados por la gobernadora María Eugenia Campos y el alcalde Cruz Pérez Cuéllar, así como los militares.
Está claro que desde los penales operan los líderes de “La Empresa”-“La Línea” y sus rivales de las diversas denominaciones de acuerdo a cada región del estado, con los contactos suficientes para reaccionar de manera virulenta a las coyunturas que les plantea su ilegal negocio.
El control de los penales se presenta como elemento clave para frenar la incidencia delictiva, reto de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal que desde 2023 tomó el mando del sistema penitenciario, un eterno polvorín por su propia naturaleza.
El combate eficaz al narcomenudeo es la otra parte de la tarea inconclusa, en particular el mercado más letal y peligroso de las metanfetaminas y el fentanilo, no solo por la presión que recibe México de parte de Estados Unidos, sino por elemental sentido común.
Nomás el mercado del cristal vale 10 millones de pesos diarios en el consumo de los más de 40 mil adictos que se estiman en Juárez, lo que da una dimensión del negocio en juego de los grupos criminales dedicados a su producción, traslado y comercialización.
Se ha vuelto la droga de mayor impacto entre los consumidores, de acuerdo con las cifras de los Centros de Integración Juvenil dedicados a atender problemas de adicciones, que en este año recibe a cuatro de cada 10 pacientes por consumo de metanfetaminas.
No por nada está el cristal en el centro también de la disputa y son frecuentes los “operativos” o las “limpias” del NCDJ a los vendedores, algunos que mal entran al grupo rival y caen abatidos por las balas a los cuantos días, dado el férreo control que tiene el cártel en gran parte de la frontera.
Esto es lo que generalmente eleva la estadística de ejecuciones en Juárez, sumada a los movimientos internos de las organizaciones delincuenciales en disputa, que no van a rendirse ante los rivales, pero no son inmunes a las acciones de autoridad cuando son contundentes, atinadas e inteligentes.
Al impostergable control verdadero de los penales debe sumarse una mayor eficiencia en el combate al narcomenudeo, es lo lógico.
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Es muy ilustrativo el análisis de una de las más recientes mesas de seguridad estatal sobre lo que ocurre en Juárez y gran parte del estado en la dinámica criminal.
Por zonas de la entidad, nomás el centro, con la ciudad de Chihuahua como base, muestra una variación favorable en la cantidad de ejecuciones, con un 26 por ciento menos en la comparación entre los últimos dos meses. Parece continuar una trayectoria sostenida a la baja.
La zona norte, con Juárez como sede, mostraba a finales de este julio violento un alza del 31 por ciento; la occidente -Cuauhtémoc y municipios de la región- un incremento del 46 por ciento; y la zona sur -con Parral como cabecera, pero Guadalupe y Calvo como epicentro- registraba un aumento del 67 por ciento en la incidencia de la mayor expresión de la delincuencia, el homicidio doloso.
En el comparativo por ciudades, las ejecuciones en Chihuahua eran 22 por ciento menos entre junio y julio, mientras que las de la frontera eran 26 por ciento más, en gran medida por la sacudida reseñada al comienzo de esta entrega.
Los número fríos retratan la realidad de la violencia estatal en un panorama en el que sobresale Juárez por las condiciones propias de la frontera que, además, es la ciudad más poblada de todo el estado. El retrato producto de la narcoguerra es atacable, modificable, en la medida que sean neutralizados los factores que mantienen en aparente descontrol al crimen organizado.
Pero la operación delincuencial desde el Cereso y la distribución de drogas como si fueran chicles, no pueden entenderse sin complicidades o negligencias de las corporaciones de seguridad, como la que, en esta misma semana, brotaron de la Policía Municipal fronteriza.
Galdino Peña Jacinto, alias “El Monster”, recién vinculado a proceso por la masacre de la familia LeBaron de noviembre de 2019, duró un año en funciones de agente policiaco en Juárez y fue formado en el Ejército, situaciones que ponen de relieve ese grave descontrol que existe también en las corporaciones de seguridad.
Que los militares deserten y se cambien del lado de la delincuencia es un drama habitual del México violento de nuestros tiempos, pero cómo entró y se mantuvo en la Policía de Juárez es inconcebible, si sobre él pesaba hasta una orden de aprehensión desde hace años.
¿Cómo burló “El Monster” los exámenes, pruebas, supervisiones y supuestos controles que tienen las corporaciones para evitar la infiltración del crimen en sus filas? ¿Quién lo dejó pasar? ¿Quién lo protegió ahí adentro?. Faltan respuestas.
También pasa por la limpieza y la supervisión de las corporaciones la estrategia de contención de la violencia, para que las ejecuciones prácticamente normalizadas no se salgan del círculo de los cárteles ni terminen siendo extensiones de otros delitos.
Es urgente y obligada la labor de contención, antes de que los grupos delincuenciales vuelvan a desbordarse y a reforzar sus estrategias para extenderse a otras actividades ilícitas, como las extorsiones y los secuestros, de lo que sigue hablándose con mayor frecuencia entre los juarenses.
La buena noticia, dentro de todo el negro panorama, es que en esos días violentos de julio, dieron muestra las instancias de seguridad de que existe capacidad de coordinación y colaboración para frenar la actividad delictiva.
Así que no todo está perdido si logran reaccionar y articularse de forma efectiva, con visión para regresar el orden en el mediano y el largo plazo.
Ya vimos el fin de semana que también la federación puede hacer su parte directo contra el crimen organizado al desarticular a un par de casas de cambio que presumiblemente lavaban grandes cantidades de dinero para el integrante del Cártel de Sinaloa, Jaime Huereca y/o Carlos Miramontes, quien operaba tranquilamente desde el corazón del exclusivo fraccionamiento, Campos Elíseos.

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