Nueva York.- Pocos países han apostado tanto por el libre comercio como México y Canadá. Ahora que los aranceles del 25% del Presidente Trump afectan a ambos países, sus economías enfrentan una prueba de estrés que rivaliza con la crisis financiera mundial y la pandemia.

Canadá y México han firmado por separado más de una docena de tratados cada uno -entre los más numerosos del mundo- otorgándoles acceso abierto a los mercados de más de 50 países. El más importante sigue siendo el Acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá, una versión actualizada del Tratado de Libre Comercio de América del Norte de 1994 que eliminó la mayoría de las barreras al comercio entre los tres países. Más del 80% de las exportaciones de ambos países se destinan a Estados Unidos.

El acuerdo convirtió a México en una potencia exportadora, convirtiéndose en uno de los principales exportadores mundiales de vehículos, cerveza y televisores de pantalla plana. Por su parte, Canadá utilizó los acuerdos de libre comercio con EU, que datan de la década de 1960, para ayudar a catapultar su economía, que ahora asciende a 2 millones de millones de dólares, al elitista Grupo de los Siete, o G-7.

Su cálculo se pulió en el curso de varias décadas y se convirtió en creencia popular: que un mundo liderado por su vecino, Estados Unidos, sólo se volvería más interconectado y orientado al mercado. Ahora, los aranceles podrían causar grandes contracciones en las economías de ambos países, con Canadá enfrentando una pérdida de hasta el 5% del PIB y México el 3%, estiman los analistas.

Tendrán que encontrar una nueva forma de avanzar, concentrándose más en los mercados internos o comerciando con más países, dijeron los analistas comerciales. Ninguno de los dos países tiene una solución fácil a corto plazo.

«El hecho de que Estados Unidos le dé la espalda a este modelo es un gran golpe para nosotros», dijo Juan Carlos Baker, quien fungió como Subsecretario de Comercio de México durante las negociaciones que llevaron a la firma del T-MEC en el 2018. «Marcará el fin de una era».

Para Trump, los aranceles son un medio para poner fin a un periodo de pérdida de empleos y capacidad manufacturera a vecinos más pequeños. Ha prometido que los nuevos aranceles proporcionarán una nueva fuente de ingresos para el Gobierno, harán que las empresas reubiquen sus operaciones a Estados Unidos y obligarán a México y Canadá a reforzar sus políticas fronterizas para detener los flujos de migrantes y drogas por la frontera.

Trump ha citado esos problemas fronterizos como la causa de los aranceles, y sus asistentes argumentan que los aranceles están justificados bajo la ley estadounidense que permite gravámenes así si hay una emergencia nacional. En su primer mandato, impuso aranceles a las importaciones de acero y aluminio de México y Canadá antes de dar marcha atrás.

Aún si Trump termina replegándose en materia de aranceles, la amenaza ya ha causado un daño perdurable en las relaciones transfronterizas. Los socios comerciales no tendrán incentivos para abrir mercados a Estados Unidos, permitir inversiones estadounidenses o impulsar la cooperación para frenar la migración ilegal o el tráfico de drogas, dijeron analistas comerciales.

Se anticipa que Canadá y México tomen represalias.

Justin Trudeau, el Primer Ministro canadiense, dijo el lunes que Canadá tomaría represalias con sus propios aranceles del 25% a los productos estadounidenses. Calificó la decisión de Trump de «injustificada». Canadá ya ha publicado una lista de productos básicos a los que aplicará aranceles de represalia, entre ellos aves de corral, verduras, licores y electrodomésticos como lavavajillas.

El lunes, Doug Ford, líder de la provincia más poblada de Canadá, amenazó con cortar el suministro de energía a Estados Unidos. «Si quieren intentar aniquilar Ontario, haré todo lo posible, incluso cortarles la energía, con una sonrisa», indicó Ford. Ontario suministra energía a Michigan, Nueva York y Minnesota.

México adoptó una postura más cautelosa y aún no ha revelado posibles aranceles de represalia. Es probable que ambos países ataquen las exportaciones estadounidenses de bastiones republicanos y grupos industriales con influencia política en Washington, dicen personas enteradas.

Claudia Sheinbaum, la Presidenta mexicana, señaló el lunes que su Administración estaba lista para responder a lo que decida Trump, enfrentando la amenaza arancelaria con «compostura, serenidad y paciencia».

«Hay tranquilidad, en el sentido de que sea cual sea la decisión de Estados Unidos, tenemos un plan y unidad en México», dijo.

México ha impuesto sus propios aranceles de represalia al menos cinco veces desde el TLCAN, cada vez para lograr que Estados Unidos retirara sus aranceles -incluso durante el primer mandato de Trump- algo que EU hizo en todas las ocasiones, señaló Luis de la Calle, uno de los negociadores mexicanos del TLCAN en la década de 1990.

Algunas empresas estadounidenses con operaciones de manufactura en México están calculando el costo de sus productos cuando los exportan a Estados Unidos, «algo que antes no hacían a mucho detalle, o no con tanto cuidado como ahora», mencionó Jorge González Henrichsen, codirector ejecutivo de The Nearshore Company, un proveedor de servicios de manufactura, principalmente para empresas estadounidenses.

La transformación económica de México comenzó como una plataforma de bajos salarios para plantas de ensamblado conocidas como maquiladoras que competían directamente con China. México emergió gradualmente como un centro industrial sofisticado y uno de los principales exportadores mundiales de productos electrónicos o equipos médicos. El desarrollo industrial de México fue notable en una región donde las grandes economías, como Brasil y Argentina, se han centrado en las exportaciones de materias básicas y mantienen barreras proteccionistas.

En ese entonces, muchos legisladores estadounidenses creían que el TLCAN era una forma de garantizar que México se afianzara en los mercados libres porque era inevitable que en algún momento un populista fuera electo Presidente de México, lo que posiblemente cerraría la economía del País.

«Nadie pensó que sería un Presidente populista de Estados Unidos el que cerraría el mercado», declaró De la Calle, hoy director de CMM, una firma de consultoría económica y comercial en la Ciudad de México.

La historia de los acuerdos de libre comercio de Canadá con Estados Unidos se remonta a 1965, cuando los países firmaron un acuerdo para reducir los aranceles en el sector automotriz.

La apuesta que hizo Canadá a partir de entonces de que el comercio global sólo aumentaría con EU como actor central, no era arriesgada hasta el cambio repentino introducido por Trump, indicó John Boscariol, director de derecho comercial e inversión internacional en el bufete de abogados McCarthy Tetrault.

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