Ciudad de México— La idea de que Donald Trump es un mandatario predecible con su política de amagues arancelarios, algo que privó en la lectura de no pocos economistas mexicanos, ha comenzado a desvanecerse.
La guerra comercial que parece haber iniciado con socios como Canadá o aliados históricos como las principales potencias europeas, mantiene a México en vilo. O por lo menos ha puesto en pausa cualquier proyecto de inversión y crecimiento en la economía.
“Por lo pronto, este clima de zozobra ha paralizado los proyectos de inversión extranjera que se esperaban este 2025. Y para ser francos, no sabemos si el panorama se mantendrá uno o cuatro años más”, dice Gabriel Flores, un empresario de Ciudad Juárez y asesor financiero en la región del Noroeste, que este año preveía abrir naves industriales para alquilarlas a firmas extranjeras.
Juárez es el municipio mexicano con la economía más dependiente de la industria del ensamblaje, y por consiguiente la que acusaría el peor golpe en un escenario de gravámenes sobre el 25 por ciento, tal y como dicta el amago de Washington.
Así que el estatus como la matriz del modelo maquilador desde hace medio siglo, le sirve de muy poco.
Otros enclaves del país evolucionaron en cambio a un modelo con mayor diversidad, justo para no quedar sometidos en momentos críticos como el que hoy vive esa frontera. Y a la punta de esa evolución se encuentra Nuevo León, cuya zona metropolitana condensa el modelo de empresa e inversión más potente del país, lo que de alguna manera lo coloca también como ejemplo de lo que deberá hacerse en el mediano plazo.
A finales de enero, Emmanuel Loo, el encargado del despacho de la Secretaría de Economía de esa entidad, presumió los números que le permiten anclarse en uno de los pocos ánimos positivos que quedan en México. Entre enero y septiembre de 2024, Nuevo León contribuyó con 17.8 por ciento del crecimiento nacional, y registró un 5.8 por ciento de crecimiento económico respecto al año anterior, indicadores que superan a cualquier otra entidad, cuyo promedio fue de 1.7 por ciento.
“La política económica de Estados Unidos en el período de 2016-2020 ayudó a que los estados cercanos al vecino (país) del Norte pudieran incrementar el flujo de exportaciones, importaciones e inversión extranjera directa”, dice Loo.
“Por eso confiamos que este segundo período del presidente Trump pueda beneficiarnos nuevamente, seguir creciendo como estado y que las empresas nos sigan eligiendo como el destino que tiene todo para invertir”.
Además del acero y el aluminio –pilares de la industria regional– Nuevo León lidera inversiones en el ramo automotriz. Tan sólo el año pasado, la línea de inversión rozó los 3 mil millones de dólares, con un detonante de poco más de ocho mil empleos directos. Pero son exactamente esos rubros de la economía que enfrentan la presión de la política arancelaria esgrimida por el Gobierno de Estados Unidos.
Previo a las presidenciales de noviembre, Nuevo León se aprestaba a convertirse en un bastión inmejorable para el nearshoring, el nuevo arquetipo que haría del traslado masivo de empresas hacia México el principal motor de la economía nacional. Sin embargo, las expectativas han sido forzadas a detenerse. Al menos por un tiempo.
“En aquel momento fue menos agresivo”, dice el economista de la Universidad Regiomontana Kristian Macías, en referencia al primer mandato de Trump.
En esta ocasión vamos un día a la vez. Pese a ello, hablamos de una incertidumbre que es global, y si bien afecta a Nuevo León, el impacto será general. Pero en cualquier escenario, creo que este estado se mantendrá como uno de los destinos favoritos de las empresas para seguir impulsado el nearshoring”.
La sensación que prevalece entre economistas, empresarios y autoridades de Nuevo León es que la incertidumbre irá aminorando conforme pasen los primeros meses de este segundo mandato de Donald Trump.
Además de la estadística que coloca a la entidad al frente de la inversión extranjera, la economía no depende exclusivamente del sector secundario.
Más de la mitad del dinero circulante es generado por el ramo del servicio y ello de alguna manera atenuará el golpe en caso de que lleguen a imponerse aranceles del 25 por ciento, dice el economista de la U-Erre. Eso es lo más parecido a una bocanada de aire mientras pasa la tormenta, porque difícilmente las empresas instaladas en Nuevo León iniciarían un proceso de desmantelamiento.
“Es probable que se trasladen algunos procesos y operaciones, pero de ninguna manera habrá un éxodo empresarial, porque al final resulta más caro producir en Estados Unidos. ¿Cuál es la mejor referencia que tenemos de ello? Tesla”, dice Macías. “Tesla no produce en Estados Unidos. Lo hace en otros países, como Alemania”.
Tesla mantiene en suspenso la instalación de una de sus plantas dentro del área metropolitana de Monterrey debido a la adquisición de terrenos bajo disputa legal.
Aun así, la alternativa no es mudarse a Estados Unidos, según Kristian Macías. “Ese es el objetivo de Trump, con esta intención de imponer aranceles. Pero quienes conocemos de estos procesos económicos tan complejos, entendemos que eso no sucederá. No es como que de pronto Detroit vuelva a ser la cuna de la manufactura automotriz. En realidad, no hay otro país como México, con la cantidad de acuerdos internacionales, ni una entidad con mejor plataforma productiva que Nuevo León”.
Pero no todo depende de un orden estrictamente comercial o empresarial. Para el economista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Uberto Salgado, en el fondo pesa más el ajuste de la política mexicana en torno a dos temas centrales: la migración y el fentanilo.
“México seguirá como el muro migratorio, que de una o de otra manera ha hecho desde los atentados de 2001”, dice. “Desde entonces Washigton colocó en un mismo saco al terrorismo y al narcotráfico y con esa narrativa ha ido avanzando en la agenda para presionar a nuestro país. Debemos recordar además que Estados Unidos tiene un déficit comercial con México, y eso es algo que Trump ha mencionado desde el primero de sus mandatos. Ha sido muy enfático y por lo tanto vuelve a prometer –ahora con mayor determinación– medidas proteccionistas que impulsen su proyecto de MAGA. Y aquí la preocupación de fondo es que ese déficit obedece a las importaciones de artículos chinos a través de México”.
El economista de la UNAM tiene, pese a todo, coincidencias con su homólogo de Monterrey. Sobre todo con el tema del nearshoring. Aunque no será un proceso sencillo exento de dolor, aclara.
La guerra comercial iniciada por el gobierno de Trump abrirá tarde o temprano un mayor ángulo de inversión en el país, siempre y cuando México sea capaz de producir los insumos en los volúmenes fijados por el T-MEC, que es de 75 por ciento.
Es lo que, dice Salgado, comienza a estar en la mira de muchas empresas europeas que ven al país como la puerta de entrada al principal mercado mundial.
“La propia presidenta Claudia Sheinbaum ha señalado la necesidad de que comiencen a fabricarse aquí los insumos que se requieren para incorporarse a las cadenas comerciales de valor. Y eso se suma a la estrategia del nearshoring. Si se hace bien, el panorama no es tan sombrío”.
Loo, el encargado de la Secretaría de Economía de Nuevo León, dice tener claro ambos aspectos, el de la política y el de la empresa. “Somos un estado con bajo riesgo en seguridad, de acuerdo con la propia Embajada de los Estados Unidos. Y eso permite que tengamos ventaja sobre otras entidades”, dice. “Estamos preparados para recibir lo mejor en estos próximos cuatro años, y confiamos en la buena voluntad y la coordinación de ambos países para seguir creciendo económicamente como región de América del Norte”. (Ignacio Alvarado Álvarez/Especial para El Diario de El Paso)