Como individuos, depender demasiado de lo que hacen o dejan de hacer los demás no es sano, tanto emocional como económicamente. Como país, depender de lo que el otro decide económicamente tampoco lo es. A esto se le llama codependencia, una costumbre que genera inmadurez y falta de crecimiento emocional.
La codependencia económica —ya especificando más— es la inhabilidad de cubrir las responsabilidades individuales con aportaciones propias; y se caracteriza también por la dificultad para establecer límites sanos. Actualmente, debido a tratados comerciales anteriores y situaciones geográficas, históricas y políticas que se dan por la cercanía con el país del norte, la independencia de México de los Estados Unidos se encuentra constantemente amenazada. Cada vez que su extravagante presidente amenaza con aumentar los aranceles, o que el señor Donald Trump le exige a México mejorar la seguridad de las fronteras, parar la migración hacia el norte o acabar con las mafias que trafican personas y drogas a su país, nuestra economía y nuestra independencia soberana son afectadas indirectamente, y nuestra presidenta se ve forzada a colaborar en todo lo que le piden de manera precipitada.
“México hace todo lo que nosotros le decimos que haga”, dijo el señor Trump la semana pasada en conferencia de prensa, de cierta manera mofándose y dándose demasiado crédito, como es su ya soberbia costumbre. “Canadá hace lo que le decimos que haga”, declaró también, refiriéndose al tema de la seguridad fronteriza, hiriendo la dignidad de los mexicanos y generando dudas sobre la supuesta soberanía nacional de nuestro país. Trump dijo que la situación de la frontera con el expresidente Biden “era horrible”, y que gracias a las decisiones que él ha tomado desde el inicio de su mandato “ya no lo es”. “Hay gente que piensa que es un milagro”, terminó Trump, quien días anteriores, en un acto oficial, había ordenado a sus generales militares que priorizaran a los cárteles de tráfico de drogas latinoamericanos como objetivos militares.
Al ser cuestionada, la presidenta Claudia Sheinbaum reaccionó diciendo que se colabora con los Estados Unidos, pero que, en México, por si hay alguna duda, “el pueblo manda”. Aunque la realidad es que el país azteca sigue cediendo ante la presión de EU en cuestiones de migración y seguridad.
Ante estas declaraciones, vamos a repasar lo que ha sucedido recientemente. Antes de que Trump se diera su paquete público con la prensa, México le entregó por segunda ocasión decenas de criminales mexicanos ya consignados —otros veintiséis narcotraficantes ya presos acá— que fueron solicitados por el Departamento de Justicia de EU. El trato se realizó con la condición de que no se les aplicara la pena de muerte, que es ilegal en nuestro país; algo a lo que los gringos, al parecer, accedieron.
Aunado a este intercambio, un dron estadounidense voló en espacio aéreo mexicano con la autorización de la presidenta para investigar zonas relacionadas con la delincuencia organizada, lo que, por el contexto mediático generado por las declaraciones de Trump, generó controversia en México. “Trump tiene una forma de hablar”, dijo Sheinbaum.
Se había rumorado en redes sociales la semana pasada que dos barcos destructores rusos y un buque de China realizaron maniobras frente al Golfo de México, lo que después de indagatorias periodísticas resultó oficialmente falso, ya que no hay registros de este suceso, y finalmente fue otro caso de “fake news”. El controversial video que obtuvo más de 900 mil vistas —esto considerado un éxito comercial en términos de redes sociales amarillistas— fue publicado en TikTok. En dicho video se reportó que radares en Tamaulipas habían detectado maniobras marítimas militares, y que tanto Pemex como EU habían activado protocolos de emergencia, pero todo esto resultó falso.
Lo que sí es verdad es que, después de todo este embrollo, EU confiscó más de 700 millones de dólares en propiedades, aviones, joyas y yates en el estado de Florida y la República Dominicana a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, acusado por la fiscal estadounidense Pam Bondi de ser uno de los líderes del cártel del Sol, lo que Maduro calificó tibiamente —al ser cuestionado— como una guerra de declaraciones. Mediante un comunicado escrito posterior, Maduro respondió incitando a la comunidad internacional a rechazar cualquier intento de agresión a su país. Por su parte, la presidenta mexicana dijo que México no tiene ninguna prueba criminal contra Maduro, y que si EU las tiene, las presente. Mientras tanto, la fiscal de EU, Bondi, ofreció 50 millones de dólares por información que conduzca al arresto del presidente Maduro.
Lo que también fue realidad es que EU sí desplegó su poderío marítimo en el mar Caribe y Sudamérica, enviando submarinos nucleares, miles de marinos y aviones espía para intentar interceptar cualquier tráfico marítimo del narco; esto mientras que el presidente Trump viajaba a entrevistarse con el presidente ruso Vladimir Putin en territorio anglosajón para negociar un alto a la guerra entre Ucrania y Rusia. Sobre la reunión diplomática, Hillary Clinton, contrincante demócrata de Trump en elecciones pasadas, sorprendió diciendo públicamente que, si Trump lograra la paz en Ucrania, entonces merecería un Premio Nobel de la Paz. Al revisar las noticias más recientes de la esperada reunión de potencias nucleares en Alaska, pudimos confirmar que no hubo ningún avance objetivo, más allá de una guerra mediática entre dos grandes egos que caminaron en una alfombra roja para la foto. Putin reclamaba el control total de la región de Donbás a cambio de un alto al fuego en el frente de batalla.
Como lo entendemos, la relación bilateral entre Estados Unidos y México se ha vuelto tóxica. Trump amenaza constantemente a nuestro país con aumentar los aranceles, intervenciones militares, el cierre de las fronteras y más deportaciones masivas, mientras que se aísla en su territorio en Washington de sus enemigos bajo el pretexto de mejorar la seguridad en ese estado. Se podría decir —abusando del uso de términos psicológicos en este artículo con intenciones de analizar la situación y encontrar soluciones— que es un narcisista y abusador típico.
Por ello, México tiene que explorar cómo accionar, y no solo reaccionar, con eficiencia e independencia en términos de economía y relaciones de poder internacional. Anteriormente, los acuerdos comerciales y la colaboración de crecimiento entre administraciones estadounidenses y propias posiblemente le resultaron favorables a nuestro país, pero las cosas han cambiado radicalmente. Al lado tenemos a un presidente muy agresivo y aislacionista. México, un país rico en recursos naturales, ya no puede depender tanto de los dólares de las remesas —que, por cierto, tanto han ayudado a mejorar los niveles de pobreza en México desde los tiempos del panista Vicente Fox—, ni puede depender de usar gas y gasolina refinada de EU, o depender de la electricidad que nos venden, o de las maquiladoras con intereses norteamericanos, o del ingreso del narcotráfico, que tantas muertes deja a su paso.
Actualmente, nuestra relación diplomática con EU es ya tóxica, especialmente considerando las diferencias ideológicas entre ambos gobiernos. La presidenta ha hecho lo que se puede; esperemos que no se radicalice y se aísle también del mercado global. Pero, mientras que son peras o son manzanas, y antes de que empeoren las cosas, se tienen que buscar alternativas científicas y sociales a corto y largo plazo para independizarse del país dominante.
Un empresario japonés recientemente motivaba a los mexicanos en una plática a invertir en educación tecnológica, apuntando que, en su país, que no tiene el petróleo, ni los recursos minerales, ni el territorio con los que México sí cuenta, invierte en innovación tecnológica y la superación de métodos de trabajo constantemente, llegando a ser potencia y económicamente autosuficiente después de la Segunda Guerra Mundial. Asia tiene varios países que han logrado esto. En Brasil, a pesar de la polarización política de la población, cuando en el pasado se proyectó que la producción de petróleo no sería suficiente para el desarrollo sustentable, se priorizó la producción de combustible de caña de azúcar y autos híbridos. Ahora, y con la suerte de haber encontrado nuevas reservas petroleras en su territorio, económicamente es una potencia regional independiente de los Estados Unidos. Aprendamos, pues, cómo sobrellevar esta relación binacional con inteligencia, para sanar la economía nacional de este problema de relaciones de codependencia y explorar la autosuficiencia.

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