Ciudad de México.- La maestra Cristina Cortinas, una de las figuras más preponderantes en materia ecológica en México, encabezó un semanario virtual para dar a conocer las estrategias de impulso a la economía circular, regenerativa, social y solidaria a nivel local y regional en entidades del Área Megalopolitana del centro de México, y su relevancia para el futuro de nuestras ciudades.
También de los esfuerzos similares en Chiapas y la Región Carbonífera de Coahuila. Su reporte propone un marco integral para la sustentabilidad en México, centrado en fomentar la economía circular como eje para un desarrollo urbano sostenible. Entre sus criterios clave se destacan estrategias que conectan reciclaje, innovación y gobernanza participativa para transformar los modos de producción y consumo, reducir la huella ambiental y mejorar la calidad de vida de las comunidades.
Todo esto bajo una filosofía que prioriza las cadenas de valor, fomenta la innovación tecnológica y promueve empleos verdes, todo ello bajo un marco de responsabilidad compartida entre ciudadanía, sector privado y autoridades.
Según lo expuesto, es fundamental el eliminar barreras y brechas en el uso de materiales a lo largo de su ciclo de vida, generalizando la gestión integral de residuos en todas las ciudades y localidades. Esto implica diseñar políticas que faciliten la separación de residuos en origen, la recogida selectiva y la clasificación eficiente, así como la infraestructura necesaria para transformar estos materiales en nuevos productos.
Al reducir la disposición final en rellenos sanitarios, se libera espacio para proyectos de restauración ambiental y se maximiza el aprovechamiento de recursos disponibles. En la práctica, esto se traduce en programas de recogida puerta a puerta, incentivos para la segregación en comunidades y estándares de diseño de productos que prioricen materiales fácilmente reciclables o recuperables.
También propone sustituir el uso de materias primas por materiales secundarios siempre que sea posible. Este enfoque refuerza la economía circular al cerrar ciclos de producción y consumo, disminuyendo la extracción de recursos naturales y mitigando impactos ecológicos.
Adicionalmente, la restauración de ecosistemas debe integrarse como parte de la estrategia de desarrollo, recuperando suelos degradados, bosques y cuerpos de agua, y reconociendo su valor económico y social. Aprovechar los nodos de tratamiento de aguas residuales para cerrar ciclos hídricos es crucial: las plantas de tratamiento pueden generar agua reciclada apta para usos no potables, facilitar la recarga de acuíferos y abastecer procesos industriales, reduciendo la presión sobre fuentes naturales.
Su idea, además, se centra en la racionalización del consumo de materiales, agua y energía. Aquí la información y la educación ciudadana juegan un papel decisivo. Campañas de difusión transparentes, educación en escuelas, talleres comunitarios y plataformas digitales deben promover un consumo responsable y colaborativo. La participación activa de instituciones públicas y privadas garantiza que estas iniciativas cuenten con recursos, normativas e incentivos para avanzar. Además, la economía circular exige modelos de negocio que favorezcan la compra de bienes duraderos, reparables y reciclables, así como servicios de reparación y reacondicionamiento que prolonguen la vida útil de los productos.
Finalmente se debe reforzar la colaboración con entes gubernamentales en materia ecológica. El éxito de estas iniciativas depende de una cooperación sólida entre sociedad civil, sector privado y gobierno para lograr una transición efectiva hacia modelos circulares y sostenibles.