Apenas daba inicio la tarde del pasado miércoles 27 de este mes, que ya casi termina, cuando una notificación de mi red social de Facebook me llamó la atención, la senadora Andrea Chávez, estaba realizando un «en vivo», como se les llama a este tipo de publicaciones que se realizan a través de las redes sociales de las personas y que se han hecho tan populares en los tiempos recientes, de las figuras públicas, de los políticos, en fin, la actualidad de nuestros días.

En esa publicación, en esa transmisión en vivo, la senadora daba cuenta de lo que ella llamó “una terrible agresión” al presidente de la mesa directiva del Senado, el senador Gerardo Fernández Noroña, llamó mi atención esta transmisión, porque el tono de voz de la senadora indicaba que algo muy grave estaba ocurriendo y en efecto, sus palabras se referían a eso, a una situación sumamente delicada, muy grave, decía ella a través del streaming que estaba realizando, incluso con palabras y frases como «estamos temblando», evidentemente pues puse atención en dicha publicación.

Antes de continuar con este relato y con la colaboración de hoy, considero muy conveniente hacer un preámbulo a manera de contexto para quien tenga la amabilidad de leerme, tengo el gusto y la satisfacción, debo decirlo con todas sus letras, de conocer a Andrea Chávez, desde hace ya varios años, iba a decir que muchos, pero en realidad no son tantos para los que rondamos ya la tercera etapa de nuestra vida, algunos 15 o 20 años pues en realidad no son muchos, y la conocí precisamente en el ejercicio de mi profesión, como conductor de un programa de radio que se llamó «Acciones y Reacciones», mis compañeros conductores y un servidor a iniciativa mía, porque siempre he creído que hay que desarrollar, impulsar, estimular, y darle paso a las nuevas generaciones, decidimos invitar a jóvenes universitarios, que tuvieran su postura política a nuestro programa de radio.

Así fue, decidimos que los miércoles de cada semana, en nuestro programa de radio que duraba una hora, tendríamos una sección de los jóvenes en la política, y ahí tuvimos la enorme fortuna de poder convivir con un montón de jóvenes universitarios, talentosos, brillantes, desenvueltos, inteligentes, que empujaban fuerte y que les gustaba la política, entre ellos, Andrea Chávez, Viviana Márquez, Fernando Chacón, Raúl Fajardo y algunos más como Hiram Hernández y otros, de los que se me escapan los nombres, pero que ellos saben quiénes son, desde entonces Andrea ya mostraba un gran talento para la política, igual que los demás, debo decir que en ese tiempo que yo recuerdo primero en una estación de radio 860 Líder Informativo y luego en otra, Radionet 1490, la tendencia política de Andrea Chávez no era en absoluto de izquierda, más bien se identificaba, lo digo por sus comentarios y por las participaciones que hacía adentro del programa con el centro izquierda, más claramente hacia el lado del PRI. Solo consigno hecho sin juicios o prejuicios sobre tal.

Bueno, tan positiva y exitosa fue la participación de estos jóvenes, en ese segmento de un programa radiofónico, que a los pocos meses mis compañeros conductores y yo decidimos dejarles el programa entero, ese día, es decir, los miércoles, el programa se llamaba «Acciones y Reacciones Juvenil» y lo conducían los jóvenes que acabo de mencionar, ellos se turnaban la conducción, ellos decidían qué temas abordar, a quienes invitar, la verdad es que lo hicieron muy bien por bastante tiempo.

Insisto, Andrea Chávez era ya, desde ese tiempo, una muy importante figura de liderazgo, femenil, político y juvenil, incluso hasta el día de hoy, aun no coincidiendo en lo personal con muchas de sus posturas, con muchos de sus señalamientos, y con muchas de sus ideas y pensamientos políticos, sigo pensando lo mismo, es una joven brillante, con un futuro prominente, y con una gran idea de lo que es la política, con sus fallas y errores, como cualquier ser humano, pero, sigue siendo la Andrea que yo conocí ya hace varios años, al igual que todos los demás que participaron en el programa.

Escrito lo anterior, y quizá por todo lo que acabo de señalar, es que me llamó la atención esta transmisión en vivo de Andrea, y conforme me fui enterando de lo ocurrido, una transmisión que duró un poco más de 16 minutos, conforme me fui enterando de lo que había pasado, debo decirlo, a través de la transmisión de Andrea y luego ya reforcé con otro tipo de consultas y señalamientos, publicaciones y transmisiones de diversos actores políticos, encontré que por lo menos resulta exagerado el impacto que le quiso dar Andrea a la transmisión a través de sus palabras.

Para los que ya rebasamos las seis décadas de tiempo de vida, lo ocurrido el pasado miércoles, no es más que otro sainete más de los muchos que suelen ocurrir, afortunadamente, no con mucha frecuencia en México, en los procesos legislativos o parlamentarios de todos los países del mundo, es conocida la proclividad a la violencia, a la fuerza, de los parlamentos en China, los países asiáticos en general, pero también en Londres, en Italia, en Estados Unidos, en fin hemos visto cualquier cantidad de situaciones violentas, entendiendo la violencia, no solamente como la agresión física, sino como la invasión del espacio personal de un ser humano, y entiéndase eso como palabras, amenazas, descalificaciones, en fin, un largo, etcétera.

¿Por qué afirmo que fue exagerada la narrativa de Andrea sobre el bochornoso hecho del Senado? Porque de acuerdo con la IA, hay documentados al menos 45 incidentes similares, en distintas épocas desde hace 60 años, en los que las cámaras de senadores y de diputados en nuestro país, han sido escenario de verdaderas batallas campales, incluso con detonaciones de armas de fuego, recordemos que en los 40’s y 50’s los diputados no solo tenían fuero, sino que podían portar armas, y lo hacían, no dudaban en sacarlas y utilizarlas durante las acaloradas discusiones en la cámara de diputados.

Eso no quiere decir que haya estado bien lo que hacían, claro que no, pero es solo un parámetro para contrastar con lo ocurrido el pasado miércoles en el Senado de la República que, según mi óptica, no es más que el resultado final del trabajo realizado por Fernández Noroña a lo largo de su gestión como presidente de ese órgano legislativo: “Quien siembra vientos, cosecha tempestades” y eso fue lo que ocurrió.

Fernández Noroña hizo honor a su larga trayectoria porril y salió de la presidencia del Senado igual que como entró: en medio de un gran escándalo. Un hombre que toda su vida le faltado al respeto a hombre y mujeres por igual, que en 2006 le dijo a su compañera de partido entonces en el PRD, Ruth Zavaleta, que “había entregado el cuerpecito a cambio de un huesito”, y todo porque siendo presidenta de la mesa directiva de la cámara de diputados le entregó la banda presidencial a Felipe Calderón. Y como es, hay cientos de anécdotas igual de lamentables y execrables sobre Noroña.

Y no estoy diciendo que haya merecido lo que le ocurrió, o que debemos celebrarlo, no claro que no, porque, además, en realidad, no le ocurrió nada salvo un par de empujones y el tremendo susto que se reflejaba en su rostro al ver a Alito dispuesto a darle su merecido. La violencia jamás será el camino adecuado para dirimir diferencias entre dos o más personas, menos aún en política.

Vale la pena destacar que el hecho rompió las redes sociales, así, sin más, las rompió, los reportes de vistas y publicaciones sobre el tema rebasan ya los 10 mil millones, es una barbaridad en cuanto al tráfico en las redes sociales se refiere, pero lo más sintomático es que una gran mayoría (para no pecar de absolutismo al decir que todos) celebrando el hecho y brindándole apoyo a Alito, sobre todo en el contexto de que este personaje no había venido siendo muy popular que digamos recientemente.

Lo cierto es que el periodo negro de Fernández Noroña al frente del Senado ha concluido, y eso sí que es una buena noticia para todos los mexicanos, seguirá causando estragos como senador en las sesiones, seguirá siendo el buleador y provocador porril que es, pero ya no tendrá el poder de tomar decisiones, y eso, eso, ya es ganancia.

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