A través del Proyecto de Reducción de Daños de Programa Compañeros, un promedio 50 personas logran sobrevivir cada semana a una sobredosis en las calles de Ciudad Juárez, donde ayer se conmemoró el Día Internacional de Sensibilización sobre la Sobredosis.
Además de regalar jeringas nuevas, para evitar enfermedades como la hepatitis y el VIH, se realizaron pruebas para que los usuarios se dieran cuenta si estaban consumiendo fentanilo mezclado con otra sustancia sin saberlo, como ocurrió con un usuario de heroína que se acercó al evento de la Plaza de Armas, informó su directora, María Elena Ramos.
De acuerdo con Julián Rojas Padilla, coordinador del proyecto Iniciativa de Personas que se Inyectan Drogas (PID), en 2024 la organización apoyó a 2 mil 800 personas usuarias de heroína y cristal, algunas sin saber que en realidad les están vendiendo una mezcla con fentanilo, lo que aumenta el riesgo de que sufran una sobredosis.
Naloxona, la diferencia
entre la vida y la muerte
En los últimos años Programa Compañeros comenzó a sospechar de la presencia en la ciudad del opioide sintético que es hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina, debido a que comenzó a incrementar el uso de la Naloxona, un medicamento seguro y eficaz que revierte temporalmente los efectos de los opioides y permite que una persona pueda volver a respirar durante una sobredosis.
En 2018, antes de la presencia del fentanilo en las calles, les eran solicitadas 400 dosis en los puntos de consumo apoyados, mientras que en 2022 la cifra aumentó a más de 3 mil, y actualmente el promedio es de 50 por semana, aproximadamente 2 mil 600 anualmente.
La disponibilidad de la Naloxona marca la diferencia entre la vida y la muerte, ya que brinda el tiempo necesario para que la persona reciba atención médica, destacó Ramos al recordar a los cinco jóvenes que murieron hace más de tres meses después de haber consumido cocaína y fentanilo.
“Programa Compañeros expresamos hoy nuestra solidaridad con las familias y personas allegadas de quienes han perdido la vida en Ciudad Juárez durante este año a causa del uso de sustancias, especialmente los casos registrados el pasado 15 de mayo donde murieron tres jóvenes en la colonia Oasis y dos en la colonia Salvarcar, a causa de una sustancia adulterada con fentanilo”, dijo la activista.
Destacó que la educación sobre el uso de sustancias y la aplicación oportuna de la Naloxona hubieran podido evitarse estas muertes, ya que ante el engaño de lo que en realidad están consumiendo, las personas sufren mayores riesgos de sufrir una sobredosis.
“Las sobredosis se pueden evitar y no siempre deben terminar en pérdidas de vidas y daños graves a la integridad de las personas, pueden prevenirse cuando existen recursos como la Naloxona y la atención inmediata”, indicó.
Su uso no requiere conocimientos médicos avanzados y, por ello, puede ser administrado por personal de salud, cuerpos de emergencia o incluso por personas cercanas que se encuentren presentes durante el evento.
Dijo que “vivimos en una ciudad donde el uso de los opioides ha existido durante más de 50 años; la prohibición y criminalización no acabará con el consumo y la frase sola ‘El fentanilo mata’ no es la solución. Instancias de gobierno, sociedad civil y comunidad en general debemos desarrollar estrategias de educación, salud, oportunidades de desarrollo y control del consumo sin criminalizar a las personas que consumen”.
Para Ramos, no se trata de alarmar en torno al fentanilo, sino de reconocer que el verdadero riesgo aparece cuando las personas llegan a estas sustancias sin información adecuada.
La agrupación señaló que Estados Unidos admite la crisis de opioides; mientras que México, particularmente las fronteras son afectadas por la droga que se queda y se distribuye “por eso hoy más que nunca es necesario hablar abiertamente de la Naloxona, promover su distribución y derribar los estigmas que rodean al consumo de drogas”.
También pidió garantizar el acceso a Naloxona, informar sobre su existencia e incluirla en los protocolos de primeros auxilios, como un acto de cuidado colectivo que pone en el centro la vida de quienes usan sustancias.