El 19 de septiembre de 1985, un terremoto sacudió la Ciudad de México, dejando una huella imborrable en la historia del país. Entre los que respondieron a la emergencia estaba Benjamín Izunza González, un joven de 32 años que se convertiría en miembro fundador de la Brigada de Rescate Topo de Tlatelolco. Hoy, con 64 años, sigue trabajando en rescates y compartiendo su experiencia con otros.

Benjamín recuerda aquel día con claridad. Salió de su casa en Iztapalapa para buscar a su madre en la colonia Portales, al llegar, encontró que todo estaba bien en su casa, pero dos vecinos le informaron que un edificio había colapsado en el cruce de Calzada de Tlalpan y Postal. Sin dudarlo, Benjamín ayudó en las labores de rescate.

«Como soy una persona curiosa, decidí ir a ver qué había pasado», recuerda. En el lugar, encontró a un ingeniero llamado

Rodolfo Luna Weedman, quien estaba pidiendo ayuda a gente que supiera de albañilería, plomería, soldadura y otros oficios. Benjamín, que es soldador y maneja equipo de oxicorte, se ofreció a ayudar.

«Mi mayor satisfacción es haber podido servir a México»

Benjamín Izunza González, Miembro fundador de la Brigada de Rescate Topo de Tlatelolco

Después de apoyar en las labores en diferentes lugares, Benjamín se integró al grupo de Los Topos, que en ese momento era llamado Amigos de Tlatelolco. Gracias a su experiencia y habilidades, se ganó el respeto de sus compañeros y se convirtió en un miembro clave del equipo.

«Estuvimos trabajando en diferentes lugares, incluyendo un edificio de cuatro pisos que se había caído», recuerda Benjamín. «Tuvimos que hacer una perforación para poder entrar y rescatar a las personas atrapadas. Yo utilicé mi equipo de oxicorte para penetrar en el edificio».

Benjamín ha participado en numerosos rescates y desastres naturales, incluyendo el terremoto de San Salvador en 1986, el huracán Gilberto y el terremoto en Haití. A lo largo de su carrera, ha recibido reconocimientos y medallas por su trabajo, incluyendo la medalla de valor único de la juventud.

«Me siento orgulloso de haber podido trabajar con tantos compañeros valiosos y por hacer una diferencia en la vida de las personas», comenta. «Aunque cada quien tiene su propia mística y compromiso, creo que todos los que participaron en el rescate en 1985 son Topos en su corazón».

Hoy, Benjamín sigue trabajando en la escuela de Bomberos Sergio Arturo Camacho Arroyo y viaja por todo el mundo para ayudar en desastres naturales. Su experiencia y conocimientos son un valioso recurso para aquellos que quieren ayudar, además, su historia es un ejemplo de dedicación y compromiso con la comunidad.

«Mi mayor satisfacción es haber podido servir a México», dice Benjamín. «Recuerdo que en mi época, el apellido y la reputación eran muy importantes. Cuando me otorgaron la medalla de valor único de la juventud, mi padre y mi madre estuvieron presentes, y fue un momento muy especial para mí».

Benjamín ofrece palabras de sabiduría a los jóvenes que están por salir de alguna capacitación: «Sigan capacitándose y busquen oportunidades para mejorar. En el 85, nos costó mucho trabajo, pero ahora hay más recursos y oportunidades para aquellos que quieren ayudar».

Su legado es un recordatorio de la importancia de la preparación y la dedicación en la respuesta a emergencias. La historia de Benjamín Izunza González es un ejemplo de cómo una persona puede hacer una diferencia en la vida de los demás y dejar un impacto duradero en su comunidad.

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