A 50 días del cierre de la frontera de Estados Unidos a los solicitantes de asilo, 871 personas en situación de movilidad permanecen albergadas en Ciudad Juárez, la mayoría con la esperanza de que el presidente Donald Trump anuncie un nuevo programa de migración regular, pero algunas también con esta frontera como “plan B” de vida.
De acuerdo con el monitoreo del sistema de albergues del Consejo Estatal de Población (Coespo), datos del Municipio de Juárez y de la Casa del Migrante en Juárez, cuando comenzó el nuevo Gobierno estadounidense, el 20 de enero de 2025, se encontraban albergadas entre mil 400 y 500 personas, algunas de las cuales han regresado a sus lugares de origen, y otras han salido a vivir en espacios de renta.
De acuerdo con el pastor de la red de albergues cristianos Somos Uno por Juárez, Francisco González, en las últimas semanas se ha mantenido la ocupación debido a que la mayoría de las personas que permanecen albergadas no tienen a donde regresar, debido a que son mexicanas desplazadas por la violencia, o provenientes de países como Venezuela o Nicaragua, en donde las condiciones económicas no son buenas o vendieron sus pertenencias para viajar.
Juárez, su ‘plan B’
“Sí son personas que vienen de donde hay conflictos, como Michoacán o Guerrero, pues no se van a ir, y aquí algunos de ellos ya están trabajando, en algunos albergues la gente ya empezó a encontrar trabajitos y aquí están esperando. La gente que continúa con nosotros en la red de albergues, en la mayoría de los casos, ha decidido quedarse todavía a esperar, algunos todavía conservan la esperanza de que esto vaya más adelantito a mejorar y que les puedan aceptar la petición de asilo. Algunos guardan esa esperanza” y otros tienen a Juárez como “plan B”, informó.
La red Somos Uno por Juárez está integrada por 12 albergues de fe que no cuentan con apoyos gubernamentales fijos y viven desde finales de enero las afectaciones de la congelación de la ayuda exterior de Estados Unidos ordenada por el presidente Trump a las organizaciones que recibían recursos de la Oficina de Población, Refugiados y Migración (PRM, por sus siglas en inglés).
Tienen capacidad
El albergue El Buen Samaritano, por ejemplo, se encuentra al límite de su capacidad alimentaria, con 50 migrantes, aunque sus instalaciones pueden alojar entre 150 y 180 personas. Y en los últimos 50 días han salido unas 15 personas que se han movido a otras entidades del país o han buscado espacios de renta.
De acuerdo con el pastor González, del albergue Vida, en la red las últimas semanas se han mantenido entre 400 y 500 personas, aproximadamente la mitad mexicanas y la mitad extranjeras.
“No ha aumentado, no ha llegado gente deportada con nosotros y tampoco del sur, estamos esperando todavía qué va a pasar, todavía estamos pendientes”, dijo sobre las decisiones de Trump.
Debido a que cuentan con diferentes capacidades, el porcentaje de ocupación en los espacios humanitarios de Ciudad Juárez varía desde el 12 hasta el 110 por ciento.
En la Casa del Migrante, cuando comenzó el Gobierno republicano, había 179 personas alojadas, y actualmente permanecen 74, mientras que más de 80 han retornado a sus países o cuatro familias están en espera de regresar, informó la trabajadora social de su Centro de Derechos Humanos, Ivonne López de Lara.
Al menos 16 salen actualmente a trabajar, mientras que otras son menores de edad, dijo sobre el espacio que cuenta con una capacidad para alojar hasta a 600 personas.
De acuerdo con Santiago González Reyes, director de Derechos Humanos del Municipio y coordinador del albergue municipal Felipe Ángeles, hasta ayer alojaban a 37 personas provenientes de nueve países de América y África, mientras que su capacidad actual es para recibir a 200 personas.
El Centro de Bienestar para Migrantes Leona Vicario (antes Centro Integrador para el Migrante) cuenta con capacidad para atender hasta a 900 personas, pero hasta el 7 de marzo alojaba a 329, con un porcentaje de ocupación de 36.55.